MIGUEL A. HOYOS

Periodista

MOMENTOS DE INADVERTIDA FELICIDAD

Francesco Piccolo Anagrama.

Anagrama

148 páginas

15 euros

Este es el libro. De este libro debo decir que lo podría haber escrito David Burguera, responsable de este blog. Inequívocamente. lo podría haber escrito si se le hubiera ocurrido. Y ahora él sería bastante más rico. Inequívocamente. Lo podría haber escrito porque este libro es una gran ocurrencia: recontar momentos de mínimo placer, de inadvertida felicidad, de dulce cotidianeidad. El gusto por lo mínimo. Una ocurrencia llena de observaciones agudas, algunas cargadas de mala leche, otras de candor. El autor no es solo un voyeur, es un diseccionador, un médico forense. Lo mira todo, no con una mirada demoledora, no, con una cierta mirada, su mirada particular.

No hay trama, hay cientos de pequeños cuentos y un hilo conductor. Algunos de dos frases, otros de dos páginas. Son cuentos o son sensaciones. A veces es el mejor Monzó, otras Monterroso, otras simplemente el guionista de Nani Moretti, otras un romano en esa fascinante y caótica ciudad. Hay momentos maravillosos, como la historia de los besos en agosto, la de las botellas de vino, la de la floristería o la de cosas que le gustan aunque no deberían gustarle. Y pequeñas frases. Por ejemplo, son momentos de inadvertida felicidad:

“cuando termina el solo de guitarra eléctrica”.

“cuando ella se pone una camiseta mía”

“el principio de las películas porno, cuando van vestidos y no se conocen”

Pero vale mucho la pena. En Italia arrasó entre ciertos lectores: clase media intelectualoide. No porque lo diga la faja, que puede decir que el libro maravilla a los peces en Groenlandia. Lo dicen algunos que conocen bien Italia. Lo que tampoco significa nada. Pero es que el libro entra como una bocanada. Porque consigue un ambiente, porque te va dejando la sonrisa en la boca, porque no deslumbra pero no da ninguna petardada. Y hay que ser Francesco Piccolo, o David Burguera para ver las cosas que ve.

VALORACIÓN: Libro ideal para entretiempos. Libro desengrasante, para leer en el baño, para engullir después de Tolstoi o del Sálvame. En ambos casos sus efectos son revitalizadores: la vida está ahí fuera, nos ocurre a todos de un modo parecido y es como los hormigueros, si te detienes a mirar y bajas la cabeza ves cosas fascinantes, vives momentos de inadvertida felicidad…