UN VELERO BERGANTÍN
Luis García Montero
166 páginas
13 euros
Recuerdo a mis tres profesores de literatura en el instituto. Sus nombres, no. Sus caras, sí. Lo que me enseñó uno y lo poco que me dieron los otros dos. Sin embargo, respecto a la lectura y la literatura, basta que el fuego se encienda una vez para que no se apague nunca. Y de esto, más o menos, va ‘Un velero bergantín’. Lo mejor de este ensayo es que da ganas de leer más. De curiosear por Cernuda, Brines, Gil de Biedma y, claro, por la obra poética del autor. A quien le guste la poesía y no haya leído ‘Habitaciones separadas’ está en el lado equivocado del mundo. En aquel 1994, el granadino García Montero estaba en estado de gracia. Hace cinco años se inició en la novela, pero el ensayo lo practica desde hace dos décadas. García Montero pasa revista en ‘Un velero bergantín’ a ese primer amor literario que marca y empuja al lector incipiente a convertirse en lector eterno. Se deja llevar el autor por sus filias. Deja de lado sus fobias, pues este libro es un ejercicio de admiración hacia lo mejor de las letras, un intento de contagio masivo de entusiasmo por la lectura gracias a un análisis vivo, tenso, meticuloso y generoso que, además, pretende apuntar un modo de vivir. García Montero se fija en el poema y el detalle que rodea al poeta. Pide generosidad con generosidad. Que no es lo mismo leer para entretenerse que para ser mejor persona, lo que requiere un esfuerzo, algo a lo que cada vez estamos menos acostumbrados.
BURGUERA