SOY YO, ÉDICHKA
Eduard Limónov
Marbot
19 euros
Un joven ruso poeta y disidente de las políticas soviéticas vive en Estados Unidos en busca de un lugar en el mundo. El ruso en cuestión, Limónov, o sea, Edichka, tiene una mirada muy incómoda, inconformista, y lo plasma magníficamente en un libro que, publicado en francés porque no encontró ningún editor anglosajón con narices para darle una oportunidad, le convirtió en un escritor de renombre. Nunca se había publicado en castellano y se hace ahora después del éxito el año pasado de ‘Limonov’. Es duro, underground y ácido, pero su estilo es limpio y ameno, pues de otro modo es imposible soportar un libro de memorias de un tipo que, en realidad, no relata un periodo de vida brillante, sino un momento de pura y dura supervivencia en un entorno hostil. Nueva York no es lugar para viejos ni niños ni débiles, y aunque son muchos los inmigrantes que se buscan allí la vida, esa vida se paga caro. Limonov, además, ejercía de lobo solitario a finales de los años 70, herido por la pérdida de Elena, la que fuera su primera mujer (“un bellezón”, según la describe en alguna ocasión, con la que emigró a mediados de la década setentera), sin hablar bien inglés, resentido por su falta de oportunidades como poeta, y con trabajos insustanciales (asistente de camarero en un hotel de lujo, colaborador en revistas rusas). Limónov avanza lento pero con sustancia en un libro donde describe, entre otras cosas, una relación homosexual en mitad de la calle del mismo modo que explica su desprecio por los rusos que se aferran a la Madre Patria por una melancolía desparramada por los portales del hotel que les acoge. Esa melancolía es uno de los pocos sentimientos que apenas aparece en un relato donde hay de todo, y mucha vida también. Interesante, a contracorriente, políticamente incorrecto, divertido y transgresor. No es la locura, pero deja recuerdo.
BURGUERA