OPERACIÓN GLADIO
Benjamín Prado
360 páginas
El hilo conductor de la novela es la investigación de una periodista, Ana Durán, de las actividades de contraespionaje y terrorismo de una red, inspirada por la CIA y personificada en activistas de la ultraderecha, que durante décadas ha procurado que los partidos comunistas de los distintos países europeos y sudamericanos no alcanzasen poder o preponderancia. La protagonista entrevista a personajes relacionados con los asesinatos de varios abogados en la calle Atocha de Madrid a finales de los años 80, lo que le lleva a investigar su relación con grupos extremistas italianos y viajar al país transalpino. Alrededor de esta trama, el autor desarrolla dos temas. Por un lado, establece un debate en el que participan la mayoría de los personajes y que está relacionado con la Ley de la Memoria Histórica y que se ejemplifica a través de la historia de un impresor, Salvador Silva, y la pelea de su familia por sacar sus restos del Valle de los Caídos. Por otro lado, el autor trufa la novela de situaciones relacionadas con el mundo de la pareja y de los sentimientos.
VALORACIÓN: En la novela, quizá de manera irónica y autocrítica, Prado recuerda que Ortega y Gasset apuntaba que había personas que terminaban sus frases soltando un faisán, adornándolas de manera ampulosa. Esto mismo sucede en los párrafos y capítulos de esta novela, donde abundan los faisanes mediante juegos de palabras, aforismos propios y reflexiones que no siempre son brillantes. Otras veces, sí. Si finalmente aparecen los faisanes buenos y los no tan buenos debe de atribuirse a la indulgencia en la corrección del texto. De hecho, quizá le sobre páginas y temas tratados. El gallinero por el que transitan tales aves es adecuado para su cría en semicautividad, pero demasiado disperso para centrar la novela policiaca o de espías. Los tres asuntos que más interesan al autor (la red anticomunista que conspira por Europa a partir de la Segunda Guerra Mundial, los resultados de la Ley de la Memoria Histórica y las relaciones de pareja) se disgregan a través de las páginas sin concretarse en exceso. Quizá este sea el motivo de que la novela prometa y no cumpla, o parezca y no sea. Los debates entre los personajes son reiterativos y, en ocasiones, artificiales. Salpicar la narración clásica con las entrevistas realizadas por la periodista es un recurso narrativo que no me entusiasma. Algunos perfiles, sobre todo el de la juez, no se desprende en toda la novela del molde del estereotipo del que nació, no despega ni se matiza. El de su marido, Enrique, sí crece, igual que el de Urbano, y eso está bien.
BURGUERA