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Jaume Lita

Postureo fallero

Ser fallero mayor

Vivimos una época en la que ya no es raro que una comisión fallera cuente con presidenta o que dos o tres personas se hagan cargo de la presidencia de la falla. Lo raro, no acontecido hasta la fecha, es encontrarnos un ‘fallero mayor‘. Tras acusar a la fiesta fallera de poco más que tener a las mujeres como floreros, lo llamativo es no encontrar a ningún colectivo que defienda una ‘igualdad’ jamás sentida hasta hoy dentro del colectivo fallero. El poco conocedor de la fiesta fallera pensará que el papel de las mujeres se centra en ir a un acto, saludar, dar las gracias, poner sonrisa forzada y poco más. Quizás en algún ámbito sí que se podría dar esa situación, pero dudo que cualquier mujer (y menos fallera) se preste a ser una simple marioneta.

Ser fallera mayor representa, para la mujer fallera, el máximo a lo que se puede aspirar dentro de la fiesta. Y no hablo de estar en la corte o ser fallera mayor de Valencia. Ese es otro nivel. Ser la máxima representante de tu comisión de toda la vida, ser la protagonista de la fiesta para tu gente y vivir ese sueño debe ser único. Inconcebible ese sueño con ser un florero. Ni la propia fiesta lo permitiría.

Candidatas a fallera mayor de Valencia

Candidatas a fallera mayor de Valencia. :: Foto: Irene Marsilla

Durante un año, más o menos, casi 400 mujeres viven su sueño de representar a su comisión. Cada acto se convierte en una fiesta de sentimientos en los que, entiendo, guardar todo en la memoria es el gran dolor de cabeza. Si la elección oficial se ha llevado a cabo en el mes de mayo o junio la cuenta atrás te dice que tras octubre empieza el terremoto de tu reinado. Cuando una fallera mayor se viene a dar cuenta, noviembre ya ha pasado y empieza la época de las presentación de tu sector o agrupación. A estos actos tienes que sumar los que se celebran en tu comisión, por lo que tu agenda se convierte en un tema fallero exclusivamente. Y así avanzan los actos hasta que llega tu presentación. Ese día toda la fiesta es en tu honor. Ese día eres tú la reina del lugar.

Pero claro. Surge un inconveniente en este aspecto. ¿En qué momento alguien ha podido llegar a pensar que la mujer no pinta nada en la fiesta fallera? Quizás se lo podrían preguntar a las mujeres (y muchas) que presiden una comisión fallera. Dudo que estas mujeres hayan tomado el mando a golpe de pistola o que sus falleros votaran la candidatura obligados. Para presidir no importa si eres hombre o mujer. Importan tus ideas, tu junta directiva, tu comisión. Las fallas no son machistas. Si lo fueran, ninguna mujer estaría en cargo alguno de dirección. Ni en las comisiones y menos aún en Junta Central Fallera. A día de hoy a alguien le puede chocar aún ver una tarjeta de ‘Presidenta de la Falla…”, pero cada día es más habitual ver que una mujer gobierna en las fallas.

Pues sí, la fiesta fallera es un homenaje a la mujer valenciana. Una mujer que, lejos de ser movida por los hilos de los hombres poderosos, llega a lidiar con artistas, suministradores, montadores de carpa o hasta el señor concejal ante las trabas por los permisos para celebrar actos en la vía pública.

Quizás los poco interesados en la materia fallera han confundido ‘protocolo’ con mandato. Ser fallero mayor no se puede, pero nadie pone el grito en el cielo. Muchos hombres también sueñan con lucir el cargo, pero eso no quiere decir que la fiesta fallera sea feminista. Al fin y al cabo, la fiesta fallera es, para muchos, centro de sus iras y de sus comentarios frutos del desconocimiento. Si alguien piensa que las Fallas utilizan a la mujer como florero, le invito a que se apunte a una comisión y que vea cómo vive una fallera mayor su año de reinado.

 

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