Valencia ha vivido un año histórico por lo que respecta a las Fallas. La declaración de Patrimonio Inmaterial por parte de la UNESCO podría verse como un revulsivo para la fiesta fallera, pero justo este año el censo de JCF se ha reducido en más de mil personas. Muchas eran las esperanzas puestas en este 2017 para ver cómo afectaba en todos los sentidos ser Patrimonio y dudo, con estos datos, que sea rentable hacer un análisis de la fiesta de casal. Se optará por centrarse en el turismo, así sólo nos quedamos con el aspecto positivo y borramos de un plumazo la visión negativa de la fiesta.
¿En qué ha notado el fallero de casal el #SomPatrimoni? Esa es la pregunta que se debe hacer el colectivo fallero en el momento analice las fiestas ya celebradas. Sí, aparentemente han venido más turistas que otros años. Tal vez por celebrarse la fiesta en fin de semana. En 2018 se registrará un nuevo lleno al caer el 19 de marzo en el famoso lunes que desean los hosteleros. Pero no hay que olvidar que el que hace Falla es el fallero de casal.
Es bonito encontrarse en la dicotomía entre que las Fallas no son de ‘uso’ exclusivo de los falleros y que las Fallas no la hacen ni ‘foodtrucks’, ni mercadillos ambulantes, ni el resto de pegotes añadidos para aprovecharse de la fiesta fallera. Hoy en día, considero, vivimos en una época de olvidarse de la verdadera ‘fiesta fallera’. Normal que descienda el censo fallero. Si llenamos la fiesta de elementos que igual encuentras, con todos los respetos, en cualquier fiesta del mundo pues la gente opta por disfrutar desde fuera de monumentos, castillos y mascletaes, es decir, lo que hace única la fiesta fallera.
Es por ello que la pregunta es si vale la pena ser fallero. Disfrutas de puertas hacia dentro de los entresijos que forman parte de la fiesta fallera, eres uno de los múltiples elementos que se aúnan para celebrar la fiesta fallera, pones un granito de arena para que las Fallas sigan su curso. Pero las comisiones falleras son más asociaciones culturales que igual te hacen un tablao flamenco que te enseñan el Carnaval de Oruro. Este es un gran problema.
La fiesta fallera sólo la podrán hacer, tal y como está planteada la fiesta hoy en día, las comisiones falleras. Todas, sin distinción. Ahí debe residir el valor de ser fallero, de formar parte de una gran familia que lleva a cabo una celebración que es Patrimonio de la Humanidad, de rememorar cada año aquellos inicios de la fiesta fallera como ‘el cant de l’estoreta’… Pero para ello las comisiones deben concienciarse al completo del papel que tienen como colectivo de cara al exterior de la fiesta. Y eso no lo va a solucionar nadie que no sea fallero.
Toda injerencia externa del mundo de las fallas a la actividad que emana de los casales resta valor al ‘ser fallero’. ¿Vale la pena ser fallero?. Visto lo visto el hecho de plantearse una cuestión así ya deduce que algo en el mundo fallero falla.