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Víctor Soriano

Reinterpretando el mapa

La Marina Real, Mercadona y Louis Vuitton

Todas las ciudades portuarias tienen una relación especial, íntima y a la vez tormentosa, con sus puertos. Éstos son lugares de tránsito, poco amables e históricamente muy propicios para la marginalización, pero muchas de ellas han dado un giro copernicano en la relación urbe-puerto: han sabido ganar para la ciudad los espacios portuarios en desuso como consecuencia de las transformaciones del sector del transporte marítimo y han incorporado a su trama urbana auténticos barrios enteros que se han convertido en hitos. Es el caso de Londres, Barcelona o Marsella, por citar tres renombrados ejemplos, aunque diferentes, de transformaciones portuarias exitosas.

La ciudad de Valencia lleva viviendo un fenómeno similar desde que fue seleccionada para albergar la America’s Cup, en los albores de este siglo. La entonces dársena interior de puerto, hoy reconvertida en Marina Real, era un espacio baldío, abandonado por su imposibilidad de uso portuario pleno pero sin alternativas claras. Ahora Valencia cuenta con un espacio en proceso de materializar fisiográficamente su incorporación administrativa a la ciudad como barrio. Y esta es una oportunidad que no podemos desaprovechar, pues es de las que no se presentan más que una vez o dos en la historia urbana de una ciudad.

Con el antiguo recinto portuario, la capital valentina gana un barrio singular que hay que saber potenciar. La Marina no puede ser un bello continente más sin contenido, como hay ya demasiados en Valencia y otras ciudades españolas. Si a arquitectos y estetas les interesa la forma, a los urbanistas nos ha de preocupar el fondo, porque las funciones urbanas de calidad que inciden positivamente en la ciudad no nacen tanto de lo bello de un espacio o de un edificio sino del uso que se le dé.

La vida en las ciudades, en los barrios, como los nacimientos, no se pueden forzar –al menos no únicamente- con decisiones públicas,  y eso es por lo que reivindico la importancia de la intervención privada en la Marina y en otros espacios y edificios de la ciudad que se han eternizado como contenedores sin contenido. Y no sólo de intervención privada en búsqueda de inmediata rentabilidad económica –por ejemplo, en forma de centro comercial, como reclaman los hosteleros de la zona-, pues esa es fácil de atraer y, por tanto, no requiere de grandes esfuerzos.

La ciudad de Valencia y la Comunitat Valenciana tienen una importantísima masa empresarial de la que, creo, tenemos derecho a esperar una mayor implicación con la capital. En París, por ejemplo, no hace mucho que la Fundación Louis Vuitton ha estrenado una sede diseñada por Frank Gehry en el céntrico bosque de Bolonia, entre los beaux quartiers del 16º distrito, donde expondrá de forma rotatoria colecciones de arte, que ya han convertido al edificio en toda una referencia turística que bien amerita por sí sola el viaje hasta la capital francesa. En Valencia, como decía, no necesitamos más contenedores, pues ya los tenemos, y entre ellos destaca la Marina por su singularidad y por lo urgente de su incorporación plena a la ciudad, pero tenemos que llenarlos de contenidos. ¿Por qué no podemos contar para ello con el mecenazgo de nuestro importante sector empresarial?

Un ejemplo fantástico de esa intervención privada es la que, de la mano del presidente de Mercadona, Juan Roig, llega, además, a la Marina, con la instalación de la escuela de negocios de los grandes empresarios valencianos, EDEM. Sin duda, el propio Roig es un referente en la ciudad, con el vivero de empresas en las que invierte sólo a cambio de que se instalen en Valencia –pronto, en la Marina- y que atrae ideas emprendedoras de toda España a nuestra ciudad. Pero Roig no puede ser la excepción. Algo tendremos que hacer para comprometer socialmente todavía más al empresariado valenciano, lo que necesitamos más que nunca en este momento. Y la Marina es una buena excusa.

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Sobre el autor

Víctor Soriano i Piqueras es abogado y profesor de Derecho Administrativo. Tras graduarse en Derecho y en Geografía y Medio Ambiente realizó un máster en Derecho Ambiental en la Universidad 'Tor Vergata' de Roma, además de otros estudios de postgrado, y ha publicado, entre otros, el libro "La huerta de Valencia: un paisaje menguante".


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