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Víctor Soriano

Reinterpretando el mapa

Alcaldables, ¿estrategia o populismo?

Más del 50% de la población mundial vive en ciudades desde el año 2005. Por primera vez en la historia la humanidad es más urbana que rural. Ya no son los países, sino las ciudades, quienes aspiran a ser el gran actor de este siglo. Las megalópolis asiáticas surgen a una velocidad vertiginosa: ninguna de las grandes ciudades del mundo es occidental y la primera urbe de la Unión Europea en la lista –París- ocupa el puesto 32 a nivel global. Madrid, de hecho, ni siquiera está entre las 60 ciudades más pobladas del mundo.

No se trata de un sorpasso sino de una oportunidad. Durante dos milenios, el mundo ha sido dirigido, ha mirado, ha inventado y ha iniciado las revoluciones en un selecto grupo de capitales que se correspondían, a la vez, con las ciudades más pobladas del planeta. Eso ya acabó. No estamos en un tiempo de cantidad. Lo más importante ya no es lo más tumultuoso. Las tecnologías nos conectan, nos acercan, nos permiten relacionarnos desde cualquier lugar, hacer negocios, difundir conocimiento e incluso hacer compras.

Los beneficios de la multitud han dejado paso a las oportunidades que ofrecen las ciudades más atractivas y más inteligentes. Nueva York, París o Londres no se van a ver desplazadas por Cantón, Daca o Shenzhen, ciudades que las superan en mucho por población. Este tiempo ofrece una oportunidad para que las ciudades medias europeas y norteamericanas, siempre a la sombra de las grandes damas, pongan en valor la calidad de vida, la cultura, el medio ambiente, la ubicación privilegiada y sus buenas comunicaciones, y aspiren a ser focos globales de prosperidad, como nunca antes pudieron.

A pocos días de las elecciones municipales, echo en falta un profundo debate urbano sobre el lugar de nuestras ciudades en el nuevo orden mundial, a pesar de que el rol que puedan jugar, en buena medida, se decide y se fomenta desde los ayuntamientos: los alcaldes de las grandes ciudades juegan hoy un papel más relevante que el de muchos jefes de estado o de gobierno, tienen en sus manos la posibilidad de cambiar el paisaje, la economía y la vida de los ciudadanos con unas pocas y bien dirigidas decisiones estratégicas.

La estrategia no está. Ni en Valencia, Madrid, Barcelona… ni en sus alcaldes, ni en la mayoría de los candidatos, centrados en mensajes populistas, cortoplacistas y de escaso calado. Nadie parece pensar en grandes cambios, de los que si llenan las portadas lo hacen por ser el ejemplo de algo, el modelo a seguir, la historia del éxito; una historia que pocos lugares pueden contar y menos alcaldes pueden firmar con su nombre. Y a la estrategia, como a aquél general, tampoco se la espera. Es una pena que estemos viendo escaparse la mejor oportunidad para ponernos en el mapa, para ser el destino ansiado pero, sobre todo, el origen envidiado.

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Sobre el autor

Víctor Soriano i Piqueras es abogado y profesor de Derecho Administrativo. Tras graduarse en Derecho y en Geografía y Medio Ambiente realizó un máster en Derecho Ambiental en la Universidad 'Tor Vergata' de Roma, además de otros estudios de postgrado, y ha publicado, entre otros, el libro "La huerta de Valencia: un paisaje menguante".


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