La eclosión de casos de corrupción ha generado la aparición de nuevos personajes. Por ejemplo, el del imputado feliz. Su versión es mostrarse orgulloso de que por fin goza de esta condición para poder defenderse en los tribunales. El mundo al revés.Existen varios precedentes que son capaces de interpretar la realidad con códigos tan poco habituales. De igual modo, prolifera en los últimos tiempos el caso de imputados con jefes de prensa. Incluso procesados y acusados cuentan con personal para gestionar su imagen en los medios y las explicaciones que quizá no hayan quedado claras en la sala. Con el juicio por la trama de facturas falsas, que salpicó la construcción de Terra Mitica, ha aparecido otro perfil hasta la fecha desconocido: el acusado con tableta mientras está siendo juzgado. Se trata de uno de los hijos del empresario Vicente Conesa, que no hay día que se le olvide el aparato. La presidenta del tribunal advirtió al inicio del juicio de que no se podían utilizar móviles ni otros dispositivos. Lo lógico es pensar que los Ipads están incluidos. La distancia del tribunal con los acusados en la sala habilitada para la celebración del juicio impide controlar estas conductas. También se desconoce si el acusado está navegando, aunque no tendría mucho sentido cargar todos los días con el equipo para no utilizarlo. Quizá sólo tome notas de lo que allí acontece. Salvando las distancias, el caso recuerda al comportamiento de Francisco Camps en el juicio de los trajes en el que fue declarado no culpable. Nunca antes, al menos en los juicios de relevancia mediática, se había visto al acusado lector. Camps popularizó esta figura con “La ruta antigua de los hombres perversos”, obra de un historiador francés que relata la traición que sufrió el santo Job. También el expresidente de la Generalitat, en un juicio que duró cerca de un mes y medio, mandó mensajes desde su teléfono móvil e incluso lanzó besos y saludos al público. El juez Climent le recriminó su actitud en repetidas ocasiones.