El juicio del caso Cooperación -o caso Blasco, como le gusta denominarlo a la coordinadora de las ONG- me ha recordado un personaje que también transitó por aquella conselleria -la del absoluto descontrol en el reparto de subvenciones- sin que nadie sepa muy bien qué hizo. De hecho, terminó siendo destituida. Se trata de la exsecretaria autonómica de Solidaridad y Ciudadanía, Gotzone Mora. La mujer de los 20 escoltas. Aclaro. No es que permanentemente llevara este servicio de seguridad sino que a lo largo de su periplo en tierras valencianas (2007-20011) hasta una veintena de profesionales fueron relevados de su vigilancia. Resulta difícil que olviden el nombre del perro de Gotzone, ocupante ocasional del coche oficial camino del veterinario. Y algunas paradas en centros comerciales más o menos conocidos para diferentes ‘compritas’. O cómo, a veces, los policías iban como si fueran sardinas en lata en el coche tras el regreso de fin de semana. Cada domingo, parecía que hacía una mudanza, cuentan quienes fueron su sombra.
Este número de escoltas marcó un récord Guinnes en la Generalitat que se antoja muy difícil de superar. Dicen que llegó de la mano de Mayor Oreja, que le susurró a Camps su nombramiento y este se la colocó al conseller Blasco. Al principio, todo fueron sonrisitas y buen rollo. No pasó demasiado tiempo hasta que la situación se enfrió. A Blasco no le gustaba que Gotzone acaparara tanto protagonismo mediático y sí es cierto que, muy al principio de su mandato, tuvo algo de lustre en varios titulares. Todo esto se difuminó con el paso de los meses.
Nadie de la Conselleria valoró su trabajo por el que todos le pagábamos más de 3.000 euritos limpios de polvo y paja. Es más, se alegraron profundamente de su marcha. Y muy especialmente su servicio de seguridad a los que prestaba un trato que no se puede calificar de cordial. Los escoltas, sin perder el sentido del humor después de tanto tiempo, todavía recuerdan el número que ocuparon en el escalafón. Yo soy el cuarto, yo el octavo, yo fui el décimo quinto. O pedían el cambio o lo pedía ella. Aquello era una relación imposible. En alguna ocasión, incluso cuentan que algún cargo de la Generalitat le llamó la atención por el trato que dispensaba a estos profesionales. Los viajes a Madrid, a tertulias radiofónicas, corrían a cargo del Consell. Ella dijo en su día que era para ahorrar porque si se sumaba el billete del AVE de los escoltas, la factura a la Generalitat salía más cara.
Dos cositas de cola.
a) Este post no es para criticar que Gotzone tuviera escoltas sino el trato que les dio.
b) ¿Del asunto este de las ayudas, Tauroni y toda la muchachada, esta mujer no se enteró del jaleo que había montado?