Òscar Briz retoma con energía, en Entre llums i ombres, la esencia primera que ya frecuentó años ha, a partir de un sonido de banda en directo

A Òscar Briz le honra haber hecho lo que ha querido en las tres décadas que lleva dedicándose a esto de la música. Ha promovido proyectos de diversa índole (de aquellos C.O.D.A. o Banderas de Mayo, a los mágicos The Beat Dealers, pasando por su dilatada carrera en valenciano, bien en solitario, bien acompañado de Els Cors d’Aram), vivido intensas aventuras (con los australianos The Whitlams grabó el disco independiente más vendido de aquel país), pero, ante todo, ha seguido los derroteros que ha estimado convenientes. Tanto, que es precisamente lo que acaba de hacer con su último trabajo, Entre llums i ombres (Mésdemil, 2015), en el que, pese a que muchos esperaban una solución de continuidad de aquellos brillantes L’estiu de 2010 y Youth de 2013 (ambos con LaCasaCalba), el artista ha optado por retomar la esencia primera y volver a dar rienda suelta, sin ambages, artificios, ni ataduras, a su vena más roquera y popera: «Durante los últimos cuatro años he estado tocando y cantando en una party-band roquera a través de la que me he reencontrado con un público y unas sensaciones que tienen una relación directa con la primera etapa de mi historia musical. Eso tiene que haber alimentado un fuego interior que, por otra parte, siempre he mantenido encendido. Aunque a lo largo de los últimos quince años he hecho discos con colores y timbres muy diferentes, los referentes que uno tiene durante su etapa de formación nunca se olvidan. Ahora he vuelto a emplear de manera más abierta el lenguaje con el que crecí y, por lo tanto, me resulta totalmente familiar», afirma.

Seguro de sí mismo. Por Vicent Martínez Fuster

El resultado, un disco inmediato en lo musical, repleto de sencillos potenciales, evidencia un buen gusto por la esencia, y demuestra que aquellas lúcidas melodías cultivadas en tiempos de The Beat Dealers no fueron fruto de la casualidad: «El autor de los temas era yo, así que encontrar alguna característica común en la composición y el estilo no tendría que ser ninguna sorpresa. No echo de menos nada de aquella época, entre otras cosas porque me siento completamente libre para componer en la dirección que sea. Todo esto forma parte de los ciclos vitales y artísticos en que te ves inmerso a lo largo de los años. La repetición de procesos y fórmulas acaba aburriendo; los cambios, en cambio, son regeneradores. Al menos así es como lo entiendo yo».

De esta manera, a la hora de afrontar la grabación de su nuevo trabajo, Briz tomó una decisión clave: entrar en el estudio en formato trío (le acompañaron Víctor Traves a la batería, y Nacho Villanueva al bajo), permanecer allí el menor tiempo posible y tratar de captar ese espíritu de banda en directo para, después, ir añadiendo elementos que redondearan la criatura: «Habitualmente, un disco es un proceso que empieza mucho antes de entrar en el estudio, ponerle nombre o elegir definitivamente el listado de temas que figurarán. Empieza con la composición de los temas que vas confeccionando despacio hasta que llegas al momento en que entiendes que quizás aquí hay un nuevo disco y llegas a una segunda etapa: la de imaginártelo. Esto implica entrar en contacto con el grupo de gente que te ayudará a hacerlo posible: músicos, productor, sello, etc… No tenía demasiadas ganas de permanecer en el estudio. En primer lugar, el tipo de repertorio no pedía grandes artilugios para funcionar. Entendí que lo que se necesitaba era, sobre todo, frescura y energía en la interpretación, más que una larga y enrevesada producción. Permanecer mucho tiempo en un estudio no asegura de ninguna forma un buen resultado final. Parece que nos hemos olvidado de que el R&R primario se registraba en directo; un puñado de temas en pocas horas. El jazz también ha funcionado siempre así. Lo único que hay que tener claro es aquello que quieres, y establecer la situación idónea para obtenerlo. Aparte, hay un aspecto muy importante que no se tiene que olvidar: normalmente trabajo en la medida de mis posibilidades», aclara un Òscar que ha contado con la inestimable ayuda de Mark Dasousa en la producción. Entre ellos, según el músico valenciano, todo ha fluido con naturalidad, tal vez, por ese pasado roquero que ambos comparten: «Es un músico con intuición, que es algo que yo también buscaba. Como productor se emociona con lo que hace y, por consiguiente, se implica. Me consta que ha disfrutado».

Un instante. Por Ximo Bueno

Así pues, se podría decir que Briz inicia con este Entre llums i ombres, que desmenuzará en el Espai Octubre el 12 de diciembre, una nueva etapa. O, tal vez, no. Tal vez no se trate más (ni menos) que de una manera coherente de mantener viva esa llama inconformista. ¿Vive su proyecto una especie de transición? ¿Necesitaba el músico un cambio después de la gran repercusión de sus últimos trabajos? ¿Resultaba difícil mantener el tipo? «En absoluto estoy en una etapa de transición; al menos no más que en cualquier otro momento de mi carrera. A mi parecer, también he mantenido el tipo, haciendo el disco que quería, como quería. Quiero recordar que, antes que nada, hago canciones para mí mismo. Yo soy quien primero pone el filtro y decide qué tema vale o no la pena hacerse público, según mis cánones de gusto y estéticos. Este es un nuevo disco englobado dentro de una obra sólida que ya empieza a ser considerable en cuanto a cantidad. Por lo que he ido recibiendo, es un trabajo que gusta más que otros míos a un sector de la crítica, y no gusta tanto a otro. Para mí es un disco con sabores pop-roqueros clásicos, sí, pero en el que los temas se mantienen muy bien por ellos mismos. A quien le gusta me dice que es un disco redondo. A quien no le guste tanto, siempre manipulo la frase de Groucho para decirle, como en anteriores trabajos: ‘Este es mi último disco, si no le gusta tengo muchos otros’».

Los discos de la semana

Luna y Panorama de los Insectos

Nunca dormido (Autoeditado, 2015)

Nunca llegaremos a saber si el verdadero artista es aquel que no cesa de crear, o si verdaderamente lo es aquel que tiene la suerte de sentirse tocado, sin tregua, por la inspiración. También ignoramos a qué bando pertenecen Carlos y Clara y su inabarcable aventura cultural. Lo que sí tenemos claro es que ese proyecto rodeado de numerosas terminaciones nerviosas no cesa de idear mundos de imbricada comprensión que, no obstante, siguen emanando ese perfume atrayente que acaba por cegarte hasta que acabas atrapado en esa tela de araña que, a base de dramática nana, en cualquier momento puede acabar estallando en tu cerebro. Los cinco temas que integran lo último de Luna y Panorama de los Insectos siguen manteniendo esa constante. Además, se convierten en un sugerente avance del próximo larga duración del ente. Grabado, de nuevo, en Pares o Nones, en esta ocasión han contado con la producción del atareadísimo Antonio José Iglesias (todo un seguro de vida), a excepción de la pieza que cierra la criatura, la sintonía del programa El séptimo vicio, de Radio 3.

Star Trip

Star Trip (Pretty Olivia Records, 2015)

Hace unos meses, el azar y Pretty Olivia Records fueron los culpables de que Vicente Prats y su incuestionable facilidad para facturar verdaderas gemas de power-pop fueran rescatados, prácticamente, del olvido. Desde entonces, y junto a sus Star Trip, el artista ha ido reafirmando su posición privilegiada en aquella escena valenciana que gusta de las guitarras radiantes y las armonías vocales de ensueño. La banda no hace más que seguir la senda, tanta veces frecuentada, de aquellos maravillosos Big Star, pero, eso sí, lo hace como pocos. Así lo atestiguan temas que son capaces de enternecer al más cenizo, a base de sano optimismo sonoro, como Explicación o Estás ahí.