El mundo de la hostelería y la restauración se vuelcan con las novedades de Murviedro
Nunca he jugado a la ruleta, ni soy una experta jugadora de naipes, y mucho menos entiendo esas maquinitas, comúnmente llamadas tragaperras, con millones de colores y una musiquita que hipnotiza. Es más, suelo ser de las que pierden en la mayoría de los casos. Sin embargo, y haciendo memoria, durante las últimas semanas he visitado el casino un par de veces y no ha sido para jugar unas partidillas.
Aunque suene extraño, una fue para la presentación del último libro de Ramón Palomar, y la otra para ver la nueva colección de monovarietales y la vertiente más solidaria de la Bodega Murviedro. De esta última, aún conservo, en el paladar, algunos de los sabores de aquellos caldos.
En aquella ocasión, el casino que albergó tal evento vitivinícola fue el de la Real Sociedad Valenciana de Agricultura y Deportes, en la calle Comedias. Allí, entre centenarias salas y escaleras de mármol, se dieron cita gran parte de entendidos del buen beber y del buen comer (Depués entenderán por qué les digo esto último).
Encabezando la lista y por parte de la bodega estuvieron su director general, Diego Talavera, y el jefe de ventas a nivel nacional, Javier Solano. Ambos, junto al enólogo Pablo Ossorio, se encargaron de presentar las nuevas botellas de Sauvignon Blanc, Cabernet Sauvignon Rosé, Tempranillo, Syrah y Petit Verdot, así como la edición limitada solidaria lanzada por la bodega, Murviedo Expresión Solidarity Cuvée en sus dos versiones tinto y cava, cuyos beneficios irán destinados a la FAE (Fundación Alzheimer España).
Copa en mano, por allí hubo mucha gente: Alicia Juan, de Peñasol; Cosme Gutiérrez, de la D.O. Valencia; Eduardo Mestres, presidente de Proava; Pablo Bacete, de Añadas de España; Antonio Quiles, responsable de la restauración del club de golf El Bosque, de Chiva, y una larga lista de distribuidores de la bodega en Valencia como José Llopis; Javier Climent; José Luis Blasco y Colom Naya, entre muchos otros.
Y también estuvo Carmen Noguera y todo su equipo de Catering Cinco, empresa familiar que se encargó del picoteo de la noche. Bueno, ¡qué digo picoteo, unos canapés de lo más ‘chic’!, y si no, ya verán.
Por toda la sala desfilaron copas de Bloody Mary con su ramita de apio y todo (buenísimo, por cierto. Fue lo primero que ataqué de la noche), bombones de foie y roquefort, arbolitos de parmesano con arroz blanco, camambert frito con arándanos, crema de erizo, crepes de coco y pato… Y podríamos seguir con una lista más larga de deliciosos caprichos. Eso sí, cada uno inteligentemente repartido para degustar con un determinado vino de la bodega… ¡Hay que saber combinar!