“Esto es igual como pasear,
por la Gran Vía o por la calle de la Paz”
Twist a María Amparo, Los Top-Son (1963)
Cuando Bruno Lomas estrelló su Mercedes contra aquel camión en la A-7, pocos eran los que seguían reivindicando su figura. Corría el año 1990, y para uno de los mejores roqueros hispanos de todos los tiempos apenas había lugar en unos medios de comunicación que, décadas atrás, suspiraban por unas declaraciones suyas. A aquellas alturas de la película, Emilio Baldoví se ganaba la vida de pueblo en pueblo, mientras se veía envuelto en algún que otro altercado (como buena estrella del rock, qué diantres). Además, se sentía orgulloso de haber sido invitado, pocos años antes, por una (por entonces) contundente y provocativa banda valenciana llamada Seguridad Social. Querían que compartiera con ellos grabación y escenario con un descarado tema titulado Todo por el aire.
Bruno, como las decenas y decenas de músicos pop y rock valencianos sesenteros que, con mayor o menor fortuna, pululaban por la capital, había dejado de interesar a buena parte de la industria y el público, a medida que los 70 avanzaban. Aquellas intentonas de reconvertirlo en cantante melódico o en crooner no acabaron cuajando y, pese a que seguía estando en forma como certificaban sencillos como Baby rock’n’roller (Discophon, 1974) o Rogaré (Discophon, 1975), la llama de Lomas se iba apagando. Algo totalmente opuesto le ocurría, en aquellos momentos, a uno de los ídolos del roquero de Xàtiva: Johnny Hallyday. En Francia, como en los países anglosajones, suelen ser más justos con sus estrellas de la música. Sobre todo si, como Bruno y muchos de los pioneros valencianos, con ellos se inició todo.
Cuentan las crónicas que fue en la Feria de Julio de Valencia donde el mánager de Hallyday tentó a Baldoví y Los Milos (al poco tiempo, Top-Son) para que actuaran en París, hecho que acabaría consumándose cuando Bruno y sus Rockeros pisaron el afamado Olympia. La feria, en aquellos años, era un hervidero de incipientes sonidos jóvenes de nuestro territorio, frecuentado por innumerables formaciones como los ya citados, además de Los Pantalones Azules y, poco después, Los Huracanes, Los Protones, Els 5 Xics, Los Pepes, Adam Grup, Los Diapasons… Muchos de ellos encontraron allí un escaparate inmejorable. Durante muchos años, por aquellos paradores las formaciones valencianas se paseaban como verdaderas estrellas del rock, a la espera de que promotores y gerifaltes de la medieval industria musical de la época les ofrecieran un contrato. Por allí pasaron, sin ir más lejos, Los Escorpiones de un Suco que, esta semana, nos ha dejado. Suco, como otros muchos artistas de la época que vieron truncada su carrera por exigencias castrenses y/o familiares, sería considerado en Inglaterra o Estados Unidos como un histórico del rock: músico, mánager, promotor (fue capaz de traer al mismísimo Tom Jones a la Bony de Torrent)… y fiel acompañante de otro habitual de los pabellones de la feria: Nino Bravo. Pero, por suerte o por desgracia para él, vivió y desarrolló su carrera en estas lindes.
No obstante, y afortunadamente, sería injusto hablar de amnesia histórico-roquera en todas las nuevas hornadas de músicos valencianos. Como Seguridad Social en su momento, otras muchas formaciones han sabido reivindicar, no sólo a los grandes del pop y el rock anglosajón, sino también patrio. La Habitación Roja son un ejemplo evidente. Desde la humildad y la constancia, no tan sólo se han labrado una carrera dignísima, sino que siempre han encontrado una excusa para reivindicar la labor de compañeros de profesión presentes, pasados y futuros. De utilizar sones de Nino Bravo para comenzar sus conciertos, a registrar versiones de sus bandas favoritas, entre ellas, los míticos Glamour.
Con todo esto, el próximo 11 de julio, en Viveros, La Habitación Roja, profetas en su tierra, se marcarán uno de los directos de la Feria, tratando de hacer justicia, recuperar aquellos orígenes, y desterrar, de un manotazo, la idea de de que las citas musicales más cacareadas de la feria estival han de llevar rúbrica internacional. La banda de l’Eliana invita a su fiesta a coetáneos como Rauelsson y los inmensos Tórtel, o históricos como Julio Bustamante, y Remi Carreres y José Luis Macías, imprescindibles columnas de Glamour y Comité Cisne (casualidades, o no, un día más tarde, otra de las piezas clave de Comité, un Carlos Goñi en ocasiones injustamente tratado por la profesión, también se subirá al tablao de Viveros).
Lo más curioso del asunto es que la entrada para presenciar semejante espectáculo, casi, mantiene precio de hace varias décadas, como si también quisiera rendir homenaje a aquellos valientes pioneros: ¡6 euros!
Así que, ya saben, consuman cultura y, si es cercana y de calidad, mejor que mejor. Y a quien le reproche que es cara, aconséjele que eche un vistazo a los precios de las entradas de los innumerables conciertos de formaciones valencianas que pueblan nuestro territorio, mes a mes. ¿Tres ejemplos para el fin de semana?
5 de julio:
-No-Frosth + Dezervers, en Wah-Wah (6 euros)
6 de julio:
-Mossen Bramit Morera i Els Morts + Los Picamato, en Wah-Wah (8/10 euros)
-Semifinal de Sona la Dipu pop-Rock, con John Scott, 5th and Pontiac, Dalamont y M-Clan, en el Paseo Maritimo de Cullera (gratis)