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César Campoy

Banda sonora

¡Viva (de) la música!

 

“Tu madre tricota,
jerseys en el infierno,
ut erdam emoc stunod
ne le onreifni”

Salí a por Fortuna y me traje Bisontes, Felpudo Tos (1998)

 

El dicho “los artistas viven del cuento” es tremendamente injusto. Es una de las sentencias más gratuitas de las últimas décadas, amplificada, todavía más, en estos tiempos de crisis en los que tanto gustamos de buscar chivos expiatorios. Leemos noticias de que ese escritor, este cantante, aquel arquitecto o ese pintor escriben, actúan, diseñan o dibujan bajo el sospechoso manto de esta o aquella administración, e incluso que alguno de ellos aprovecha y brinda gato por liebre mientras se lo lleva calentito, y generalizamos con una alegría que asusta.

Posiblemente, porcentualmente, el de la verdadera (repetimos: verdadera) creación artística sea uno de los colectivos / sectores / organizaciones / emporios que menos subvenciones atesore. Piénsenlo detenidamente. Es más, y centrémonos en el mundo de la música, que es el que nos incumbe: Si echamos un vistazo a nuestro alrededor, nos toparemos con una cantidad ingente de intérpretes y compositores que han de buscarse las habichuelas en mil y una profesiones distintas de la suya para, precisamente, dar rienda suelta a su vena creadora (insistimos: hablamos de artistas que creen en lo que hacen). ¿Cuántos colectivos conocen que imiten dicha práctica?

 
¿Uno de los primeros casos documentados en los que un artista se ve obligado a sobrevivir trabajando fuera del sector, pese a que lo que a él le gusta es la música?

 

No pretende ser ésta una parrafada simplona y paternalista, de verdad. Tan sólo una ocurrencia que pretende diferenciar aquel cantante que tira de la teta con una facilidad pasmosa (una minoría, en serio), de aquel al que le sigue costando dinero hacer música, y encima, si se queja, lo hace en voz baja. No sea que, además, reciba. Porque muchísimos músicos, no es que no cobren, es que pagan por tocar. De hecho, en cuestión de 25 años hemos pasado, de que la Administración suelte la pasta para centenares de verbenas, concursos y festivales, a que el músico medio se encargue de “subvencionar” sus actuaciones, vamos, a que actúe por la patilla. Y sí, todos somos conscientes de que ya somos mayorcitos para responsabilizarnos de nuestros actos.

Y este razonamiento nos lleva a parar en dos debates tan habituales en los corrillos del sector, como duros de cerrar con acuerdo. Uno: ¿Que los artistas actúen gratis voluntariamente contribuye a que el concepto de música como trabajo (o pasión) creado con esfuerzo siga devaluándose (por si no lo estuviera ya suficientemente)? Y dos: ¿De verdad la subvención pública ha hecho tanto daño a los promotores privados, y ha contribuido, como dicen algunos, a cargarse el sector?

Servidor no tiene la respuesta. No da para tanto. Eso sí, sigue celebrando que todavía sigan persistiendo citas como el Festival Rock Alaquàs o FRA, que este año llega a su 19ª edición. Personalmente, pensamos que no es cierto que este tipo de evento, de entrada gratuita, contribuya a hacerle pensar al respetable que la música pierde su valor porque el acceso al recinto sea libre (de hecho, no lo es: está pagado con dinero público). Preferimos quedarnos con la idea (llámennos ilusos) de que, de cada una de las reuniones de este tipo, saldrá un puñado de jóvenes que descubrirá la magia del sonido directo y acabará sabiendo del valor de pagar por ver a un grupo en vivo en una sala. Además, pensar que la mayoría de bandas valencianas vive y se mantiene de eventos musicales subvencionados de estas características es absurdo. ¿No creen?

 
L.A. – Outsider

 

El caso es que, como comentábamos, este sábado 31 vuelve a celebrarse el FRA en el Parc de la Sequieta de la localidad de l’Horta. Atrás quedaron primeras convocatorias que ya buscaban, mediados los 90, reunir a lo más granado del sonido independiente estatal (en sus primeras ediciones, unos -casi todos- jóvenes Madnoise, Doctor Divago, Los Planetas, Lagartija Nick, El Niño Gusano, Australian Blonde), y, más tarde, sonadas y rimbombantes ediciones (y alguna que otra cancelación) en las que en sus carteles se anunciaba el concurso de lo más granado del indie-rock internacional: De The Charlatans a Maxïmo Park, pasando por The Jon Spencer Blues Explosion, Super Furry Animals, The Posies, Mogwai, Black Rebel Motorcycle Club, Yo la Tengo, Teenage Fanclub, Rinôçerôse

 

1995: Nace el FRA

Desde hace un tiempo, eso sí, en el ayuntamiento de la localidad ya saben que el asunto no está como para tirar cohetes. Por eso, esta edición (que le convierte en uno de los festivales más antiguos de nuestro territorio) sigue tirando de opciones más cercanas, aunque con solera, como la de los mallorquines L.A., la banda de Luis Alberto Segura, una de las referencias más internacionales del indie patrio, acostumbrados a estudios de grabación y escenarios anglosajones. Los de aquel celebrado por muchos Heavenly Hell (Universal, 2009) regresan, ahora, para presentar su nuevo trabajo, Dualize (Dreamville/Marxophone).

Les acompañarán los catalanes Tokyo Sex Destruction, también de sobra fogueados en tablas foráneas, a partir de su peculiar manera de tratar el garage rock, y que en su caso presentan Sagittarius (BCore); además de la habitual representación valenciana, encabezada por Los Radiadores, con su segundo trabajo discográfico bajo el brazo, Manual de supervivencia (Bonavena Música), así como Ghost Transmission y Spheniscidae. Estas dos últimas bandas, han sido elegidas a partir del concurso PREFRA. Quien después de tanta tralla siga necesitando mover el esqueleto, por cierto, lo podrá hacer a partir de la selección sonora de DJ Jose WahWah, vamos, como bien reza su apellido, el alma máter de una de las salas valencianas con más tradición.

Y no nos gustaría despedirnos, ya que hemos iniciado esta disertación poniéndonos tan serios al hacer referencia a la sufrida y especial condición del sector musical, sin dar la bienvenida a una de las muchas iniciativas, casi altruistas, que pueblan el colectivo sonoro de nuestras tierras: Discos de Perfil. Probablemente ya sabrán de ellos, porque la repercusión mediática de su nacimiento ha sido realmente increíble. De hecho, esta semana, nuestro compañero Carlos Garsan dio buena cuenta de su filosofía, así como de otras luchadoras iniciativas disqueras valencianas, en un interesante reportaje publicado en LAS PROVINCIAS.

Sus dos primeras referencias son las del particularísimo dúo Teletexto, así como Damnatio memoriae, el trabajo de Mox Nox (aquí, en co-edición con Carmen Records). ¿Su filosofía? Cuidadas tiradas en vinilo de 300 copias. Afirman los responsables de Discos de Perfil que piensan trabajar “en estrecha colaboración” con sus bandas, y adoptarán “todos los acuerdos de manera consensuada”. Vamos, que como la mayoría del artisteo musical (y cultural), han llegado para forrarse, y andar a la sopa boba.

Y es que, ya saben: consuman cultura y, si es cercana y de calidad, mejor que mejor. Por regla general, no se arrepentirán.

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Sobre el autor

Curioso por naturaleza. Más de media vida escribiendo.


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