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César Campoy

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Sobre buenas personas (humanas)

“Quiero ver pasar la estrella,
que ha de marcar mi rumbo,
formularé un deseo más”

La estrella, Los Auténticos (1981)

 

Gonzalo Fuster tiene fama de ser un buen tipo, una buena persona. Sólo así se entiende que decidiera bautizar su actual proyecto musical con el impactante nombre de El Ser Humano. Miembro visible de Trinidad y Ontario, Fuster emprendió, hace ya varios meses, un peculiarísimo camino en solitario (aunque acompañado de incontables amigos), fundamentado en unos grados de intimismo, sensibilidad y desnudez que llegan a turbar. Incluso más que su facilidad para construir letras que se mecen en sonidos, todos ellos tan sencillos (sólo en apariencia), que uno sabe que siempre acabarán estallando en una complicada madeja.

El Ser Humano llegó a nuestras vidas el año pasado con el disco homónimo, de la mano de Malatesta Records. Aquellas nueve canciones, grabadas y mimadas en El Sótano bajo la atenta mirada de Dani Cardona, se convirtieron, de inmediato, en un aparador diáfano que marcaba los derroteros filosóficos de un creador que, como comentábamos, adora rodearse de compañeros de viaje (tanto en sus propias andanzas, como en las de otros músicos que siente cercanos). En aquella ocasión, aparte de con Dani, contó con la complicidad de Isa Terrible, Ernest Aparici, Fito Haro o su fiel Juan Terol, para definir senderos plagados de baldosas que bebían, sobre todo, de lo acústico, como las amigables Indefensión, Decirte que no o Su bolsillo no era mi hogar.

 

 

Ahora acaba de ver la luz Pyla Pan, también a través de Malatesta; un disco recién cocinado, de nuevo, en El Sótano, con la connivencia imprescindible de Cardona, elemento sin el cual, posiblemente, no podría entenderse el característico rumbo de esta travesía de Fuster. Con este nuevo trabajo, El Ser Humano sigue sumergiéndose en ese universo peculiar que (obviamente), tan sólo él parece conocer con precisión milimétrica, pero que, poco a poco, vamos adivinando el resto de los mortales. Narraciones sugestivas y musicalizaciones complicadamente desnudas, para pasar la vida, repletas de fantasmas y ensoñaciones interiores, pero también referencias próximas, suyas, nuestras. Porque, en Pyla Pan, Gonzalo tira, sin rubor, de guiños cercanos (sobre todo, en torno a referencias musicales), una práctica que, al contrario de lo que muchos piensen, tiene mucho más de espíritu cosmopolita que de cerrazón provinciana. En esta ocasión, los agraciados son, por ejemplo, Dwomo (su Disco Dios) o Sokolov (en Canciones de Dwomo), además de, en Pablo Maronda es mujer, evidentemente, Maronda.

No osaremos tratar de adivinar el estado de ánimo de Fuster, pero sí afirmaremos contundentes que este Pyla Pan es un indiscutible paso adelante de El Ser Humano. Su esencia más eléctrica y brillante abre el abanico de futuros seguidores de Gonzalo de una manera descarada. Los que dudaban en adentrarse en el sendero humano con aquella primera referencia, apenas tienen excusa ahora. Sobre todo después de plantarse ante Hace dos días, el deslumbrante tema que abre el disco y cuyo vídeo-clip, que retrata a la perfección la idiosincrasia del Ser, y realizado por Rubén Soler y la diligente familia de Cápsulas Musicales, presentamos desde aquí, en exclusiva.

 

 

Porque El Ser Humano ha acertado de pleno con este arranque; sin duda, y se ha apoyado en un Cardona que ha firmado uno de sus trabajos más redondos, y cuyo resultado final, el de este Pyla Pan, nos hace augurar mejores momentos sonoros futuros si el dúo sigue unido. El optimismo de esta Hace dos días (inmejorable esa intro del tema) es un aperitivo (de tres estrellas) perfecto para la mencionada Canciones de Dwomo, un dulce medio tiempo acelerado en el que la peculiarísima voz de Gonzalo pasea vocalizante con elegancia y seguridad, y que da paso a una de las creaciones menos convencionales, Hasta las mil (ecos lejanos de El Niño Gusano), que a base de rítmica diversa, desembarca en uno de los estribillos más llamativos del disco (“dos semanas en Angola, todo un año sin salir”), el mismo que va adquiriendo prestancia a medida que avanza la composición.

Y llegados a este punto confirmamos que El Ser Humano es un mucho de música, y un mucho más de textos. En la enigmática Pablo Maronda es mujer (otro estribillo de altura; Gonzalo es ser de versos pegadizos), cobijados en misteriosos ruidos y sonidos que deambulan entre lo tenebroso y lo celestial, nos brinda sentencias como ésta: “Viene arrastrando su corazón pisando sus propias venas al tropezar”; prácticamente a la altura del “no fue exactamente un perro quien me encontró, en refugios tejidos de hilos de pescar, encontré una pecera y allí me quedé” del enigmático Nací sordo, un febril recorrido biográfico tan conmovedor (esas transiciones) como esa canción de amor de manual, en formato postango, llamada Dame un beso.

Ambas dan paso a una recta final en la que la presencia de los amigos es más evidente. De ese Todo blanco en el que la banda (Fito y, evidentemente, Dani) suena potente, a la agridulce No quieras saber, que incluye pasajes sonoros y líricos de gran altura, pasando por una bella (intuimos) nana, Bonita (“una [estrella] con envidia te ha rozado, inocente y trágica dejó en la luz de tu cara un bonito lunar; ya puedes dormirte, estuve en tu cielo y sé que al fin esas estrellas te protegerán”), y un dignísimo broche, Mis decepciones, que en su recta final se embala de manera casi épica (“déjalo correr que al final ni tú lo recuerdas, ni falta que te hará”), y que cierra abruptamente este Pyla Pan, un cuidado proyecto (los diseños, clips y gráficos de El Ser Humano son otra prueba de que Gonzalo tiene buen ojo en lo personal, pero también en lo profesional) de largo recorrido, y cuyas bases estarán a disposición del respetable este domingo, porque todo aquel que desee comprobar cómo suena en directo, con banda, lo nuevo de El Ser Humano no tiene más que acercarse, en la parada valenciana en su sendero de presentación de esta grabación, por la Sala Russafa. Allí, Gonzalo se verá arropado por Cardona, Fito y Rubén Marqués (nueva incorporación, al bajo). La verdad, tan sólo por curiosidad, ya valdría la pena dejarse caer por allí.

Ser y Humano

Y hablando de buenos tipos, Josep Bartual ya tiene listo su nuevo proyecto musical. Se llama Atlàntic, y en él el valenciano sigue ahondando en un universo netamente pop, ya desgranado en formaciones como Iba Andando o Moonflower, ahora en compañía de Thomas Mantovani (también de la familia Moonflower), Fran Mesado y Pablo Obiol (Delocksley). Acaban de registrar su primer EP en los estudios Blackout Musice, junto a Paco Morillas y Carlos Soler, y su bautismo en formato netamente eléctrico (hace pocas fechas el estreno se produjo en un ambiente menos contundente, en el ciclo Seu Mostra, en la Facultad de Teología) tendrá lugar este viernes, día 13, en Wah-Wah. Les acompañarán los también valencianos Molé, un trío amante de sonidos guitarreros actuales y fácilmente identificables, con un EP disponible, What You Try To Hide.

Así que, ya saben, sean buenas personas y consuman cultura y, si es cercana y de calidad, mejor que mejor. Por regla general, no se arrepentirán.

 

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Sobre el autor

Curioso por naturaleza. Más de media vida escribiendo.


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