“Y ahí sigues,
pensando en lo que duele,
comiendo palomitas,
escalando las paredes”
Tic-tac, Mr. Smoke (2004)
Del bueno de Mike Grau estuvimos varios años sin saber nada. Al menos, musicalmente, desde que, en torno a 2003, aquella oda al ruido bien entendido llamada Furious Planet dejó de existir. Bien es cierto que, enfilando la recta final de la década pasada (en 2007, más en concreto), la otrora insigne formación valenciana desempolvó sus amplificadores y volvió a demostrar por qué fue considerada una de las bandas con más proyección de nuestro territorio, allá en los 90, justo en el momento en que el término indie vivió aquel proceso de transformación, de lo molón, a lo vilipendiado, pasando por lo masivo.
Aquel proyecto, surgido desde estas lindes y escupido por la rabia del Kasal Popular, encandiló al personal, tanto por su forma de amasar las esencias roqueras con tan alto grado de mala leche, como por sus despampanantes directos, capaces de dejar KO al espectador más curtido. En pocos años, a base de distorsión y melodías punzantes, pero pegadizas, los Furious se auparon en los primeros puestos de la lista de formaciones valencianas con más posibilidades de ser catapultadas más allá de La Serranía. Tanto que, tras varias maquetas (entrañable palabra, ¿no?), acaban editando, bajo el manto de la, por entonces, mítica Experience Records, el celebrado vinilo Undigested. A partir de aquí, el tema se desmadró: giras interminables, festivales, portadas en revistas y fanzines, compartir escenario con la crème de la crème de la independencia estatal o referentes internacionales de la talla de Fugazi o Green Day… hasta que, mediados los 90, la avispada familia de Subterfuge Records, a punto de pegar el estallido total, consigue convencerles para firmar un contrato. Y, efectivamente, perduró el subidón: más referencias (Trip), concurso en recopilatorios y bandas sonoras (aquella bizarra Killer Barbys de Jesús Franco, por ejemplo), y un bombazo, Mr. Pérez, que inundó las ondas hertzianas de medio país.
En aquel tobogán sin control, los acontecimientos siguieron sucediéndose, casi, sin pausa: Salida de Subterfuge, entrada en Locomotive y edición de Photophobia, más conciertos, más portadas, más desenfreno… y ¡stop! Hasta entonces, mientras tanto, y pese a haber formado parte del catálogo de Subterfuge, uno de los sellos estatales independientes más popular de las últimas décadas, Mike y compañía habían ido bastante a la suya. Porque, si algo caracteriza a Mike es, precisamente, eso: su querencia por tratar de no casarse con nada ni con nadie, así como su facilidad para dejar huella allá por donde ha desembarcado, tanto solo, como en compañía. Juzguen ustedes mismos:
El caso es que, desde que en aquel 2007 la furia retornara y, en 2011, editara The Funeral, un recopilatorio de caras B e inéditos, hasta el día de hoy, se podría decir que, aunque no viva de ello (¿cuántos creadores sonoros valencianos lo hacen hoy en día?), a Mike le ha invadido una especie de incontinencia compositiva que le llevó, hace un tiempo, a idear el proyecto Mad Robot y, hace unos meses, a editar el disco (hasta hace poco, tan sólo disponible en la red) Blacklisted. Para grabarlo (en casa, como tocaba), el dúo compuesto por Mike y Susana M. decidió contar con la ayuda de dos grandes de nuestra escena: el bajista Borja Boscà, y el guitarrista curtido en mil batallas Cristóbal Perpiñà (Seguridad Social, Club 430). De todo lo demás (vamos, casi todo) se encargó el propio Grau, inmerso en una espiral de juanpalomismo sin fin, que le ha llevado a controlar todos y cada uno de los engranajes y tuercas de este Mad Robot que vive gracias a un combustible sencillo, pero efectivo: guitarras vistosas (mirando con un ojo a The Pixies, y con otro, a Weezer), melodías perdurables, y unas combinaciones de voces (las de nuestros dos protagonistas), que casan de manera más que llamativa.
Y así fue caminando este proyecto, sin más ambición que estar presente en la Red y sonar en nuestros reproductores portátiles (o de salón), hasta que otro tozudo de la escena, Manolo Tarancón, convenció a esta particular pareja para editar en formato físico este Blacklisted (con algunos extras) a través de un nuevo sello, Endoftheworld Records, y presentarlo en directo con formación de altura. Será este viernes, 28 de febrero, cuando en un espacio tan reducido como el Deluxe Pop Club, Susana y Mike desgranen las pistas de uno de los discos más dignos del año pasado, en compañía, ahí es nada, de Carolina Otero (The Someone Elses, con quienes también ha hecho buenas migas el propio Mike), el inefable Boscà (Perro Grande, España) y un viejo conocido, Roberto Timón (los propios Furious Planet, La Muñeca De Sal).
Allí sonarán muchos de los temas de tan celebrada criatura sonora, así como, esperamos, algunas de las ráfagas de la próxima referencia de Mad Robot, en cuya gestación se halla inmerso el incansable Grau, mientras sigue disparando, en redes sociales y entrevistas, a diestro y siniestro, es decir, sin ánimo de dejar que escape vivo, prácticamente, ningún sector y recoveco de la industria (¡esas risas!) musical valenciana.
Quienes tampoco andan sobrados de actividad, por otra parte, son los componentes de Crow Jane. Sobre ellos y su más que recomendable Contradiction ya desgranamos varios apuntes desde este mismo altavoz. Ahora vuelven a ocupar nuestra atención porque, en colaboración con el colectivo TversusT, se han marcado el vídeo-clip del sencillo Wait For Me, según apuntan, basándose en la tragedia de una de las muertes del fotógrafo Masahisa Fukase. He aquí un avance de la creación definitiva, que presentarán, también, este mismo viernes, en el espacio Mr. Pink de la capital valenciana, en una sesión que se completará con pequeño concierto acústico.
http://www.youtube.com/watch?v=dZ5FwZQpELE&feature=youtu.be
Buenas vibraciones, pues, para pasar los próximos días, mientras esperamos la llegada del jueves que viene, 6 de marzo, para dejarnos caer por el Wah-Wah, y celebrar con la familia de la edición valenciana de Mondo Sonoro la cita local de su Fiesta Demoscópica. Los elegidos para una sesión que, a priori, se antoja salvajemente roquera y efervescentemente rabiosa, no son otros que el martilleante trío alicantino De Pirámide, los apasionados castellonenses del blues, el rock y el garage Gris Gris, y los peligrosísimos valencianos Retraseres, tan impredecibles como atrayentes. Tres bandas que conseguirán, además de contribuir a la vertebración del territorio, armarla, lo que se dice, bien gorda y, si todo va como tiene que ir, seguir confirmando aquello de que vale la pena consumir cultura y, si es cercana y de calidad, mejor que mejor. Por regla general, no se arrepentirán.