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César Campoy

Banda sonora

El difícil arte de dejar ir

Con la publicación de Underwater, Mist se despide tras tres lustros de pop melancólico de alta graduación

 

Desde hace mucho tiempo, Valencia tiene la suerte de contar con dos verdaderas y peculiarísimas joyas artísticas holandesas. Una de ellas es anónima, se encuentra en el Museo de Bellas Artes y lleva por título Dos niños enseñando a bailar a un gato. La otra acumula muchos menos siglos, responde al nombre de Rick Treffers, y se mueve como pez en el agua por una ciudad que ya considera suya: «Cuando estoy en el extranjero, echo de menos la luz de Valencia, la playa de Almenara o Pinedo, una paella casera, mi banda, mis bares favoritos donde me tratan como si fuera familia. Pero en Berlín o Ámsterdam encuentro cosas que aquí no encuentro. Son ciudades más cosmopolitas, hay más variedad. Cuando vuelvo a Valencia siempre me cuesta unos días adaptarme y suelo pensar: ‘¿Que coño hago aquí haciendo mis compras con mi tarjeta del Consum?’. Luego me pongo a trabajar y funcionar. Siempre intento coger lo bueno de cada sitio. La felicidad debe estar dentro de uno mismo», asegura Rick, años ha, en Girlfriend Misery y Miss Universe, y, posteriormente, en una aventura, la de Mist, que, con la edición de Underwater (Skipping Records), y tras tres lustros de vida, llega a su fin.

 

Preparado para el despegue. Por Nuria Andrés Sáez

La estructura y concepto de esta suerte de epílogo están basados en un compendio de recuerdos, pasados y presentes: temas inéditos que pudieron formar parte de su anterior trabajo, The loop of love  (2015), duetos junto a Alondra Bentley y Maria Rodés, piezas grabadas en directo, remezclas, versiones… Una sentidísima colección de pequeñas gemas repletas de elegancia melancólica, dignidad sonora y belleza compositiva e interpretativa: «Underwater surge poco a poco. Cuando hice la campaña de crowdfunding para The loop of love, uno de los premios para los mecenas que aportaron 50 euros o más era ‘un disco de canciones inéditas’, pero no conseguí terminarlo a tiempo de una manera satisfactoria. Les prometí entregárselo lo más pronto posible. Mientras tanto, con la banda en Valencia, nos surgió la idea de grabar dos temas que funcionaban muy bien en directo: Heart surgery y Prepare for landing. Eso me dio la idea de añadir más grabaciones actuales y hacer una mezcla de temas de ahora y canciones inéditas del pasado. Pensé que sería bueno ofrecer un epílogo de peso y considerarlo como un disco nuevo de Mist. De todo un poco, pero completo», explica.

 

 

Treffers consideraba que este punto y seguido debía tener el empaque que se merecía. A una criatura a la que se le mima con tanta pasión no se le dice adiós, sin más. El propio Rick ha explicado, por activa y por pasiva, las razones de este final (la existencia de otros artistas con similar nombre, el contexto musical…). Al final, nosotros nos preguntamos si esta decisión tiene más de exorcismo o liberación, o se parece más a una lenta agonía: «De mis letras puedes entender que me suele costar bastante dejar soltar las cosas, así que no ha sido una decisión fácil de tomar. El nombre Mist, para mí, significa mucho. Sobre todo en cuanto al sonido y los arreglos, Mist es una filosofía musical y la gente lo conoce así. Cuando hice The loop of love ya pensé publicarlo bajo mi nombre, pero era demasiado pronto. En nada cumplo 50 años y sale un libro al mercado bajo mi nombre. Es el momento perfecto para mí: ir publicando todas mis creaciones como Rick Treffers. Los cambios son buenos. Ch-ch-ch-changes».

 

El turista arraigado. Por Stella Blasco Berlanga

Aquel The loop of love, como comprenderá el lector, fue un disco muy importante para nuestro protagonista ya que, además, representó el retorno de Mist tras más de seis años desde la publicación de su último trabajo. En aquel proyecto, el artista se rodeó, además de clásicos como Ivar Vermeulen o Jeroen Luttikhuis, de una familia de músicos valencianos, algunos de los cuales le han seguido acompañando. Hablamos de grandes de nuestra escena como Sergio Devece, Remi Carreres, Javi Galope, Gilberto Aubán…: «Han representado mucho para mí. Ha sido algo mágico llevar mis canciones a España e interpretarlas con buenos músicos españoles. Es hasta exótico [ríe]. Sergio y Javi ya conocían el repertorio de Mist de antes y estaban encantados de colaborar desde el principio. A Sergio le fiché sin saber cómo tocaba la guitarra, porque había tan buena onda y entendimiento sobre estilos que estaba seguro de que iba a funcionar. Y mira, ahora es uno de los ejes de Mist y de Rick Treffers, también en el tema de la producción. A Gilberto le conocí en 2007 cuando tocamos juntos en un Live in the Living que organicé en El Carmen. Me pareció un tío original y peculiar. Resultó ser un musicazo muy versátil, y mi suerte ha sido que a él le gustaron mis canciones y mi forma de trabajar. Ahora es mi compañero más fiel en los directos, y mi amigo. Remi ya no toca conmigo, pero es un buen bajista profesional con mucho recorrido y ha aportado su espíritu también», explica Rick, mientras sigue celebrando la facilidad con la cual ha acabado maridándose con un ambiente musical valenciano que no ha cesado de brindarle compañeros de viaje. ¿Más, todavía? Pues, sin ir más lejos, Lourdes Casany y otro histórico, Dani Cardona: «Lourdes me compró The loop of love hace un año y me dijo que era fan del disco. Y yo era fan de ella. La conocía de Polonio y Dwomo y me gusta su forma orgánica y supermusical de tocar. Era lógico que se incorporase y así fue. Además, la música de Mist tiene rasgos femeninos; no está nada mal tener una mujer en la banda. ¿Dani? Es un buen tío. Un reloj en la batería, y mis canciones necesitan esta maquinería pop que él puede dar. El hecho de que sea productor ayuda también. Además, escribe muy bien, y esto lo tenemos en común», añade riendo mientras desvela las fuentes en las que ha venido bebiendo todos estos años, a raíz de las tres versiones (revisitadas de manera muy personal) incluidas en Underwater, a partir de temas de Bacharach, Janis Ian y The Walker Brothers: «Los años 1998-2004 fueron importantes para mí, cuando escuché a grupos como Sparklehorse, Grandaddy, dEUS, Mercury Rev, The Divine Comedy, Radiohead, Tortoise y The Notwist. En el mismo periodo descubrí Pet sounds, de The Beach Boys, y un disco de Dusty Springfield cantando el repertorio de Burt Bacharach y Carole King, y me enganché mucho a esta música de los 60 y los 70 tan agridulce, bien grabada y arreglada».

 

 

Pero dejemos de mirar hacia atrás. Treffers tiene demasiadas criaturas a las que mimar en un futuro. Demasiados proyectos y creaciones con los que jugar con la misma cara de pillo con que aquellos niños holandeses de mediados del siglo XVII manosean al resignado minino. Habrá disco bajo, ahora sí, la marca Rick Treffers, El Turista Optimista seguirá ironizando sobre las costumbres hispanas y, como ya se ha avanzado, habrá libro: «Para el próximo disco ya tengo las maquetas de ocho canciones. El gran cambio es que las letras no van sobre el amor o el desamor, sino sobre cosas obvias como la muerte, la juventud, la amistad y el sentido de la vida en general. Musicalmente siguen siendo canciones con toques de pop y folk. El Turista Optimista es un proyecto que va muy sobre la marcha, porque cada vez soy más español [ríe]. Saldrá en el libro, también. Se trata de una especie de ‘ficción autobiográfica’. Hay relatos de las giras por España, Argentina, Estados Unidos, México y Holanda, entrelazados con una historia medio ficticia, en torno a la vida de un músico, los sueños y la industria musical. Se publica en Holanda, y luego quiero traducirlo o reescribirlo al castellano. Me hace mucha ilusión», sentencia un Rick que seguirá rodando por esos mundos para seguir mostrando esa sensibilidad que tan certeramente es capaz de escarbar en las buenas almas. Rodará y rodará, pero siempre acabará retornando a su Valencia, para celebrar con sus amigos la vida. Si quieren asistir a una de esas mágicas citas, anoten la fecha: 13 de mayo, en el Tulsa Café.

 

 

Los discos de la semana

 

Doctor Lobo

Metodología (Autoeditado, 2016)

Bajo el manto de dos seguros de vida (Carlos Ortigosa en la mesa de mezclas, y Manuel Cabezalí a la masterización), el segundo trabajo del quinteto se ha convertido en un auténtico espaldarazo creativo e interpretativo en la trayectoria de una banda que muestra sus cartas sin ambages: pasión por la épica, obsesión por las ambientaciones llamativas, y entusiasmo por los desarrollos progresivos que desembocan en abrumadoras explosiones sonoras a base de frondosas guitarras y arreglos que rozan el horror vacui. Metodología, si la competencia no fuera tan feroz, debería servir para que Doctor Lobo se convirtieran, definitivamente, en serios candidatos a pisar habitualmente grandes escenarios, excusándose en desarrollos trabajados como los de Caballos salvajes y Cápsula, etéreos entramados como los dispuestos en Escritura automática, o estructuras más directas como las de Lobo.

 

Lost River Bastards

First (Autoeditado, 2017)

También han sido los Music Rooms de Carlos Ortigosa los estudios elegidos por una más de las jóvenes ‘superbandas’ (en Lost River Bastards encontramos a componentes de The Dirt Tracks, l’Emperador, Copo, Flaco Favor o Smoking Souls) que pululan por la escena valenciana. Precisamente ese espíritu inquieto se antoja como el mayor de los valores de un trío que, con First, parece mostrarse completamente libre de prejuicios a la hora de abordar, con solvencia, tanto el pop de esencia indie, como los ritmos bailables (del funk a lo tribal), combinados con ciertos momentos de ambición expositiva que mira, sin ningún tipo de complejo, hacia horizontes más experimentales.

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Sobre el autor

Curioso por naturaleza. Más de media vida escribiendo.


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