Imprevisible y auténtico como pocos, el grupo se despide de los escenarios valencianos en el Surforama que tendrá lugar en La Rambleta
Posiblemente, la de Wau y los Arrrghs!!! es la historia de una de las bandas de rock más auténticas que han visto nacer estas tierras en los últimos lustros. Repleta de idas y venidas, parones que parecían definitivos, retornos sonados, discos antológicos, directos inolvidables, desfases varios, leyendas diversas, giras interminables e inapelable repercusión internacional, incluso su ¿definitivo? adiós está envuelto en una suerte de bruma que deja a sus incondicionales seguidores balanceándose entre un ay angustioso y un hilo de esperanza de que Juanito, Fletán, Molongui, Satu y Belinda, algún día, decidan volver a la carretera: «Wau es imprevisible. Seguramente, el del Surforama será nuestro último concierto en Valencia. Tenemos intención de despedirnos en Madrid y en algún otro lugar más. A partir de ahí, el parón se producirá sin duda alguna. Ofertas para seguir tocando hay mil, aquí y en Europa, pero tenemos que ser consecuentes y, si hemos decidido dejarlo, hay que dejarlo. Es muy triste ver a esos grupos que anuncian el típico concierto de despedida, y luego se tiran tres años diciendo adiós. Es ridículo», asegura, contundente, Jose Fletán.
Así pues, el evento en cuestión, la definitiva en tierras valencianas, tendrá lugar, en la edición 14 del Surforama, a celebrar entre los días 18 (la jornada en la que Wau compartirá escenario con Les Grys Grys) y 20 de mayo en La Rambleta. Allí se darán cita, también, conjuntos del calibre de Link Protrudi & The Jaymen, Los Coronas, Kaiser George & The Hi-Risers, The Imperial Surfers, The Blind Shake, Man or Astro-Man?…
Dicho acontecimiento, además, coincidirá con la presentación de la última referencia discográfica del combo, un sencillo con dos temas inéditos y originales, los punzantes El mañanero y Maldita, registrados en los Stardust bajo la atenta mirada de Sergio Devece, «una mañana de domingo, prácticamente en directo, y editado por nosotros mismos. Las gentes del Surforama nos llamaron para hacer el concierto de despedida allí, y se planteó la idea de aprovechar la cita para editar algo especial para la ocasión». Con diseño de carpeta de Mik Baro, este trabajo cierra, por ahora, una discografía capaz de revivir al más sieso, iniciada en 2003, prácticamente con la puesta en marcha del proyecto, con un epé (sí, el de Demolición) publicado por Kawanga! Records, al que siguieron tres elepés: Cantan en español (Voodoo Rhythm, 2005), ¡¡¡Viven!!! (Munster, 2009) y Todo roto (Slovenly Recordings, 2013).
Con todos ellos, Wau Y Los Arrrghs!!! no han pasado desapercibidos para nadie que ha osado escuchar uno de sus temas. Porque, al fin y al cabo, de eso va el auténtico rock, ¿no?, de no dejar a nadie indiferente, de abrir heridas, de despertar sentimientos primarios, de invitar a la euforia… Y si todo eso lo consigues de manera nada artificiosa, desde lo más profundo de tus entrañas, prácticamente, desde el subconsciente, has apostado a caballo ganador.
Considerados por algunas de las bandas valencianas más underground de nueva generación como una fuente de inspiración, Wau Y Los Arrrghs!!! nunca han tenido muy claro su papel de padrinos aunque, obviamente, se sienten halagados: «Imagino que a algunos jóvenes les sorprendería ver a unos tíos, ya mayores, haciendo el animal sobre un escenario; haciendo eso que a ti te gustaría hacer. No sé si hemos sido catalizadores de algo, pero lo que sí hemos demostrado es que cualquiera es capaz de montarse un grupo y hacer rock and roll». Y, esa autenticidad independiente, ¿tiene sello geográfico? ¿Espacios como La Residencia o Magazine son, hoy por hoy, los principales generadores de esa escena underground? «Ambos tienen un público eminentemente juvenil, y con ganas de hacer cosas, pero decir que son los únicos generadores de independencia suena ridículo. En Valencia siempre ha habido grupos y garitos que se han movido. Tenemos que estar orgullosos de que haya gente como Lorenzo, de Loco Club; Pepe, de 16 Toneladas, y muchos más, que están luchando para que esto se mueva».
Movimiento. Tal vez ésta sea la palabra clave. La madre del cordero. Wau Y Los Arrrghs!!! se encuentran en la privilegiada y corta lista de bandas valencianas a las que nunca les ha faltado, cuando así lo han querido, faena. Tanto dentro, como, sobre todo, fuera de nuestras fronteras. ¿Es una cuestión de actitud, de ceñirse a un determinado estilo? «Hasta cierto punto, la mayoría de la gente espera que el éxito le llegue. No se complica, hace cuatro conciertillos, y espera que suene la flauta. Y no se da cuenta de que, un grupo, si quiere compartir su música con la gente, lo que tiene que hacer es salir a tocar. Y coger la furgoneta, y recorrerte Europa. ¿Que eso implica muchas horas de sueño, muchos trabajos que se van a la mierda, problemas de pareja…? Pues sí. Pero, ahí, se trata de establecer tus preferencias y decidir si vale la pena. Wau surgió como un grupo de amigos que se lo pasaba bien, pero que no paraba de tocar. Los primeros años hicimos muchísimos más conciertos fuera de España que en España. Tal vez a algunos les falte esa chispa que te hace coger la furgoneta y no parar. Además, hoy en día, con las nuevas tecnologías, es mucho más fácil establecer contactos. Mira Betunizer, que no paran. Si te soy sincero, no veo ninguna banda joven valenciana que, a día de hoy, tenga pinta de perdurar y dejar su huella. Es complicado. No sé, tal vez Wau veníamos de otra manera de ver las cosas, más en torno al concepto de grupo. Ahora veo mucho individualismo. Cuidado, no niego que haya talento, que lo hay, pero se están estableciendo ciertos círculos cerrados, que ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Pero, oye, cada uno es libre de hacer lo que quiera», afirma Fletán.
Seguramente, esa filosofía de vida ha sido la que ha hecho posible que, a base de agotadoras giras, el combo haya pisado, lo apuntábamos, escenarios de toda Europa y América. Allí, más en concreto, en países como México, el quinteto está considerado un verdadero fenómeno de masas. En su última visita a tierras aztecas, de hecho, el grupo compartió escenario con mitos del rock como The Fleshtones. «Fue flipante. The Fleshtones eran, allí, unos mindundis. Teníamos que explicar a la gente ¡quiénes eran! Lo de México es increíble. Nos quieren mucho. ¿Tú sabes lo que es tocar para 5.000 personas entregadas?». Porque, en todos estos años, Wau Y Los Arrrghs!!! se han codeado con grandes del género. Antiguos ídolos que, con el paso del tiempo, se transformaron en compañeros de viaje: «Han sido tantos… Con los Mighty Caesars hicimos muy buenas migas en Roterdam. Que el batería de Los Saicos me pregunte cómo afinaba la batería. O el último concierto de Raf Pulido, de La Banda Trapera del Río…».
En total, han sido, prácticamente, tres lustros que, si nada o nadie lo remedia, llegarán a su fin este 2017. Wau Y Los Arrrghs!!! dejan espectáculos memorables, temas propios y revisiones del calibre de Demolición, Lo que quiero, Niña, Copa, raya, paliza, Todo lo voy a romper o La ciudad no es para mí, y lemas como «hoy, aquí, se va a liar a base de bien» o «no se dice adiós, se dice a Link Wray», y, sobre todo, un legado repleto de honestidad y actitud. Sin medias tintas. Algunos de esos momentos míticos quedaron reflejados en el documental Agáchate y mira mi corazón, de Ramón Jiménez. Echando la vista atrás, Jose sonríe al comprobar que tiene muchos más; tal vez, demasiados: «Media hora antes de actuar en una fiesta increíble de Voodoo Rhythm Records, en un teatro de Lausana, estábamos todos torrados en el camerino. Veníamos de gira, cansadísimos y un poco descompuestos. En el escenario, Juanito acabó vomitando en la guitarra de Satu. El público no daba crédito».
Lo imprevisible como combustible que ha hecho mantener la nave en órbita, entre reparación y reparación. ¿Otro de los secretos de Wau ha residido en el hecho de que pocas veces se ha comportado como un grupo al uso, con sus ensayos programados, y demás? «De haber funcionado así, la banda se hubiera ido al garete en nada. Wau ha sido y es hacer lo que te gusta, desde el corazón, para pasarlo bien, para hacer que la gente lo pase bien, para viajar. Sin ningún tipo de profesionalidad ni horario. ¿Que nos salen 15 días en Holanda? Pues para allá que vamos. Sin pensarlo. Y, mañana, Dios dirá. En todo este tiempo hemos hecho lo que hemos querido y nos lo hemos pasado genial». ¿Ha quedado algo en el tintero, alguna asignatura pendiente? «No ha quedado nada pendiente, porque no había nada premeditado. Tal vez, triunfar en Sevilla», sentencia Fletán.
El disco de la semana
Los perros ladraron (Bonavena-Trilobite, 2017)
Mantener una marca de la casa, sumando disco tras disco, a partir de una evidente y obsesiva devoción por los parámetros más clásicos del rock de siempre, el áspero y de esencia callejera, no deja de ser una dura costumbre que Los Radiadores, hoy por hoy, siguen cumpliendo a rajatabla, apoyados en una suerte de ejercicio constante basado en la honestidad. Los perros ladraron es eso, y algo más. Como apuntábamos, el sonido particular del cuarteto sigue vigente (la característica voz de Raúl Tamarit, las certeras pinceladas a la guitarra de El Joven, la base rítmica segura de Sergio Domingo y Vicente Metralla), pero, faltaría más, también la evolución compositiva (el propio Tamarit progresa adecuadamente a la hora de enfrentarse a los textos) e interpretativa (Más no te puedo dar es una incuestionable muestra) justifican, se sobra, la viabilidad del último trabajo de los valencianos; una criatura con la que, dentro de los parámetros filosóficos y estilísticos propuestos, el combo ha perdido, definitivamente, el temor a moverse, seguro, por terrenos que oscilan entre la contundencia más ortodoxa (la áspera y directa Estás de suerte) y la tranquilidad contenida (los elementos instrumentales que arropan a una semifronteriza Buddy Holly). Entre medias, olorosas briznas en homenaje a los héroes venerados (Parálisis Permanente, The Clash, Los Enemigos) para construir trallazos del estilo de Marte ya no nos quiere o Dando lecciones, o piezas más meditadas como Felicidad y Cuerdo de atar. Grabado bajo la batuta de Dani Cardona en El Sótano, la nómina de colaboradores la completan el propio Cardona (a la percusión en Buddy Holly), además de Manolo Bertrán (evidente su guitarra de 12 cuerdas en la agridulce La última función) o Balbina Benito, responsable de las ilustraciones.