LA MICCIÓN EN EL FRÍO
Hace frío. Es obvio que esta afirmación no descubre nada nuevo y que se sabe porque no hay manera de evitarlo si sigue uno las noticias de todas las cadenas de Televisión e incluso de radio y diarios.
No solo te dan los datos, sino que se pasan medio horario dándole vueltas a la corriente ártica, a las bajas presiones y enseñarnos no solo planos de como ella, la locutora e incluso él, el locutor , abrigados para una expedición polar, nos muestran con detalle las masas de nieve acumulada y lo ilustran con comentarios locales que van desde la declaración de “no pasa nada” a un “ya era hora” y finalmente nos joden la tarde diciendo lo que es verdad y es que no llueve, y en todo caso lo hace poco, para alterar el porcentaje de tal o cual pantano.
Nos quedamos encogidos pese a la calefacción o el aire acondicionado, el que pueda y lo tenga; no entramos en calor del todo y en ocasiones se echa de menos aquellos braseros donde tras cada firma se abría un mundo de calor que servía para calentar rodillas y muslos y parte de lo innombrable y con la espalda fría cuyo remedio era la toquilla de punto que ya venía heredada de la abuela.
El frío tiende a encoger los tejidos etc. y con la edad más, tanto que acabo de hablar con un amigo que me ha dicho que ha decrecido 13 centímetros y ya no es, hace tiempo, lo buen mozo que era.
Me ha confesado que tiene dificultades a la hora de miccionar y le he dicho que vaya a un urólogo y me ha dicho que no hacia falta y que él ya sabía lo que le pasaba.
Al insistir yo me corrobora que tiene dificultades para orinar ante la problemática de no encontrarse el correspondiente aparato. Me río y se mosquea conmigo.
Y ya en plena confidencia me ha contado que el otro día, mientras jugaba al dominó, tuvo que levantarse por una urgencia y que a la vuelta venía con toda la pernera derecha del pantalón mojada hasta extremo inconcebible; no es lo mismo la gota irredenta que la expansión lacustre y ante la extrañeza e interrogado por mi en plan Gestapo confesó que se había confundido de aparato y lo que él suponía como el mentado aparato era un testículo.
Silencio tenso, barriga dentro para evitar la carcajada, larga cambiada y le propongo de ahí hacer una tesis sobre la perdida de sensibilidad y la dificultad de percepción en general y sobre todo ahora con el frío.
Estaba avergonzado y dimos en encontrar soluciones para tamaño problema y entuerto y yo puse sobre la mesa la solución de la varita doble.
¿La varita doble?
Suponiendo que siga usted intentando mantener la postura de pie- algunos se niegan a sentarse por considerar que eso es impropio de tipos que se afeitan- y estando en plena era tecnológica que viene subrayada por la cantidad de selfis que el respetable se hace digo, pregunto en general y en particular al mundo del emprendedor técnico (tan en boga ahora)
¿No podríamos utilizar la misma varita sujetadora de la cámara, para adaptarla como buscador afelpado de aparatos en franco encogimiento fruto del frío, de la edad o de factores exógenos?
Se produjo un silencio mortal seguido de algunas preguntas acerca de la presión del afelpado y dado que tuve que levantarme para atender una urgencia personal he prometido volver a ver si se han hecho trabajos ciertos de campo.
Por mi parte le he sugerido a un sobrino mío que es fisioterapeuta ,en trance de hacer una tesina, que no eche en saco roto la posibilidad que se brinda de la varita doble y que para ser más universitaria la cosa tomase un título sugerente.
“Del aparato escritor en la tercera edad y sus consecuencias en el incremento de la venta de varillas selfi y mejora de la cuenta de resultados de las tintorerías
Trabajo de campo en tertulias de mayores de 70 años.
Ha mejorado el tiempo y las televisiones siguen dándonos la lata con las mismas cuestiones. ¿Hasta cuándo Señór estas torturas?
Perdón me ha tocado el turno en la tintorería. Mucho gusto.