Míster Trump y Monsieur Macron

         Para mí el asunto Cifuentes está amortizado, aunque la duda que me queda es que siendo el asunto de las cremas, “descuidadamente” aparecidas en el bolso de esta señora, corriendo el año de gracia el 2011 y sabiendo que la Ley tiene previsto que en quince días la cinta de “recuerdo” debe estar borrada, 7 años después aparezca con tanto detalle.¿?

         Alguien, dicen que eso que se llama “fuego amigo”, la retuvo, eso es evidente, para uso de un “per si de cas” y lo ha hecho. Eso, digo yo, es amor. Ya lo arreglarán entre ellos o no.

         Voy entonces al objeto de mi columna partiendo de la base de que yo no estaba allí y no sé si al final se han puesto de acuerdo o no, en algo como lo de Irán y sus cosas nucleares para abrir boca. ¿Entonces?

         Voy a los gestos que nos han enseñado vía satélite. Me ha llamado la atención el enorme sombrero semi pamelistico de la Sra. Trump- que digo yo que por mucho quitarle la mano a su marido el presidente, ella no deja de ser su esposa. ¿No? y por eso estaba allí a recibir y saludar a sus invitados los Srs. Macron.

         Hay una diferencia entre la esposa del Sr. Macron y del propio Sr. Macron con la altura de la Sra. Trump, lo que dificulta técnicamente el beso mejilloso y el gesto de ponerse a la altura de los invitados y ahí la Sra, Trump podía no agacharse y pasar del beso lo que sería calificado de un grave incidente diplomático o mantener, cosa que hizo, con elegancia de modelo,-su antigua profesión, sin que se alterase el protocolo, cuestión que yo alabo en mi modesta y provinciana(de Las Provincias) columna.

         En cuanto al Sr. Trump se ha deslizado por las redes que ,dirigiéndose gentilmente, a la Sra. Macron espetó, con sinceridad vaquera, lo de “está usted muy bien para la edad que tiene” (toma castaña de sinceridad)

        No se tiene noticia del como le sentó a la estupenda profesora el cumplido.

         Por cierto la fidelidad del Sr.Macron, alumno en su día de su actual esposa, es de admirar en cuanto a fidelidad. No es infrecuente enamorarse de la profesora de uno, lo que ya no es tan normal y es admirable es que eso llegue a ramos de bendecir y termine en matrimonio.

         Digo que el Sr. Trump pareció, por algunos gestos, ser o el padre o el hermano mayor, no solo por la estatura, sino porque se permitió quitarle algún pelillo o caspa de la solapa del terno que llevaba el francés y lo hizo con cariño hasta el extremo de tocarle la carita.

         Finalmente vi, cuando el Sr. Macron se dirigía al Congreso, el cómo los senadores aplaudían de píe a algunas palabras que gustaron sin duda y luego, cual Cyrano, lanzó un beso hacia las alturas.

         ¿Quién o quiénes eran los destinatarios de aquel cumplido cariñoso y aéreo beso?

         Otros ilustres compañeros darán cuenta del contenido de la visita. Yo me quedo con los datos corporales y se diría que han empezado con buen píe las relaciones.

         Me quedo también con el tamaño y color blanco virginal del supersombrero pamelsitico a medias de la Sra. Trump cuya silueta quedó más alta si cabe; también me quedo con el semibeso intercambiado entre los hombres ; supongo que algún asesor le habría dicho al presidente norteamericano que en Francia el respetable se besa a mogollón por cualquier cosa.              Son besucones, aunque menos aparatosos que los rusos.

         ¿Se sabe si el Sr. Putin ha besado en la boca al Sr. Trump?

         Termino con el detalle minucioso del limpiado de restos casposos o de pelusilla en la solapa del Sr. Macron que aguantó el tipo con la clásica entereza y “savoir faire” del ciudadano de París acostumbrado, dicen, a todo.

         ¿Y de Irán, qué? Ni idea. Veremos con la Sra. Merkel. Bon jour.