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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

EJERCICIOS PARA VIEJOS

EJERCICIOS PARA VIEJOS
Antes que nada deben saber, puede que a muchos les importe una higa pero a mí no como es natural y comprensible, que hace horas que he sobrepasado la barrera de los 81 y en consecuencia he adquirido el titulo de viejo emérito por derecho propio.
Como nunca me he distinguido en deporte alguno, creo que ha llegado el momento de hacerme el propósito firme de hacer algo.
He repasado algunos deportes por si de su estudio deduzco alguno posible y beneficioso; para ello NO CUENTO con los consejos que me han dado algunos amigos médicos que me honran, pese a todo, con su amistad y comprensión.
Antes una noticia de alcance que me parece de interés. Ustedes recordarán que el Sr. Borrell, el super jefe de la diplomacia europea se lanzó a recomendarnos cosas, acciones que sirvieran para aliviar la carga de los costes de la energía que ya sentimos en nuestros bolsillos vacíos y por ello recomendó que bajáramos un grado la temperatura ambiental doméstica. Yo lo estoy pensando porque soy friolero y tengo miedo de caer en manos de una pulmonía que para todos es mala y para los viejos más; la noticia es que la Sra. Botin, la del inmenso banco ha bajado, y lo ha dicho, a 17 grados su temperatura doméstica.
Yo creo que si fuera ella no me importaría demasiado porque la imagino de aquí para allá visitando sucursales, ajustando reuniones, mandando a sus ejecutivos objetivos a cumplir para seguir acumulando beneficios para sus accionistas y de paso para ella. Loable acción solidaria.
Se sabe que yo no visito sucursales propias salvo la zona del WC con demasiada frecuencia prostática.
A lo que íbamos. Repaso deportes. Futbol no puedo porque tengo miedo a caerme, con lo que he resuelto que desde mi sillón haré un simulacro de levantar los brazos ante una jugada de pena o de éxito, es lo de menos, acompañando el movimiento con algún “taco” sonoro y fuerte para mejorar la glotis.
Me paso al tenis y miro a Nadal y veo que no puedo porque todavía recuerdo el morrón que me pegué, cuando intentando retomar el pasado discretísimo, me enganché conmigo mismo y di con mis huesos en tierra batida y mi rival, mi esposa, creyó que era una broma de lo elegantemente que me había caído (eso si hay que hacerlo con pedigrí), así que no he vuelto, pero me levanto y al pie de la cama hago unas torsiones de cintura para mantener las lorzas en su santo sitio.
Luego está el golf que practica mi amigo Ricardo, pero he intentado, en el comedor de mi casa, pero la forma de coger el palo no me sale y me parece contra natura. Sugiero el mocho como elemento útil que me permite limpiar la zona donde se me cae la baba que en ocasiones emito, pese a que me han dicho que con un poco de Botox la cosa disminuye, no me fío no se me vaya a quedar la boca como los “morritos” de la Esteban, por ejemplo,
Del rugby ni hablar; no me veo en la melé, como tampoco en manifestaciones o mascletás por la cosa misma del aplastamiento o no me confundan con ese octogenario detenido estos días por tocamiento a una menor (hace años que escribí sobre el “palpaculs” como un habitual en esas concentraciones incluidas la del traslado de la Virgen que con la excusa del amor mariano etc.).
Del levantamiento de peso no me fío porque me puedo quedar enganchado como hace algún tiempo trasladando un colchón de plumas. Aquí recomiendo una ligera sentadilla de 20 grados haciendo fuerza con el suelo pélvico (aconsejo llevar paquete por un por si acaso).
Del llamado hoy running, o sea correr, nada. Recomiendo paseo por el pasillo de puntillas apoyando la mano en la pared no sea que demos un mal paso.
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Quizás deba usted cerrar los ojos unos minutos para descansar y sí en ese proceso se queda usted frito no pasa nada cuando le sorprendan “in fraganti”. “Estaba reflexionando” como decía mi santo padre que luego presumía diciendo que casi no dormía por las noches. Perdona papá que estás en los cielos, seguro, pero tenía que decirlo.
Como no teníamos calefacción no podíamos, en plan Sra.  Botín, bajar un grado, pero lo resolvíamos mediate el viejo sistema de echar “una firma” al brasero de lo que se encargaba mi abuela. Como todas las abuelas de la época, más o menos, vivía con nosotros. Ahora “la modernor” parece que lo impide.
Con todos estos consejos mantendrá usted con dignidad su titulo de viejo, resistiendo la tendencia moderna de considerarlo “viejo asqueroso o tonto”.  Yo estoy en ello y ya llevo dos días. A pasarlo bien

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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