DANIEL MOCHER “EL AFORISTA”
Un aforismo es una idea poética, una idea literaria. Es una escritura mediante la cual se puede emitir una idea fulminante, se parece a un telegrama.
Yo ya había escrito sobre Daniel hace apenas un año y entonces me llamó la atención, como ocurre hoy, el fenómeno de la síntesis que encuentra él entre una determinada realidad que traspasa su propio yo del que parte y sin, fíjense, sin que parezca en su origen nada que busque esa transcendencia. con lo que su lectura te implica en el sentir, que es otra forma más natural de transcender.
Veamos en este nuevo libro de titulo “Los propios pasos” de la editorial La isla de Silltola en su colección de aforismos lo que dice nada más abrir y pasar las llamadas “páginas de respeto” en las que me confiesa -en una de las conversaciones mantenidas con él- que este volumen surge al hilo de oír la marcha Radestzky- esa marcha que oímos cada concierto de Año Nuevo en Viena y donde los asistentes privilegiado a ese acontecimiento musical acompañan con sendos golpes de palmas las ordenes del director de turno y que sirve para impulsar el espíritu de quienes la oímos, a veces apagando otras composiciones menos “populares” y quizás más clásicas.
Sin duda el aforismo es un arte.
Pensemos en el que se inicia con el volumen. Señala Daniel con precisión quirúrgica (quizás aprendido en el ejercicio de su profesión como sanitario acostumbrado al ay o a la confesión del doliente)
“La mayoría de las cualidades propias son prestadas”.
De ello se desprende un ejercicio posible, para quien piense en profundidad en que la vanidad es inútil y aquel que nos habla con magistratura y sonoro verbo de algún asunto con aparente acento de verdad propia no es sino el resultado de haber tomado prestado de otro u otros aquello que dice.
A míº me gusta este otro “Las conversaciones más profundas son las que se tienen en silencio”
No es fácil decirse a uno mismo en reflexión íntima la realidad de como nos vemos de verdad; la confesión nunca es inocua, las sombras y luces de uno mismo relucen como nunca en el silencio.
Dice más adelante: “En los relojes, el segundero ya es un exceso” suena a término, a final de algo, lo que hace suponer, al menos mí, que todo lo que pase del instante es un exceso de imaginación y de falsedad premonitoria.
Yo termino con este: “Un débil sin miedo es indestructible” o quizás ustedes prefieran este otro: “La azada es el ansiolítico más antiguo y eficaz”
Estos PROPIOS PASOS de Daniel Mocher ya no son suyos porque al leerlos y poseerlos pasan a otros, por ejemplo, a mí que escribo esto y me apropiaré de alguno de ellos si consigo mantenerlo en la memoria y los haré míos, y quizás al final diga que nos míos y son de Daniel “el aforista”.
Cuando escribimos y publicamos dejamos de ser propietarios de nuestro lenguaje y estamos expuestos a la luz y vista de otros.
Yo sugiero e invito a que eso propios pasos vayan más allá y que sus lectores se inviten a sí mismos a construir sus aforismos y los afilen.
Espero seguir hablando de otros libros de este autor recién descubierto por mí; tengo la esperanza de leer más de estas píldoras de verdad poética que muchas veces se nos pierde entre la hojarasca de la vida diaria como el sol se oculta en días de nubes densas.