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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

DEJAR PROPINA

DEJAR PROPINA
Hace unos días la Comunidad de Madrid se ha despertado con una insólita campaña de comunicación en la que insta a los consumidores en bares, restaurantes etc. a dejar propina.
Es una vieja costumbre practicada, con mayor o menor fortuna, por quienes nos dejamos el precio de una consumición en la mesa o en la barra.
Hace tiempo que yo he dejado de dar propina. ¿Soy un tacaño? ¿Tengo poca sensibilidad hacia quienes nos sirven?
Hace tiempo y en un viaje a Paris fui al cine. Quería ver a Aurora Bautista desnuda. Al parecer se hacían en España dos versiones de una misma película.
Una era para consumo nacional y otra para el extranjero y yo aquella película, que anunciaban a una Aurora “en pelota picada” en un cine de Saint Denis, me causó impresión y entré; ya la había visto en Valencia donde aparecía con su carita de monja de claustro de los años 60, junto a un Paco Rabal que hacía de capataz ,en una finca de Andalucía llevándose a la actriz a una montaña de heno donde en supuestas tórridas escenas Aurora “caía” en las “garras” del guapo y seductor Rabal.
En Paris era lo mismo solo que la actriz se desnuda y todo sucedía con menor violencia de rasgamiento de ropa etc.
A lo que iba, a la propina.
Entro y una acomodadora me lleva hasta una butaca vacía y me siento sin más. Me sorprende que mantiene la linterna sobre mi cara un buen rato diciendo algo que tenía que ver con la tacañería y quede señalado ante el resto de los espectadores. No dije nada salvo alguna imprecación que me sabía en francés.
Cuando acabó la sesión, y habiendo comprobado la turgencia de los pechos en pantalla de la Sra. Bautista, me fui a la taquilla y traté de enterarme del porque de la luz de linterna sobre mi cara. Me explicaron entonces que en Francia la propina era una parte del salario de los empleados.
Era el invento del TBO para los empresarios franceses de la ´época. Es el chocolate del loro, como algunas ayudas que el Gobierno da ahora, por cierto.
Está bien que sea el consumidor que repague lo que consume y luego por evitar no sé qué vergüenza, le añadas lo equivalente al 10 por ciento aproximadamente. ¿Es justo?
¿No sería más adecuado que el empresario a través de su convenio específico de hostelería pagase más y mejor y así cada uno de su propina hace lo que le parezca mejor?
Yo desde aquella luz en mi cara me dije que no volvería a dar `propina. Aproximadamente he cumplido, pero con retintín de algunos de los que me acompañaban.
Me recuerda antes de terminar el como me contaban que en una reunión de los primeros comités de empresa, y cuando el sindicato Comisiones Obreras empezaba a salir a la luz, en aquella reunión hubo una petición de un plus por llegar puntual al trabajo.
Estrambótico por no usar expresiones más duras e inmediatas.
O sea, de nuevo vuelvo a la propina; sí un empleado del bar o restaurante o lo que sea me sirve de acuerdo con lo previsto, no me tira encima el servicio, no me trae frío el café, etc. le tengo que agradecer su trabajo, por el que cobra, con un plus que me suena a caridad entonces cumplo con las reglas sociales a las que además me impulsa una campaña de comunicación
Que, por cierto, está pagada con el dinero de mis impuestos. No lo entiendo. Es decir, si lo entiendo lo que ocurre es que no lo acepto. Estoy por el salario justo que es lo digno y nadie me tiene que dar las gracias con más o menos ganas. Cosas

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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