OTRA MEMORIA INSATISFECHA

Un reportaje firmado por mi amigo Enrique Belloch (-un universitario volcado en el hecho teatral de forma íntegra desde productor a actor, desde profesor a “taquillero” en el recinto que albergaba “Quart 23” en la calle Quart de Valencia  y mucho más tarde en el tiempo” Valencia cinema”) publicaba en este diario un reportaje, delimitado en su contenido por las clásicas condiciones de espacio que siempre tiene un diario, donde se recreaban algunos aspectos de la memoria de nuestra ciudad en un ámbito del que se habla poco; me refiero al cultural y en concreto al teatro.

Yo había pasado por aquel teatro no por casualidad, sino en busca de contenidos y respuestas.

El reportaje estimuló mi memoria. Una memoria histórica en otro campo ajeno en apariencia al político.

El teatro siempre ha sido un intento de poner en el escenario ciertas caras de la sociedad, una especie de revulsivo.

Aquí y en este caso un teatro con contenido “rompedor”, denominado también realista, que trataba de explorar la crudeza de los sentimientos íntimos de una generación encerrada en el miedo y la contención.

Una especie de lanza redentora que intenta abrir una herida de luz por la grieta apenas visible de un país inmerso en lo banal a través del teatro, en este caso.

El título de esta columna habla de OTRA memoria que no es la memoria política que tanto se reivindica en este tiempo revuelto de venganzas y otrosíes.

Muchas han sido y son reivindicaciones relacionadas con la guerra civil y sus “actores”.

Lo vivos reclaman a sus muertos, pero pocos recuerdan y reivindican con interés real a los que hacían posible el teatro. Destaco como principal eje al valenciano

En Valencia ha habido, hay y creo que habrá dinero, recursos, que se dice, bastantes para que una burguesía acomodada volviese la cabeza y apoyase, aunque solo fuera por estrategia acomodaticia, al  grupo de “rebeldes” que tenían un alma común y que encontraron en el valenciano Antonio Diaz Zamora , diseñador de luces y su hermana María José ,recientemente fallecida, un nexo de unión y que apostaban con su dinero esta aventura de programar a Enrique Morente, Manuel Gerena, Ovidi Montllor,  Els Pavesos María del Mar Bonet cejijunta entonces, Antaviana (Dagoll Dagom).

Eran tiempo de manifestación bajo el lema” Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía”; mientras la bolsa de los hermanos Diaz Zamora sustentaba el “tinglado”.  Sin apoyo oficial se fue disolviendo el intento convertido en realidad a veces.

Enrique Belloch cuenta que el día que se estrenaba “la salvajes en puente san gil” de José martín recuerda, estaba Diaz Zamora decorando, poniendo a punto los juegos de luces ,una multitud nerviosa se apelotonaba a las puertas del teatro de tal suerte que irrumpieron como una estampida suscitando las protestas y los gritos de Diaz Zamora que exclamó a voz en grito “Salvajes. Tendréis salvaje y dejó las luces en directo”.

¿Todo esto a que viene?

Vengo, que se diría, a denunciar la pasividad de la burguesía local, la que disponía del dinero para hacer durar al grupo teatral.

Yo pensaba en otra autonomía. Me refiero al viejo principado de Cataluña y en el Liceo como templo, si ustedes quieren, de cierto postín clasista que no hace demasiado que se quemó y fue reconstruido con dinero de todos, creo que alguno salió de aquí.

Quizás hoy, hay algún ejemplo, se haya despertado una conciencia cultural y las actividades de nuestra Comunidad empiezan a salir de su letargo, un despertar de la hibernación.

Es hora pues de reivindicar la OTRA memoria y homenajear a aquellos que fueron valientes y pusieron hasta el último denario en y sobre el teatro hasta caer rendidos por el tiempo y el olvido.

¡Basta ya de meninfotismo cultural, político y social! Somos algo más que smorsarets, paella y sol invernal.

¿Tendría razón el Conde Duque Olivares cuando le decía al Rey Felipe IV que éramos gente blanda y acomodaticia?