violencia tribal
VIOLENCIA TRIBAL
Como lector de diarios y otras publicaciones observo que “anem a mes” en materia de violencia callejera. De los medios audiovisuales no hablo porque han descubierto una mina de “morbo del subconsciente” y llenan las mañanas de basura.
Esa basura la compran los anunciantes y la rueda gira sin tener a la vista ninguna solución.
Ahora el cuchillo se hace carne de venganza individual o colectiva.
Grupos de jóvenes se dan de bofetadas con frecuencia diaria a la salida de los templos de la música bananera y se agrupan en bandas circunstanciales o fijas para tomarse venganza de algún otro que siempre aparece en minoría e incluso solo.
Son 12 contra uno. Lo arrinconan, lo persiguen, lo patean y yo me pregunto que: ¿Por qué?
A veces me cuentan que son instigados por jovencitas que les incitan poniendo en boca del agredido alguna observación, un dicharacho, una postura, una mirada que supuestamente deshonra a la “nena” que se cimbrea voluptuosamente a lomos de alguna sustancia, entre las que no hay que olvidar el alcohol, frente al que luego será agredido.
Es posible que el agredido hay mostrado algún gesto, un cierto amaneramiento que no haya gustado al líder de la pequeña horda potencialmente agresora.
Calificado por el líder como “maricón” el sujeto ha quedado marcado y es en el amanecer primaveral ,cuando la horda se constituye en grupo es capaz de matar donde cada patada, cada golpe aislado puede no ser nada pero todos juntos convierten el total de esa agresión en un arma homicida.
¿Se trata de esos jóvenes que imitan o son ellos de origen parte de lo que se llaman “maras” y en los que el ritual de la violencia es un requisito para pertenecer a ella y sentirse así más integrados en la tribu?
No hace falta recordar el concepto “horda” bautizado así cuando como tal avanzaban desde la lejana estepa tártara.
Desde allí convergían sobre la anchas llanuras de la Europa del Este y arrasaban todo cuanto encontraban a su paso.
Hoy parecen estar aquí. Las bandas proliferan. Son grupos de gente que obran sin disciplina, con violencia y convertidos en chusma atemorizan a las gentes.
Es posible que quienes analicen estos actos digan que son los problemas del paro, de la falta de recursos , la soledad infinita de almas al socaire del abandono familiar, la mordida de las drogas, la necesidad de encontrar protección en el seno de la cuadrilla.
No sé que ocurre. Hay un hecho. La violencia ha aumentado y la inseguridad es mayor.
Quizás convendría darle un repaso al Código penal. A lo mejor alguien o un grupo autorizado tuviese que advertir a los jueces que la cosa no va.