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Natacha López

Correr para Vivir

Maratón, te quiero, pero voy a acabar contigo

       Hace unos días, escuché una frase casi idéntica gracias a mis queridos amigos Gloria y Luismi de Running CV. Me pareció muy adecuada para la ocasión, y la verdad es que, profundizando más en ella, me dí cuenta de que encajaba perfectamente en nuestra experiencia con el maratón.

     Tuvieron que pasar 3 años desde que entré en Cárnicas Serrano, un club apasionado por el maratón, para que nos planteáramos afrontar esta distancia. Sabía que este día llegaría tarde o temprano, ya que cuando acudía a la meta a recibir a mis compañeros y amigos maratonianos, tras participar en la 10k paralela, se me encogía el corazón. Era una dura preparación la que tendríamos que superar para realizar una hazaña de tales dimensiones, pero nos sentíamos preparados y estábamos decididos. A veces me sorprende la ligereza con la que la gente se dispone a correr 42.195 metros, porque realmente, es una prueba muy exigente, donde pones tu cuerpo al límite. Y para hacer esto, debes conocer muy bien tus posibilidades y tu estado de salud. En esta distancia, incluso estando previamente capacitado, tu cuerpo te puede jugar una mala pasada, pero si no lo estás, la cosa puede ser mucho más grave…. Es por ello que en 2014, David y yo reunimos el valor suficiente para comenzar con el proyecto MARATÓN. Se lo expusimos a mi entrenador José Garay, con una mezcla de ilusión e inseguridad, y a su vez le indicamos que queríamos bajar de las 3 horas, un objetivo ambicioso para nuestro debut.

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     El 11 de Agosto comenzó nuestro periplo, y como si fuera poco exigente de por sí, nuestro precioso maratón de Valencia se disputa en Noviembre, por lo que la preparación ha de comenzar en pleno verano, con el calor y la humedad propios de nuestra tierra … Yo salía de una lesión, y por si ya no había suficientes dudas y miedos, aquí tenía el último ingrediente … Creo recordar que fue una falsa ciática (síndrome del piramidal). Los corredores con facilidad para lesionarse como yo, sabréis que al volver de una lesión, te queda una sombra que te persigue y te recuerda que puedes recaer … En estas condiciones empezamos a alargar nuestros rodajes, a subir el número de repeticiones en las sesiones de calidad y todos esos etcétera que conlleva el propio entrenamiento del maratón. Esta prueba entró en nuestras vidas como un tsunami, llevándose la pereza de levantarte un sábado a las 6:00 de la mañana para hacer series largas, y también un poco la vida social, ya que ahora los domingos ya no eran domingos , sino “el día del largo”… Cuando empiezas a ver la planificación de la semana siguiente, piensas: “no voy a ser capaz”, y al principio realmente te cuesta horrores cumplir con los objetivos, más psicológica que físicamente, pero tras algunas semanas, tanto tu cuerpo como tu mente aceptan el grado de exigencia al que te enfrentas, y como si se activara un modo automático, van pasando los días y comienzas a encontrarte cada vez mejor, lo cual te lleva a entender el significado de esa palabra tan recurrida por los entrenadores: “asimilación”.

     Es después de esta etapa de preparación, cuando ya tienes los deberes hechos, que entran en escena los nervios. Sinceramente, yo no estuve demasiado nerviosa, sabía que había cumplido con el entrenamiento y deseaba que llegara el día para que aflorara en mí el fruto de tantas y tantas horas de dedicación y esfuerzo. Sin embargo, “el que duerme a mi lado” comenzó a inquietarse en exceso. Por las noches, soñaba con diferentes tramos de la carrera. Ambos sabíamos que eso no debía ser muy propicio, ya que la inseguridad es un arma que atenta hacía tu estabilidad mental, y esto es otra de las lecciones que te da el maratón: “la cabeza es el 60% o más”

     Llegó el día y los nervios estaban a flor de piel, nos enfrentábamos a otro momento histórico en nuestras vidas. David seguía muy intranquilo, tanto … que una emergencia de última hora nos hizo ponernos en la línea de salida tan solo 5 minutos antes del pistoletazo … Para quien ha corrido alguna vez un maratón de esta envergadura, sabe de las dificultades de acceder al cajón con tan poco tiempo. Afortunadamente, un corredor que también “hacía tarde”, tuvo el arrojo de apartar una valla y entrar … y nosotros detrás. Gracias a esto, conseguimos salir casi desde primera línea. Entre conversaciones vacías y constantes miradas al reloj, nos dimos el último beso y comenzó la aventura … Me sentía pletórica, contenta por haber tenido el valor de llegar hasta ahí. Tenía muy claro que acabaría, aunque no sabía si en el tiempo previsto. Cruzar esa meta ya sería lo que tantas veces había soñado. Ese era nuestro objetivo real y hacerlo juntos siempre lo más importante … Quizás fue este hecho el que inquietaba a David, él pensaba que su papel iba a ser fundamental, porque de sobra conocía que no lo iba a abandonar. Había entrenado lo mismo que yo y estábamos igual de preparados, pero le falló la cabeza … Ya en el primer km me dijo que le pesaban las piernas, que no se sentía cómodo, a lo que yo le respondí… “no pienses en lo que nos queda, sino en lo que ya hemos recorrido y disfruta de la carrera, estamos preparados para hacerlo”. Intentó aguantar al ritmo previsto de 4´10/4´15 min/km, luchando contra su propio cuerpo, que estaba bloqueado. Lo consiguió hasta el km 25, recuerdo que estábamos en la Avenida de Francia, a la altura del Hotel Barceló, cuando me dijo “no puedo más, sigue tú, a lo que yo le respondí rotunda que no lo iba a dejar, seguiría con él. Era nuestro primer maratón y teníamos que acabar juntos … juntos como siempre. Conforme pasaron los kilómetros se iba desesperando cada vez más, se hundía como un náufrago cansado de nadar en la inmensidad del mar. Fueron muchas las ocasiones en las que insistió, pero más las veces que se lo negué … ¡que más me daba a mí…! Solo sería feliz cruzando esa anhelada meta con él

     Finalmente, en el km 35 se rehizo, no volveríamos a correr al ritmo de competición, pero se serenó y dejo de autocompadecerse … Su cabeza empezó a creer que lo lograría, aunque sus piernas todavía le seguían pesando … Y llegó el km 40, realmente es IMPOSIBLE no emocionarse en este punto del Maratón de Valencia, donde el público hace un pasillo humano y no dejan de animar hasta la meta … esa meta tan deseada y que tanto sufrimiento nos costó alcanzar …

     Entramos juntos, nos abrazamos, nos besamos y lloramos … David peleó cada metro, estaba destrozado, pero muy feliz por haberlo conseguido, la palabra “rendirse” no tiene lugar en nuestro diccionario, pero también se sentía frustrado y triste por haberme arrastrado y haber impedido hacer una mejor marca … y digo mejor, porque paramos el crono en 3h 09´ 36´´ (no está nada mal para ser debutantes). Al cruzar la meta, muchos medios se interesaron por nuestra experiencia, algunos sabían que era nuestro primer maratón y que podríamos conseguir una buena marca, por lo que se sorprendieron al vernos llegar con un tiempo más discreto del esperado. Fue entonces cuando David, cegado por la emoción del momento, me propuso ante las cámaras de Crono, y en directo, participar en el Maratón de Castellón tres semanas después, ya que además era Campeonato Autonómico. Yo, como siempre, me puse seria y me enfadé por la encerrona, pero a los pocos días, empecé a ver con un poco más de claridad la idea y decidí hacerlo para probarme. Esta vez, no me dejaría esperarle … correría para aprovechar el estado de forma en el que me encontraba. Aunque la motivación no era la misma, volvería otra vez a poner a prueba mi cuerpo … Sorprendentemente, el resultado fue mejor de lo esperado, subcampeona autonómica … y en nuestras cabezas, de nuevo esta frase tan reveladora y que tanto se adapta a nuestros sentimientos:

                                                                                                                                             Voy a acabar contigo, te quieroMaratón

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Aprender a no olvidar


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