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Héctor Esteban

El francotirador

“La gente está hasta los huevos”

 

“La gente está hasta los huevos”.  La frase me la dijo el otro día un político del PP en plena digestión de los recortes de Rajoy. Al día siguiente, mientras en Les Corts se ¿debatía?, la misma reflexión me la repitió otro cargo del  partido con más galones en la charretera. En la oposición, la letanía es el estribillo de cada día.

Y es verdad: la gente está hasta los huevos. Pero hay que tenerlos y subir a la tribuna a decirlo. Quizá, la frase haya sido el mayor ejercicio de sinceridad política de los últimos meses. La reflexión, sin duda, es de lo poco que iguala al político con el ciudadano.

El currito y el parado están cansados de ser los paganos. De que le pidan arrimar el hombro mientras unos lucen prenda a medida y los otros zurcen los rotos de los pantalones porque no hay para comprar otros.

Porque el parado cobra la prestación para comer y no por gusto. Porque las pensiones, de las más bajas de Europa, se ingresan tras años deslomados en la mina, la oficina o el camión. Porque muchos de los que van a por medicamentos son crónicos. Y porque  muchos padres cada día se levantan para inventar cómo dar un plato de caliente a sus hijos esquivando la cola de la caridad. De “los chuches”, sí señor Rajoy, “de los chuches” ni hablamos. El bolsillo no da para más.

Y ahora se pagará más por cortarse el pelo, por ver de lejos, por enterrar al muerto y por esquivar un embarazo no deseado, que ya es lo que faltaba para la economía familiar. Todo, al 21%

No es demagogia, es la realidad. Cansados de los brotes verdes que nunca germinaron; hastiados de bromas pesadas como subir el IVA cuando se prometió que los autonómos no lo pagarían si no cobraban; desesperados de ver coches oficiales relucientes, de peleles al frente de cajas de ahorro y de parlamentos bananeros más pendientes de sueldos, ipads y prerrogativas varias que de servir al interés general.

Y también el hartazgo llega a la quema de contenedores, porque los derechos se defienden y se exigen en paz. El deseo de la mayoría no se debe manchar por la barbarie de los menos. Ni con cortes de calles, ni de vías, ni de accesos, que a fin de cuentas, el atasco lo sufre el pagano, el que menos debe.

Los ciudadanos están hasta los huevos de los partidos, pero más de la política. Lo dice el CIS. Por encima de las siglas. Porque les importa un carajo la plurinacionalidad del Estado, porque no soportan el reparto de sueldos públicos para llenar el buche de maniquíes hechos un pincel, porque les da igual quién manda más en las sedes de los partidos. El descrédito se lo han ganado sus señorías cada día, decreto a decreto, decisión a decisión.

 

Y la tropa está hasta los huevos de expresiones como las de la ilustre Andrea Fabra.

Señoría, no hace falta que los parados se jodan, ya están jodidos. Incluso algunos se suicidan víctimas del desespero.

Y mientras se joden, usted siga pagando el 20% de la hipoteca de ese 1,2 millones de euros de su vivienda en Castellón o el 50% de esos más de 500.000 euros de su chaletito en Madrid. Supongo que tendrá posibles, aunque sea por el soniquete de los niños de San Ildefonso.

Señora Fabra, no se olvide, la gente, da igual populares, socialistas, apolíticos, está jodida, muy jodida y sí, hasta los huevos.


 

Por Héctor Esteban

Sobre el autor

Periodista. Me enseñaron en comarcas, aprendí en política y me trastorné en deportes. No pretendo caer bien. Si no has aparecido en este blog, no eres nadie.


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