Las filtraciones de agua dan paso a las goteras. Sin sanear, cuando arrecia la tormenta se corre el riesgo de inundación. Lo viejo, lo usado, lo acomodado necesita revisiones. No sólo de chapa y pintura, sino de fontanería. El PP valenciano, aletargado en el poder por sus aplastantes victorias, empieza a empaparse.
El discurso político es hueco. “El Consell apoya a las empresas que generan empleo e inversión”, Fabra dixit. ¿Cómo? Y yo, y mi abuela, y mi vecino, y Ximo Puig. El problema es cómo crear el empleo y cómo generar la inversión. ¿Con los puestos de bicicletas en Palmera y Benirredrà? Difícil.
La semana que viene es el debate de política general en Les Corts Valencianes. Fabra se lo juega todo a una carta. Lo del maquillaje de reducir diputados, viajar en low cost y quitar la extra de Navidad está muy bien, pero ya está contado. Es pecata minuta. Tampoco sería aconsejable aludir al plan de empleo joven, que ya ha desfilado hasta cuatro veces por la tribuna de Les Corts. Lo del agua ya centró una cena de verano en Gandia próxima al otoño que no hizo otra cosa que despertar caducos debates a los que recurrir cuando hay poco que contar. Porque aquí, el agua que se espera, como si fuera de mayo, es el dinerito del FLA para pagar lo que se debe.
Fabra y el PP valenciano no deben olvidar aquella promesa de un millón y medio de votos para Rajoy que no consiguieron el 20-N. Si uno no acepta que ha tocado techo, la caída será más dura. En la calle Quart no entienden que aquello de sacar músculo con los miles y miles de nuevos afiliados no cuela: hay muchos que no pagan la cuota (Vicente Barrera dixit) y otros aseguran que es más fácil borrarse de una compañía telefónica que darse de baja del carné del PP (¿te suena, Ramón?)
Y mientras esto pasa, hay un goteo de salidas a la búsqueda de otras opciones como pueden ser la UPyD de Rosa Díez y Toni Cantó o alternativas más recias y marciales como la que pretende liderar Mario Conde con su SCD. Entre los recortes, el ahorro, Bolinaga y el adiós de Esperanza Aguirre los populares están que no se reconocen.
Fabra y su Consell deben saber que las bicicletas son para el verano y que en invierno hace mucho frío. El debate de política general servirá de termostato.