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El pasado sábado, uno de los nuevos ricos del PSPV, minutos antes de que comenzara el Comité Nacional, apuntaba hacia una reunión tranquila. Sin casi contestación interna. Con tono ufano y cierta sorna comentó que las bases, poco a poco, han comenzado a seguir el paso que marca el jefe de la manada, Ximo Puig. “Poto pom, poto pom”, decía mientras balanceaba su cintura como el coronel Hathi en El Libro de la Selva.

En el pleno del miércoles 3 de octubre, una mirada a vista de pájaro de Txema Rodríguez en Les Corts fue suficiente para descubrir al pastor espiritual del rebaño opositor. Aquí la que parte el bacalao es la portavoz adjunta de Compromís, Mónica Oltra. Se quiera o no. En su escaño se armó la estrategia para dar respuesta al PP en la votación de los consejeros de RTVV. Allí pasaron a despachar todos, desde los generales hasta los chusqueros. Oltra, más a base de espectáculo que de propuestas, se ha ganado impartir doctrina y que todo el mundo pida cita. No se sabe si la estrategia la ordenó Oltra. Quizá fue de otros. Pero todo se coció en la faldas de la diputada, como se ve en la imagen.

Por la bancada de Compromís, con Oltra de anfitriona y Morera de apoyo, desfilaron el portavoz socialista, Antonio Torres, y la síndica de Esquerra Unida, Marga Sanz. Ambos aportaron su opinión. Luego se unieron unos cuantos más. Ignacio Blanco por EU y algunos de los socialistas más beligerantes como Josep Moreno o Juan Soto, que atendía desde su escaño. Francesc Signes y Vicenta Crespo tampoco se lo quisieron perder. Hasta Ángel Luna bajó de la Mesa para ver qué se cocía por allí porque igual no sabía ni lo que tenía que votar. Paco Toledo fue el último en aparecer, quizá para confrontar con Sergio, su hijo, de Nuevas Generaciones.

¿Esquerra Unida no se acuerda que sus excompañeras de Iniciativa y su exsocios del Bloc los dejaron a pan y agua casi una legislatura? ¿Y el PSPV? Que ponga directamente a Oltra como cabeza de lista a las autonómicas. Les iría mejor fijo.

La reunión de escalera se plasmó en la votación. La respuesta fue sonora. Cada vez que el presidente de Les Corts, Juan Cotino, leía los cuatro nombres de las papeletas del PP, los grupos de la oposición aporrearon y patalearon sus escaños. Risas, sesión bullanguera para animar al personal. ¡Maaammbo!

Los más ruidosos, los de Compromís. En EU también, hasta que se perdieron bajo las pantallas de sus portátiles. En el PSPV, aquellos diputados que parece que estarían más a gusto con Oltra y compañía que bajo el yugo lermista se lo pasaron chupi: “pom, pom, pom…”. Así una y otra vez.

Mollà ríe la gracia de Soto

Oltra no es tonta. Ni mucho menos. Ramón Vilar todavía debe soñar con ella. En el 2003, el socialista prometió como diputado y días después vio como l’Entesa de Ribó le birló el asiento por una decena de votos. La que ganó aquel escaño fue una joven, con el pelo muy largo, suelto, algo encrespado, que como una hormiguita fue rascando papeleta a papeleta al PSPV para quitárselo a Vilar y dárselo a Dolors Pérez de l’Entesa. Luego se merendó a Glòria Marcos, que si no se deja el escaño se deja la vida en Les Corts. Y ahora, ya tiene pieza de caza mayor en la mirilla.

Aquella joven hoy ya no es una hormiguita. Tiene un apetito voraz. El Bloc y Morera saben que no son nada sin ella. Los nacionalistas la temen y ella no quiere ser una segundona. En el PSPV, siguen a los suyo, riéndole la gracia, y lo que no entienden es que cada voto que pierde Blanquerías va directo a la saca de la coalición.

Oltra sabe que domina la partida.

P. D. Mientras algunos socialistas participaron del jolgorio, otros muchos, con cara seria se dedicaron a lo suyo. No todo el mundo ríe las gracias y piensan que la política, independientemente de todo, es algo serio. Hay gente que el espíritu del recordado Antonio Moreno lo tiene más que presente.