Les Corts Valencianes da vergüenza ajena. No es bueno generalizar pero la actitud de unos pocos mancha el nombre y la imagen de una institución. Alimentan ese estribillo de que todos los políticos son iguales. No voy a entrar en las consideraciones políticas porque ahí cada partido sabrá lo que hace y lo pagará o ganará en las urnas. Pero sí en los comportamientos individuales de determinados diputados que por desidia o por afán de protagonismo prostituyen el espíritu del legislativo.
Cuando el Parlamento todavía no se había recuperado de la imagen del diputado del PP Luis Díaz Alperi haciéndose la manicura mientras el conseller Máximo Buch trazaba su plan económico para salir de la crisis, se destapa el socialista Juan Soto haciendo yoga en su escaño durante la sesión de control al presidente de la Generalitat, Alberto Fabra. Su señoría se puso en una posición similar a la de Flor de Loto, una de las más tradicionales y que tiene el poder de despertar la energía interna y destruir la enfermedad. Incluso dicen que calma la mente.
Soto, ni corto ni perezoso, se propuso ser el sucesor de Alperi, al que todos esperaban ayer en Les Corts con el maletín de la señorita Pepis. Si el día de antes eran los socialistas los que citicaron el corte de uñas del exalcalde de Alicante, hoy jueves fue Juan Soto el que se transformó en un Budha parlamentario en plena meditación.
Incluso más de uno apuntó que la posición de Soto era una mala imitación de la Badha Konasana, que fortalece la vejiga urinaria y es inestimable para problemas menstruales y del embarazo. Soto, quizá, sufra de la próstata en silencio.
¡Ya está bien señores! Dejen de tomarnos el pelo. Dedíquense a debatir aunque sea sin ideas y no conviertan Les Corts en el circo que, desde hace mucho tiempo, tiene función de mañana y tarde.
Los valencianos no se lo merecen. Cada voto es confianza, ilusión y soluciones. Y ustedes, los que se dedican a hacer el gilipollas, vayánse, lárguense y dejen sitio a gente que quiera solucionar de verdad los problemas de la calle, la lacra del paro, el sinvivir de los desahucios…
¿Creen de verdad que con una manicura o haciendo yoga en el escaño van a lograr algo? Ya está bien. Trabajen un poquito.
Ya está bien de camisetas, de berrear sus flatulencias, bajen las pantallas de su ordenador, atiendan al orador, dejen de hacer el memo.
No sean hipócritas. Que este baile se ha alimentado desde todos los bandos. Que el que ayer criticaba gestos contrarios hace días jugaba a Apalabrados antes de que saliera el escándalo en la Asamblea de Madrid y suplicaba silencio. Que el desfile de camisetas que inició Oltra ha degenerado en ramplonería parlamentaria con Baldoví exportándolo al Congreso. Que la mayoría del PP ha permitido actitudes denunciables y lamentables como las de Díaz Alperi, al que hay días que sólo le falta roncar en el hemiciclo. ¡Ya está bien! No se puede hacer política en mayúsculas con políticos de parvulario. Y saben qué es lo peor de todo: QUE NO PASA NADA.
Luego sus señorías se quejan amargamente de que la prensa magnífica la anécdota, que los medios engrandecen lo accesorio. No maten al mensajero. La anécdota es la vergüenza del Parlamento más pobre que he visto en los 11 años que llevo en Les Corts.
Trabajen o lárguense.
P. D. Soto me encadiló un día que me dio la mejor definición de un político: “Dicen que pienso como Compromís, sintonizo con las ideas de Esquerra Unida, apuntan que visto como uno del PP y soy del PSPV”. Un crack. Pero lo siento, creo que la política necesita calma, mucha calma y paz interior pero no a un budha parlamentario en busca de la foto fácil.