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Héctor Esteban

El francotirador

El ménage à trois del tripartito


El tripartito es una evidencia. La izquierda valenciana sabe que sus posibilidades para gobernar pasan por un ménage à trois en el que habrá que estar dispuesto a negociar posturas, respetar vanidades y, especialmente, ceder para inventar un particular pacto del pollo. A dos años vista de los próximos comicios autonómicos, salvo adelanto electoral, se abre un kamasutra político en un trío en el que habrá que buscar la postura adecuada para que todos queden satisfechos.

El PSPV buscará ejercer de dominante. Blanquerías no contempla otra cosa que no sea la presidencia de la Generalitat. Los socialistas, que se consideran sistema, suplican que la situación económica y de la calle no empeore porque saben que la algarabía no les interesa. Si la bullanga se mantiene, el PSPV perderá miles de votos que acabarán en sus hipotéticos socios de gobierno, en los que no son sistema.

Los datos cantan. En las autonómicas de 2011, el PSPV de Jorge Alarte marcó récord negativo de 687.141 votos. Un fracaso absoluto en una época en la que corrupción ya se colaba por todas las esquinas del PP valenciano. El mirlo blanco se dejó en el camino 151.846 respecto a Ignasi Pla en 2007, al que traicionaron políticamente en su partido por unos miles de euros en alicatado impagado. A Pla lo mataron por perder 40.000 votos respecto a 2003, donde también fue cabeza de cartel.

El PSPV es un partido en barrena, una formación que puede gobernar desangrándose por la femoral. Las primarias servirán para tomarle el pulso a una federación que sólo sabe convivir a navajazos. Ximo Puig, que lleva treinta años de segundón, no va a perder la oportunidad de su vida para tocar pelo y ser investido Molt Honorable. Conseguir la paz en su partido está en su mano. Es fácil. Los lermistas, muy dados al trapicheo de cargos, sólo tienen que prometer canonjías a los críticos. Un sueldecito público que abrigue y compre silencio y voluntades. Puig y los suyos, en este barro, son profesionales. No lo duden, será la única manera de que todos remen a la vez. Las familias deben de dar paso a La Familia.

Pero los socialistas deben trabajar para que el sistema prevalezca. Perder en el arco parlamentario un buen puñado de diputados les dejará en una posición débil a la hora de negociar ante proyectos emergentes como Compromís. Además, deben limitar al máximo las intenciones de Fabra de recortar 20 diputados de la Cámara regional no sea que luego les falte en la suma final.

Los econacionalistas parecen inteligentes. Bloc e Iniciativa es un matrimonio de convivencia donde están Oltra y el resto. La diputada es la imagen visible de una coalición donde los demás son comparsa, Enric Morera incluido.

Los 176.213 votos que obtuvo Compromís en 2011 suman muchos miles más ahora mismo. Después, la marea naranja llevó a Joan Baldoví al Congreso pese a Equo. Allí la chirigota del de Sueca ha conseguido visibilidad. La coalición es un partido en alza que gana terreno para adelgazar la horquilla que le separa del PSPV. Si hay posibilidad de tripartito, no llegará de mera acompañante al ménage à trois. Estará en la mesa con cartas para copar.

 

El problema de Compromís son los egos. Con Oltra de número uno sumaría más votos. Pero Morera tiene el aparato, la masa social del Bloc que es lo que le falta a Iniciativa. Las posibilidades son varias pero a cada cual más complicada.

La pacífica sería dejar a Morera de uno; a Oltra, de dos y que Ribó que se pelee por el Ayuntamiento de Valencia. Es la más lógica siempre y cuando Morera y Oltra tengan un protagonismo similar en campaña. Vender la marca y a Oltra por encima de divinidades.

Compromís puede echar un órdago. Desviar a Mónica Oltra a la lista por Valencia (un buen resultado en el cap i casal es garantía de éxito) y llevar a Ribó como tres a la Generalitat. Luego, si surge la posibilidad de un tripartito, presionar al PSPV. Apoyar a Ximo Puig como presidente de la Generalitat solo pasaría por la presidencia de Les Corts para Joan Ribó, una conselleria de las apetitosas para Morera y la bomba… Mónica Oltra alcaldesa de Valencia. Aquí, el único problema es que exista la posibilidad de gobernar la ciudad.

La coalición debe manejar una clave. El PP llegó a la Generalitat después de que Barberá ganara el Ayuntamiento en 1991. Oltra, como Barberá, es un animal político. De 2015 a 2019 hay mucho camino por recorrer y explorar.

El trío en cuestión lo completa Esquerra Unida. Aquí, en la Comunitat, lo que ha pasado en Extremadura no entra ni con vaselina.

La duda es cuánto será capaz de crecer la formación de Marga Sanz en un Parlamento capado en su número de diputados. EU tiene un electorado fiel que puede engordar con el apoyo de la izquierda ortodoxa que ya se cansó del voto útil del PSPV y que no sintoniza con las verbenas compromiseras. La duda está en saber si EU se prestará al chalaneo de los dos socios dominantes que tratar de repartirse sus egos. Otra cosa es que lo hagan con inteligencia y se conformen con un par de carteras de las suyas. Esquerra Unida ya superó en 2011 lo más difícil, la amenaza de quedarse fuera de Les Corts tras la tocata y fuga de Oltra y Mollà, que le hicieron la cama a Glòria Marcos con el apoyo del Bloc.

Esta es la teoría que en la práctica muchos se empeñan en negar. En especial un Ximo Puig que no se quiere pringar en fotos públicas con sus socios antisistema (o de un sistema diferente al suyo).

 

La ráfaga: La consumación del tripartito dependerá de UPyD y del twitter de Toni Cantó.

 

 

 

 

 

 

 

Por Héctor Esteban

Sobre el autor

Periodista. Me enseñaron en comarcas, aprendí en política y me trastorné en deportes. No pretendo caer bien. Si no has aparecido en este blog, no eres nadie.


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