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Héctor Esteban

El francotirador

La 'ley de Murphy' contagia al PP

“Si algo puede salir mal, saldrá mal”

(Ley de Murphy)

 

El presidente de la Generalitat y líder del PPCV, Alberto Fabra, pocos días después de ascender al cargo por mandato de Génova, prometió a Mariano Rajoy que le daría un millón y medio de votos en las generales. No lo consiguió. Se quedó a 109.207 papeletas. El dato pasó casi desapercibido por la ola de una aplastante victoria pero dejó un poso para la preocupación. El PP no acostumbra a órdagos interruptus. Fue la primera vez que el rodillo popular se atascó pese al viento de cara. En 2008, de los seis diputados que ganó Génova, dos se los dio el PP de Camps (con más de 1,4 millones de votos). El 20 de noviembre de 2011, Rajoy arrolló por mayoría absoluta. Consiguió 32 diputados más que en 2008 pero sólo uno de esos escaños victoriosos se los dio el PP de Fabra. Fue el primer aviso.

Los populares ganaron las elecciones para gobernar. Unos comicios en los que los ciudadanos votaron más para echar a Zapatero que para encumbrar a Rajoy con la crisis económica como menú de cada día. Desde aquel momento, en la Comunitat Valenciana la ley de Murphy se ha convertido en un manual en la hoja de ruta popular.

A Fabra se le ha caído un trencadís que ni pegó ni proyectó con media España mirando la Ciudad de las Artes y las Ciencias por la gracia de George Clooney, Disney y su ‘Tomorrowland’. Con un Calatrava con pocas soluciones al que sólo le falta plantear la opción del gotelé. El ministro Montoro con Beteta y compañía respondieron con nones a cada petición de más financiación, retroactividad o enmiendas presupuestarias. Montoro, que ejerce de líder de la oposición, bloqueó reformas estatutarias y blindajes en la inversión para jolgorio y desenfreno de la oposición valenciana. Mientras el extremeño Monago, un aspirante a barón con ínfulas de nuevo rico, se sube a las barbas de Fabra con tono chulesco en el mismísimo sanedrín de la calle Génova porque es rebelde y el mundo le hizo así.

Rajoy hace tiempo que no cruza la frontera del pantano de Contreras. La mitad del grupo parlamentario de Les Corts todavía no ha digerido el cambio de presidente cuando el anterior fue declarado inocente. Entre tanta anarquía, la mayoría de los diputados se dedica a firmar indultos para condenados mientras el síndic parlamentario todavía no se ha recuperado del ridículo sainete de la expulsión-dimisión de Blasco.

El Palau de la Generalitat se ha convertido en un Sálvame Deluxe donde lo doméstico y lo estético alimenta el morbo frente a la gestión anticrisis. El marujeo y el cuchicheo desborda la agenda y ahoga el debate del (des)empleo. La caza del topo se ha convertido en deporte nacional cuando todavía no se han dado cuenta de que la Asociación contra la Corrupción campa a sus anchas por los despachos de Les Corts invitada por la oposición y alguno más. De la visita a Fitur sólo se recordará a las dos “preciosidades” de azafatas recauchutadas y envasadas al vacío mientras que en Canal 9 ya no se puede ver l’Oratge para disgusto de votantes de uno y otro lado y con Paco Telefunken como estandarte de madrugada de un cierre berlanguiano.

La Audiencia Provincial reabre la causa del accidente del metro para impartir justicia, la puerta de la Generalitat cada viernes está de ‘gom a gom’ de extrabajadores y dependientes protestones que han transformado la plaza de Manises en lo nunca visto. Los Ayuntamientos populares se pasan por el forro el copago y la ley del aborto al estilo Monago. El valencianismo se marcha decepcionado con recortes en el Himno y comisiones de pandereta mientras la AVL lleva camino de abrir otra brecha en las filas populares a costa de la unidad de la lengua.

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El Valencia está en venta al mejor postor con ofertas de ultramar, árabes y chinescas; las cajas pasaron a manos catalanas y mesetarias, y al Banco de Valencia lo único que le queda de la tierra es el nombre. Del patrimonio para cuadrar cuentas no se vende ni una puerta y el déficit rebosa por la escasez de financiación ante los oídos sordos de Madrid. El Gobierno de Rajoy, más que cables, echa sogas al cuello y la deuda, según el Banco de España, se acerca a los 30.000 millones de euros y nuestros tataranietos se harán cargo de las obligaciones de pago a ejercicios futuros.

Los partidos a derecha e izquierda (con el centro como eje) llámense UPyD, Vox o Ciutadans proliferan como setas; el Urban Street Circuit de Valencia se ha quedado para carreras de piraguas y fogatas de okupas, y en el TSJ hay más paseíllos que en la feria taurina de Fallas. Los aeropuertos sin aviones, las terras míticas, los mundos (des)ilusión y ciudades sin luz…

Herencias recibidas por Fabra pero gestionadas por él.

Por los rincones, veteranos populares cuchichean lamentos anticipados. Lo nunca visto en un partido (mal) acostumbrado a celebrar victorias.

No se apuren porque todo es susceptible de empeorar: Murphy, por ahora, ha llegado para quedarse.

 

 

 

 

 

Por Héctor Esteban

Sobre el autor

Periodista. Me enseñaron en comarcas, aprendí en política y me trastorné en deportes. No pretendo caer bien. Si no has aparecido en este blog, no eres nadie.


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