“Lo que los ciudadanos esperan de sus diputados es que trabajen y que participen también de lo que es la vida y de las festividades”. Esta frase la pronunció el portavoz del PP, Jorge Bellver, tras la reunión de la última Junta de Síndics de Les Corts para argumentar el calendario parlamentario. La primera parte es verdad: los ciudadanos quieren que los representantes públicos trabajen por encima de sus posibilidades. La segunda parte es muy cuestionable.
El portavoz del PP fue el encargado de señalar el charco cuando, sin que nadie le preguntara, justificara (el exceso) de las vacaciones parlamentarias. Tras la pregunta, él solito se tiró de cabeza con triple salto mortal y tirabuzón.
Por si usted no lo sabe, querido ciudadano, en el Parlamento valenciano no se celebra un pleno desde el pasado 19 de diciembre. Aquel día se aprobaron unos presupuestos que cerrarán el año con déficit. La próxima sesión, con permiso de la autoridad y si el tiempo lo permite, será el próximo 19 de febrero. Le evito la suma: 62 días de vacaciones. Les Corts será el último Parlamento de España en arrancar.
Durante el mes de enero, hay señorías, de esas que usted cada cuatro años se empacha al verla repetir en la papeleta salmón que mete en la urna, que no ha pisado ni un sólo día la casa de todos los valencianos. Ni para saludar.
Un mes de enero de vacaciones pagadas:
Tras dos meses de inactividad, Bellver justificó la dolce far niente de sus señorías en las fiestas regionales y sus respectivas vísperas, prevísperas y antevísperas. Porque la gente los quiere ver en la fiesta, con el gentío.
Las vacaciones fiesteras en la Cámara son tan tradicionales como las Fallas, la Magdalena y las Hogueras. La clave es que nadie oficializó lo que todo el mundo sabe y asume. Bellver, el del charco, por lo menos tuvo ‘bemoles’ para asegurar que en fiestas la gente quiere que sus políticos, a pesar de que la desafección de lo público es uno de los problemas más importantes según el CIS, dancen al ritmo del senyor pirotècnic, pot començar la mascletà. El portavoz popular, con su frase, vino a corroborar aquello de que la política nunca ha estado más alejada de la realidad.
Invito a los cargos públicos a recorrer casales falleros, actos festivos y demás jolgorios varios y de tú a tú, a quemarropa con los ciudadanos, pongan encima de las mesa su solución a asuntos como el paro, la crisis económica y demás desgracias de hoy en día. Invito a los políticos que mandan y a los que esperan en la oposición, porque sus remedios suenan también a fuegos de artificio.
El razonamiento de Bellver me trajó a la mente el mítico gag de Emilio Aragón en ‘Ni en vivo ni en directo’. Un programa de 1983, el mismo año en el que empezó a rodar el Parlamento valenciano, y que hoy sigue tan vigente como entonces.
P. D. Siempre es importante que cada uno, en su interior, se dé o no por aludido.