Algunos diputados del PP valenciano celebran jubilosos mi salida de Les Corts Valencianes. En los dos meses que miro la información política desde la barrera, ya me ha llegado por varias vías el mensaje de que mis nuevos retos han sido bien recibido en un sector de la bancada popular. Mi delito, según sus señorías, era que denigraba la labor de una institución como Les Corts. A todo el que viene con el mensaje, lo primero que le digo es el nombre de uno de esos satisfechos diputados. No es difícil identificar a los que creen que respiran aliviados sin entender que este periódico, LAS PROVINCIAS, siempre denunciará los excesos. Por lo menos, al que identifico, siempre tuvo la gallardía de decirme a la cara y mirándome a los ojos que no le gustaban mis informaciones y que no le hacía ningún favor a la institución. Era un intercambio de tú a tú. El resto, el que nunca me puso encima de la mesa la crítica, siempre me pareció un cobarde.
Sus señorías, que pasan la crisis económica bien abrigaditos con un sueldo público que tiene más capas que una cebolla, consideran denigrante que se denunciara que se gastaron casi cuatro millones de euros en una cafetería exclusiva para los diputados. Un restaurante de lujo que está prácticamente cerrado y en el que todavía nadie me ha explicado para qué se compraron 72 vasos de whisky.
Supongo que denunciar que la Cámara valenciana destinaba cada mes 17.000 euros a fondo perdido para subvencionar el menú de la cafetería tampoco era agradable. Casi tres millones de pesetas para que los diputados disfruten de tres platos a elegir, bebida y café a poco más de 5 euros.
Tampoco debe de ser cómodo publicar que los diputados se iban a gastar casi un millón de euros en amueblar el edificio para los grupos parlamentarios. Sí señores, un millón de euros en sillas y mesas para dotar un palacete que ha costado 11 millones y que se dejó parte a deber.
Denigrar la labor de Les Corts supongo que debe de ser también publicar que había señorías que se llevaban 600 euros al mes sin que sus comisiones de trabajo se reunieran. O que los parlamentarios dispongan de una tarjeta gratuita de aparcamiento en el subterráneo de la plaza de la Virgen las 24 horas de los 365 días del año. Incluso informar sobre el pase gratuito de autopista sin que existiera ningún control sobre si se prestaba a amigos y familiares.
Entiendo que moleste publicar que un diputado se corta las uñas en el pleno mientras el debate está en marcha, que parlamentarios del PP dedican su tiempo en el hemiciclo a firmar a favor del indulto de un excompañero condenado a tres años de prisión por corrupción y que alguno se duerma mientras se trata el futuro de la Comunitat.
Es jodido, porque no me sale otra palabra, que el ciudadano se entere de que con el dinero público sus señorías se hayan hecho regalitos de Navidad a 300 euros la pieza como bolígrafos y carteras de piel de lujo, agendas electrónicas y alguna pantallita de plasma. Detalles que creo que no están en el programa electoral de nadie.
Tampoco interesa que haya asesores que cobren de Les Corts sin ir a su puesto de trabajo. Lo que siempre me pregunté es el motivo por el que el PP nunca dijo nada de esto a pesar de que el cargo de confianza en cuestión era del PSPV. ¿Tendrían ustedes a alguno en la misma situación?
El hecho de comprar dos edificios por más de diez millones de euros y que hoy uno de ellos esté en estado ruinoso tampoco debe de ser un buen ejemplo. O los coches oficiales, que salían a concurso por 300.000 euros. Y se acuerdan de esos ágapes por todo lo alto o de aquel presidente de su partido que se puso en el sueldo un bonus de más de 2.000 euros al mes para tener un pisito de alquiler en la calle Bélgica de Valencia para que vivieran su cuñada y su sobrina. Por cierto, a la cuñada la enchufó debidamente como asesora parlamentaria.
Y sí, me siento orgulloso de denigrar a la institución por denunciar en su día el exceso de gasto en móviles, de los 2.000 euros que costó cada pack de ordenador portátil o de criticar que haya diputados que cobren pluses de hasta 900 euros al mes por vivir a más de cien kilómetros aunque no aparezcan por la Cámara en semanas. Y por qué no hablar de las vacaciones parlamentarias. Las últimas, de diciembre a febrero: 62 días sin convocar un pleno.
Gracias a la labor de denigrar a la institución se logró que los 17.000 euros que se daban a fondo perdido para financiar menús se quedaran en la mitad. Que los indignantes regalitos de Navidad desaparecieran y que los ágapes fueran los justos y necesarios. Los coches oficiales son menos lujosos y más baratos. El asesor desaparecido ya va a Les Corts a hacer como si trabaja. La tarjeta del parking se ha restringido algunos meses y el millón de euros para amueblar el edificio se quedó en poco más de 500.000 euros en un concurso que echaba demasiado tufillo.
Los que me acusan de denigrar a Les Corts apellidaban en su crítica que dejaba de lado la crónica parlamentaria. Esto, desgraciadamente, no lo he podido arreglar y eso que me hubiera gustado. No soy responsable de la escasa preparación de muchos diputados. De su pobre oratoria. De su paupérrimo discurso. De su nula capacidad de contestación. No tengo la culpa de que muchas señorías, especialmente de la bancada que sustenta al Consell, sean incapaces de improvisar una intervención. Porque salen y saldrán a la tribuna con la réplica escrita. Como papagayos parlamentarios.
No me considero culpable de que en doce años, los que llevaba haciendo información parlamentaria, el nivel haya descendido de manera alarmante. Por un lado, el de la izquierda, se ha generado un circo que ha tenido falta de respuesta y preparación en el otro lado, en la derecha.
No había otra opción que denigrar (como ustedes dicen) a Les Corts por la vía de la denuncia de los excesos porque en lo legislativo, en el debate, la nada era lo máximo. Incluso algún diputado del PP optó por coger las de villadiego avergonzado del nivelón en el parqué parlamentario. Ustedes no me han dejado otra opción porque han vivido en el exceso. ¿O hice yo el ridículo el día que un diputado del PP fue al Congreso a defender una propuesta de Les Corts y logró la unanimidad de toda la Cámara Baja en contra de la iniciativa? Hasta los que parieron en Valencia la modificación de la ley del deporte la abortaron en Madrid. Lamentable.
El que cara a cara me afeaba mis crónicas siempre recibía mis respetos y la misma respuesta: mira el nivel de tu bancada. A los que ahora se confiensan en privado sólo les diré una cosa: pobres.
La ráfaga: De los presuntos casos de corrupción, ya sentenciarán los tribunales. Sólo les dejo aquí un ejemplo: El dinero de los negratas