El hombre pasaba los sesenta. Con una melena plateada, algo descuidada, empujaba como un autómata la silla de ruedas con ritmo mecánico. El chaval, con guantes de ciclista, ayudaba al que debía de ser su padre con impulsos desordenados en las ruedas. Dos mechones a modo de coletilla le caían por el cogote.
Periodista. Me enseñaron en comarcas, aprendí en política y me trastorné en deportes. No pretendo caer bien. Si no has aparecido en este blog, no eres nadie.