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El Rey ha conseguido que los estudiantes de este país sitúen a Botsuana en el mapa de África. No hay mal que por bien no venga. Además, la caza real de don Juan Carlos ha servido de oxígeno momentáneo (al menos mediático) para un país en el que su prima cada vez asume más riesgos y en el que los recortes de esa gran mentira del Estado del Bienestar exprimen los bolsillos de los paganos, que no son otros que esos ciudadanos que pusieron su voto en la urna confiando en las falsas promesas de políticos, charlatanes y otros especímenes del verbo suelto.

El monarca, que a lo Sandro Giacobbe y con un “lo siento mucho” ha garantizado la supervivencia de Mitrofanes futuros y paquidermos sabaneros, también ha conseguido que, definitivamente, se abra la veda real (nunca mejor dicho) para que los rojos sean más rojos porque mola poner en jaque a la Corona y que los juancarlistas estén a un paso de ser considerados unos fascistas, casi un siglo después de la Guerra Civil de la que algunos todavían chupan para sobrevivir. Rojos y fachas al margen, la cacería real sirvió para llenar telediarios, comentarios de peluquería y cafés con cigarrito. Todo el mundo criticó y opinó. A mí, lo único que me recordó fue aquel safari parlamentario que disfrutó un grupo de diputados de Les Corts.

En enero de 2007, una delegación de intrépidos diputados del Parlamento valenciano se largaron a Nairobi, capital de Kenia, para participar en el Foro Social Mundial. Los populares Fernando Modrego, Sandra Climent y María José García Herrero; el socialista Andrés Perelló y el portavoz de l’Entesa (hoy Compromís), Joan Ribó. Se calzaron las chirucas y volaron al corazón de África para sentir la pobreza desde una cómoda habitación del Intercontinental Nairobi, un hotelito de cinco estrellas con gimnasio, piscina, jacuzzi, sauna y demás lujos a 225 euros la noche. Un gasto abonado por Les Corts Valencianes en aquellos tiempos de vino, rosas y pantallas de plasma por Navidad. Sólo Navarra mandó también una delegación parlamentaria en un Foro en el que participó Askapena, una organización vinculada a Batasuna, pero ese es otro cantar.

La choza en la que se alojaron en Kenia

Sus señorías valencianas descartaron otras opciones de alojamiento más del terreno, a pesar de que la organización del Foro Social Mundial las ofrecía. El camping Rowallan era mucho más asequible que la ‘cabaña’ de las cinco estrellas al igual que el Wangu Wa Makeri, donde se podía pernoctar por tres euros la noche. Demasiado cutre, pensaron. Incluso por un poco de dinero más podían haber obtenido ropa de cama mejorada e incluso una parrillada.

Cada uno de los cinco diputados que fueron, a los que acompañó una letrada de Les Corts, recibió por cada noche de pernoctación fuera de casa 276 euros: 94 para pagar el hotel (en realidad lo abonó el Parlamento íntegro), 62 para comida y 120 euros en concepto de viaje al extranjero. Ninguno optó por acudir a un hotel más de ir por casa. Siempre es mejor disfrutar de televisión por cable, minibar, caja fuerte y secador del pelo entre otros extras.

Pero lo cachondo del viaje, al margen del gasto hotelero, es que los cinco samaritanos, perdón diputados, aprovecharon que el Pisuerga pasa por Kenia para hacer turismo y visitar el safari del Masai Mara en la frontera con Tanzania. No hubo tiros, eso sí. La idea original fue de Perelló y de Ribó, a la que se pegaron como lapas los tres diputados populares. Porque señores, para recorrer una parte del Serengeti sí que hay consenso. Para todo lo demás, disenso que es el gen de la política.

“¡El safari nos lo hemos pagado nosotros!”, clamaban los cinco diputados aventureros por los rincones de Les Corts. ¡Coño, faltaría más! Pero no es menos cierto que se aprovecharon de un viaje de ida y vuelta pagado por Les Corts al precio de 1.200 euros por cabeza para volar a Kenia vía Amsterdam, que se alojaron en hoteles de lujo y que gracias a que la logística estaba abonada por el dinero de todos los valencianos hicieron turismo parlamentario.

Amanecer en el Masai Mara

Y es más, como alargaron dos días su viaje a Kenia para montar en todoterreno por esos mundos de Dios (no sé cómo se sentiría Ribó destrozando la selva en un vehículo de estos), los cinco diputados no fueron al pleno del Parlamento porque llegaron tarde. Si hubieran dejado las magníficas vistas del Masai Mara para otra ocasión con pago de viaje incluido de su bolsillo quizá hubieran cumplido con su obligación, que no es otra que estar en Les Corts porque para eso fueron votados por los valencianos. Que recuerde, por el absentismo no se les recortó de la nómina.

Durante esta época dorada donde en Les Corts parecía que había una máquina de hacer billetes, sus señorías viajaron a Nueva York (me consta que hubo alguno que compró maletas para llenarlas de ropa), a Grecia, Finlandia, Escocia (incluso fueron el pariente o la parienta con pago de su bolsillo) y a Panamá, entre otros lugares. Siempre me quedará la duda sobre qué intereses tenía Julio de España, expresidente de Les Corts, en el país centroamericano.

Hoy, tres de los cinco aventureros siguen viviendo de lo público:

• Andrés Perelló, eurodiputado del PSOE
• Joan Ribó, portavoz de Compromís en el Ayuntamiento de Valencia
• María José García Herrero, diputada del PP en Les Corts
• Fernando Modrego y Sandra Climent (exfallera mayor de Valencia) dejaron la política para dedicarse a lo suyo y pleitear con Les Corts por un millonario finiquito aprobado y después abortado.

La veda real por la caza del Rey se ha abierto con opiniones de todos los colores. En 2007, todos los grupos de Les Corts callaron por aquel viaje de cinco estrellas con safari en el paquete. Todos habían mojado. Por cierto, los diputados navarros terminaron el Foro y se largaron a casa.

Yo de mayor quiero ser diputado.

P. D. Andrés, te acuerdas cuántas broncas telefónicas por esto. Las recuerdo con cariño