“He dicho que soy adicto, no que tenga un problema”
Doctor House
Cada día trato de convencerme de que no volverá a suceder, que no me dejaré llevar por la tentación, que sabré controlarme. Pero no lo consigo. Llega la noche y no puedo evitar ver uno, y después otro más. Y me miento a mí mismo asegurando que sólo será uno más, y siempre terminan siendo al menos otros dos. Hasta que el agotamiento me vence. Robo horas a mi sueño, a mi vida sentimental y a la social. Todo por sentir que la adrenalina se me dispara cada vez que presencio un cliffhanger, una boda roja o un final de temporada que me hace levantarme del sofá y aplaudir como un loco. Todo por gozar con el mal, el dolor, el humor, el amor o las aventuras ajenas. Todo por acumular personajes, tramas y frases épicas, y ser el que más referencias maneje en una conversación y el que más títulos domine. Y pese a todo siempre sentiré la insatisfacción de no llegar a más y no poder abarcar el número que a mí me gustaría.
Me llamo Mikel y soy adicto a las series.
El ejemplo es ficticio. O casi. Algo exagerado tal vez, pero no descabellado. Cada día cientos de aficionados a las series se plantean dilemas similares a éste. El famoso “sólo uno más” forma parte de las mentiras cotidianas que un buen número de personas utiliza, junto con los clásicos “el último cigarrillo y lo dejo” o “mañana me pongo a dieta”. Lo que empezó como una simple afición ha desembocado, para unos cuantos, en una especie de dependencia catódica incontrolable.
Pocos de los que en su infancia disfrutaban con ‘El coche fantástico’, ‘V’ o ‘El equipo A’ se imaginaban que el día de mañana a través de ese mismo aparato iban a consumir joyas que les harían perder la cabeza. Para la mayoría comenzó como algo anecdótico. Alguien les había hablado de una serie diferente a todas las demás, que poco tenía que ver con lo que habitualmente se emite por televisión y que era de visionado imprescindible. Posiblemente fue ‘Los Soprano’, ‘The Wire’ o ‘A dos metros bajo tierra’. Y quedaron perplejos. Tanto que, lejos de dejarlo como un hecho aislado, decidieron pedir consejo para revisar algún otro título que resultara sorprendente e igualmente adictivo. Y ahí se abrió la caja de Pandora.
Cualquier recomendación se iniciará con la coletilla de que ninguna propuesta podrá superar a la primera que le hicieron. Y se intercalará después un pero. Y, tras el pero, cientos de títulos: ‘Breaking bad’, ‘Downton Abbey’, ‘Homeland’, ‘Mad Men’, ‘Perdidos’, ‘Dexter’… Y ‘Juego de Tronos’. Sí, siempre habrá alguien que afirmará: “no me puedo creer que nunca hayas visto ‘Juego de Tronos’”. Una serie llevará a otra serie. Y a otra. Y a otra. Y se entrará así en una vorágine en la que nunca se tiene suficiente ni se sabe cómo parar, y el hecho de no poder dar abasto causa impotencia. Y lo que empezó siendo un entretenimiento acabará provocando conductas agónicas.
Habrá quien piense que este comportamiento es desproporcionado. No dudo que pueda parecerlo, pero la recreación no está basada en suposiciones infundadas. Les sucede a los teleadictos. En Estados Unidos ya hay estudios que prueban la adicción a las series y plantean toda clase de conjeturas sobre las consecuencias, las razones y los métodos de desintoxicación.
Y como cualquier ‘enfermedad’ nueva que se precie cuenta por nombre con un anglicismo. A los adictos a las series se les llama ‘bingers’. El término viene de otro vocablo también inglés, ‘binge-watching’, que se traduce como “darse un atracón de series”. La actividad que cualquier aficionado a las series ha practicado alguna vez, un maratón de toda la vida. ¿Quién no ha tomado con ganas una serie y se ha terminado la temporada en apenas tres días? Sobre todo con fenómenos como ‘Perdidos’, ‘Alias’ o ahora ‘Juego de Tronos’. El ‘binger’ es el que se pasa el día dándose atracones. El problema es cuando los atracones se vuelven una obsesión. Y se indigestan. El consumo elevado acarrea ansiedad, cambios de humor e irritación y propicia que se abandonen otras parcelas de la vida. “¿Cuánto falta para el siguiente episodio? ¿Cómo no se da cuenta de que él es el asesino? ¿Cuántas temporadas hay que esperar para que se encuentren?”. Son algunas preguntas que surgen tras un atracón.
Los estudios sobre la nueva adicción señalan que dedicar más de siete horas a la semana a un mismo título sería un síntoma de padecer esta patología. Y que los efectos corporales pueden ser parecidos a los de la droga. Descenso de la temperatura del cuerpo, sudores o aumento del ritmo del pulso son algunas de las reacciones producidas por ver una serie. La empresa Neuromarketing Labs ha realizado una investigación, para Fox y Vodafone, con 74 personas de entre 18 y 47 años a las que se las obligaba a ver fragmentos de series de televisión para comprobar su actividad cerebral, su pulso, la frecuencia respiratoria o el riego sanguíneo y así determinar las consecuencias de engancharse a series. Las conclusiones dictaminaron que cuando vemos una ficción por la que estamos muy interesados segregamos hormonas con efecto calmante y cuando no podemos hacerlo experimentamos una especie de mono.
La revista ‘Time’ fue más allá y, a través de otro estudio, asegura que los productores son conscientes de estas adicciones y que de hecho utilizan tretas para que a los espectadores les urjan más chutes. Así incluyen en los episodios numerosos impactos visuales o finales emocionantes que sirvan como gancho para crear la necesidad de visionar el siguiente.
Como hay estudios para todo, uno encargado por la consultora Miner & Co revela que los adictos a las series dedican menos tiempo a su aseo personal. Siete de cada diez encuestados en Estados Unidos se considera ‘bingers’. El 90% de los preguntados confiesa que al menos una vez al mes mira más de tres episodios seguidos de una serie a través de televisión o servicios de streaming en internet. Los jóvenes de entre 20 y 30 años son los más seriéfilos. Y todos éstos, al parecer, son propensos a no bañarse. Es que dentro de la ducha no se puede escuchar eso de “en episodios anteriores…”.
Los títulos más adictivos actualmente son ‘Juego de Tronos’, ‘Breaking bad’ y ‘House of cards’. La empresa TiVo ha estudiado los hábitos de más de 15.000 espectadores y ha descubierto las producciones que sus clientes no pueden dejar de ver tras el primer episodio. El 91% de las personas analizadas reconocieron sin problemas que se han dado un atracón al menos una vez en la vida, de las cuales, el 40% fue en los últimos días. Un 14% admitía haber visto una temporada entera en una sola semana.
No es algo excepcional. La facilidad para acceder al material (vía internet o DVD) ayuda a generar nuevos hábitos. Ya no es necesario esperar una semana después del fatídico “continuará”, ni morderse las uñas con elucubraciones sobre lo que acontecerá. Hoy en día es fácil conseguir temporadas completas para disfrutar de ellas en pocos días. El sueño de todo adicto es toparse con títulos que sepan que le van a gustar y ser informado de que cuenta con cinco o seis temporadas que le aseguran entretenimiento durante semanas. Plataformas como Netflix (en España aún no opera) lanzan directamente las temporadas completas de sus productos para que cada cual las racione como desee, dejando atrás la costumbre, cada vez más en desuso, de capítulo por semana. La segunda parte de ‘Orange is the new black’ ha sido la última propuesta de Netflix y no son pocos los que se han tragado los 13 capítulos en una tarde-noche.
Hubo quien sólo necesitó varios días para devorar la totalidad de los capítulos de ‘Perdidos’. Ahora con ‘Juego de Tronos’ ocurre lo mismo. Son títulos que invitan a los atracones. La empresa Nielsen calculó cuánto tiempo se necesitaría para ver ficciones al completo. Así ‘Perdidos’, con 121 episodios de alrededor de 40 minutos, precisa de 3 días y 18 horas seguidas. ‘Sherlock’ en 14 horas se despacha. Para ‘Breaking bad’ hace falta un día y 22 horas, mientras que ‘El ala oeste de la Casa Blanca’ no se acaba en menos de 4 días y 20 horas.
Hoy en día te quedas fuera de muchas conversaciones si no sabes quiénes son los Stark y los Lannister. O si desconoces lo que pasó en ESE episodio de ‘The good wife’. O si no sonríes cuando alguien dice “nos estábamos tomando un descanso”. O si preguntas quién es la tal Skyler de la que están hablando. O si no eres capaz de tararear cuando alguien canta “little boxes on the hillside, little boxes made of ticky-tacky….”. Y así sin parar. La cadena americana HBO fue la primera en crear este tipo de productos adictivos. Después llegaron otras especializadas, como Showtime o AMC. Y más tarde se subieron al carro también las generalistas, como ABC o Fox. Imitando el modelo de Estados Unidos otros países, como Francia o Inglaterra, han comenzado a producir sus propias ‘drogas’. La burbuja seriéfila no parece tener fin.
Y algunos, los más extremos, la padecen. Descuidan su trabajo, a sus amigos, a su pareja. Aunque seguramente ellos, en su defensa, preguntarán si existe algún novio o novia, marido o mujer capaz de propiciar placeres como los que producen el episodio del tren de ‘Breaking bad’, o el del bosque de ‘Los Soprano’, o el final de la cuarta temporada de ‘The Wire’, o el de las maletas de ‘Mad Men’, o el de Rita de ‘Dexter’, o el de “No es el barco de Penny” de ‘Perdidos’… Responder resultará complicado.
Clínicas o tratamientos específicos para desintoxicarse no existen. Tiempo al tiempo. El verano es un momento adecuado para abandonar el mando a distancia o el ordenador, poner tierra de por medio y olvidarse por un tiempo de Don Draper, Glenn Rhee o Hannah Horvath. Julio y agosto son idóneos para concentrarse en otros hábitos o en cultivar distintas relaciones. Aunque también son buenos para ponerse al día con series abandonadas o con títulos recién descubiertos. La producción americana no se detiene. ‘Masters of sex’ o ‘Ray Donovan’ lanzan nuevas entregas en plena época estival. No lo ponen nada fácil para desengancharse. La tentación vive tras la pantalla.
Como buen camello yo mismo trataré de tentar a través de diversas sugerencias. Y para los más adictos los próximos sábados Darrin salta a la edición de papel de LAS PROVINCIAS con una serie de reportajes en la que repasaremos los personajes ficticios que han cambiado la ficción internacional en los últimos años, la tele que se quedará para la posteridad. Cristal azul para los entendidos. ¿Quiénes han sido para ustedes, queridos ‘bingers’ o seriéfilos, los personajes decisivos de las series americanas en las últimas décadas. ¿Tony Soprano? ¿Omar Little? ¿Don Draper? ¿Carrie Mathison? ¿Rachel Green? ¿Tyrion Lannister? ¿Ruth Fisher? Algunos de ellos aparecerán en las páginas del suplemento de verano del periódico a partir del sábado 26 de julio.
Títulos de crédito: Para quejas, sugerencias y otras necesidades humanas mi correo es mlabastida@lasprovincias.es