¿Son ahora las series españolas mejores que nunca? | El síndrome de Darrin - Blogs lasprovincias.es >

Blogs

Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

¿Son ahora las series españolas mejores que nunca?

“Siempre que viajo en el tiempo se me descontrola la regla”

Irena Larra


 


 

En este país somos de venirnos muy arriba enseguida. Y muy abajo al momento. Eso también. Somos de montar una burbuja e hincharla hasta extremos insospechados, y de repente explotarla de un plumazo, o de un pinchazo. Somos de extremos, poco amigos de tonos grises, de equidistancias, de términos medios. El boom en el que más se incide en las últimas semanas es el de la ficción nacional en televisión. El estreno de un puñado de títulos, que han conseguido notables datos de audiencia, ha provocado un aluvión de críticas entusiastas y una sensación de salto o de cambio de ciclo. Habrá usted leído titulares y comentarios del tipo “la nueva era de las series españolas”, “la segunda edad de oro de la ficción televisiva”, “un antes y un después”… Pero ¿hay para tanto? ¿De verdad estamos asistiendo a una etapa dorada y a una madurez del formato similar al que se ha vivido en Estados Unidos o en Inglaterra?

Conviene no sobreexcitarse ni perder la perspectiva. Hemos pasado de criticar las series españolas sin ningún miramiento a venerar casi todas. Buena ‘culpa’ de esto la tiene Atresmedia, que ha sabido vender muy bien su apuesta por la ficción. Si Mediaset se distingue por sus realitys (todos le funcionan) el grupo competidor ha conseguido que las series sean su caballo ganador. La mayoría de títulos que presenta en sus canales logran el respaldo de los espectadores, lo cual le ha dado la confianza suficiente como para asumir ciertos riesgos respecto a las temáticas. Asumir riesgos es, por otra parte, algo que los espectadores llevan tiempo reclamando a las producciones patrias para que no permaneciesen ajenas a la revolución que se está viviendo en otras industrias, como la estadounidense (principalmente) o la inglesa. También desde las productoras era constante esta reclamación y se quejaban de que a las cadenas les costaba dar luz verde a productos que se saliesen de los estándares convencionales y, sobre todo, que no fuesen dirigidos a toda la familia.

Curiosamente fue una serie de Mediaset, ‘El Príncipe‘, la que demostró el curso pasado que era posible plantear una ficción de género en ‘prime-time’ (sin que en el reparto y en las tramas hubiese abuelos y niños) y que pudiese destrozar los audímetros. Antena 3 (que había obtenido exitazos con productos como ‘El tiempo entre costuras’ o ‘Velvet’) recogió el testigo y ha estrenado este año algunas propuestas distintas (en cuanto a argumentos) a lo que se venía haciendo en este país en los últimos años, como son ‘Bajo Sospecha’ o ‘Vis a Vis’.

Las dos muestran una factura estupenda y ambas han sido recibidas con cifras contundentes. Llama especialmente la atención el caso de la segunda, puesto que ha sido producida por Globomedia, firma que durante años se ha asociado a productos familiares y que se ha visto obligada a reinventarse porque otras empresas del sector le estaban tomando la delantera y dejándola (a ella que en su día fue pionera) anticuada. Con ‘Vis a Vis’ cambiaba sus tradicionales desayunos repletos de marcas por duchas con desnudos femeninos indisimulados. Y ha sabido salir de la transición de forma notable: ‘Vis a Vis’ se mete en una cárcel de mujeres con una solvente realización y con un guión que engancha.

A estos dos títulos se une otra hazaña, la que han conseguido Bambú y Atresmedia, al conseguir que la BBC se interesase por uno de sus proyectos y decidiese coproducirlo, la primera vez que se lograba en España algo similar. De este modo surgió ‘Refugiados’, título que se plantea qué sucedería si de repente viajasen del futuro 3.000 personas, y de la que desde hace meses se hablaba mucho y muy bien. Cuando se citaba siempre llegaba aparejada a coletillas como “nunca se había hecho nada igual” o “la serie que revolucionará la ficción española”. El pasado jueves al fin se estrenó (a lo grande, en cuatro canales a la vez) y lo cierto es que todas las etiquetas con las que había estado asociada le pesaron como losas.

Era tanta la expectación creada en torno a ella que la decepción que provocó también resultó mayor. Porque decepcionó, reconozcámoslo abiertamente. Sólo había que darse un paseo por twitter para cerciorarse de que el resultado no entusiasmaba al público. Que incluso en las mejores críticas se destaque la falta de ritmo y las incongruencias del argumento no es buen asunto. ‘Refugiados’ gestiona muy bien los recursos que tiene a su disposición y presenta una factura soberbia. Es un acierto que utilice localizaciones nada explotadas y que recurra a actores que se prodigan poco por la televisión nacional (aunque sus interpretaciones sean irregulares). La premisa de la que parte es interesante, pero el escollo es que naufraga ya en el capítulo piloto y la sensación de lentitud se apodera de un espectador que espera con ansia que la acción arranque, pero esto nunca termina a suceder.

El sabor de boca que se queda con ‘Refugiados’ es de oportunidad perdida. Está por ver cómo responde el público a la segunda semana de emisión, en la que se programará un episodio y sólo a través de LaSexta. Ellos darán el veredicto final. Conviene de todos modos tomar nota de las críticas negativas. Lo bueno de las redes sociales (para productores, guionistas, programadores) es que permiten un feedback inmediato con el consumidor. No se debe tener en cuenta (esto es retuitear hasta el hartazgo) únicamente las opiniones positivas y afear aquellas con matices críticos. No todo el mundo comenta para destruir. No se les debería olvidar a los responsables de las series. A veces ayudan mucho menos aquellos que lo aplauden todo como ciegos o los que sólo buscan con el halago cierta relevancia. El minuto de gloria de ahora es conseguir que una cadena haga un pantallazo con una frase de tu crítica-crónica y la use para promocionar la serie.

Flaco favor se le hace a la ficción española si se la eleva a los altares antes de tiempo, si se la ensalza excesivamente, si se narran cumbres que todavía no ha escalado. Igual de malo es ser negativo con todo lo que se hace por aquí que absolutamente permisivo y exagerado con la mayoría de producciones. De este modo lo único que se consigue es que los verdaderos aciertos no luzcan lo que se merecen. Y este año ha habido unos cuantos, que conviene aplaudir con la medida precisa.

Los aplausos más fuertes los debería recibir ‘El Ministerio del tiempo’ (en TVE), que si bien no ha obtenido unas audiencias espectaculares sí ha despertado alabanzas unánimes (de profesionales y de público) y un fenómeno fan casi inaudito para una producción patria. La serie ideada por los hermanos Olivares ha abierto un sendero interesante por el que debería discurrir la producción nacional. Es arriesgada, explora un género poco frecuentado en nuestra televisión (la ciencia ficción), conecta con públicos diversos sin necesidad de meter con calzador tramas o personajes, y consigue una identidad propia, que no imita lo que se hace en otros países. Es española, parece española y no sólo no se avergüenza de ello, sino que lo subraya y aprovecha.

Esto último lo resalto porque de ‘Refugiados’, por ejemplo, se ha dicho en plan halago que no parece española. ¿Y entonces qué parece? Sea lo que sea, no es positivo. Porque se ha pensado y realizado en España y eso debería saberse o distinguirse cuando llegue a otros lugares. La industria nacional no tendría que renunciar a la idiosincrasia de su país para triunfar aquí o fuera. La diferencia siempre es un plus. No es imprescindible, pero tendría que valorarse. Porque si no siempre sobrevuela la sospecha de copia, de ir a rebufo, de llegar tarde. ‘Bajo sospecha’ recuerda a ‘Broadchurch’, ‘Refugiados’ bebe de ‘Los 4400’ o de ‘Les Revenants’, y ‘Vis a Vis’ se estrena después de que Netflix haya producido ‘Orange is the new black’. Que no la imita, no, pero cuenta con puntos de partida semejantes. ¿Y ‘El Ministerio del Tiempo’? No tiene un parangón claro. Eso es bueno. Muy bueno.

La ficción patria ha conseguido avances significativos, sí, sobre todo en factura y en argumentos, pero queda mucho camino por recorrer, sobre todo, si queremos gozar de nuestra propia época dorada en la tele. No todo lo que hay que conseguir es que la duración de los episodios se reduzca (de los 70 minutos a los que estamos acostumbrados aquí a los 40 o 50 de las producciones de habla inglesa). También se debe dar luz verde a nuevos formatos y planteamientos. Ojalá más ‘Qué fue de Jorge Sanz’ (sí, sé que aquello se hizo en Canal +). Y, por encima de todo, lo que necesita la ficción española es retratar la realidad española. Parece una incongruencia, pero las series nacionales adolecen de eso, de mirar hacia otro lado, de no abordar los problemas y circunstancias de la sociedad que las consume.

¿Cómo es posible que ninguna serie nacional haya analizado o se haya detenido a observar las consecuencias de la crisis en la que desde hace ocho años vive sumido este país? Ningún título se ha acercado ni de lejos a la realidad más flagrante de nuestra sociedad. Miento. José Luis Moreno produjo una ‘comedia’ titulada ‘A ver si llego’ emplazada en un mercado en el que trabajaban personajes con apuros para llegar a final de mes. Menuda excepción. Sí, lo sé.

¿Cómo es posible que ninguna serie haya abordado el problema que supone la corrupción en este país? Los casos brotan, se repiten, nos invaden, pero no han dado pie a ninguna trama. Miento. Canal + adaptó la novela ‘Crematorio’, que sí ahondó en estas cuestiones. En este caso la excepción sí es inmejorable. Lo triste y lo raro es que este título se haya quedado tan solo. Es como si en Estados Unidos el problema del racismo no se tocase en sus producciones. No sólo se toca, sino que se buscan perspectivas inéditas o actualizadas. Un ejemplo es ‘American Crime’, serie que, por cierto, se emite en ‘prime-time’ en una cadena generalista.

¿Cómo es posible que un hecho tan significativo como la caída del bipartidismo y la sonora irrupción de nuevas formaciones como Podemos no se haya visto representado en la ficción de la pequeña pantalla? La política nacional está bien, por lo visto, para hacer espectáculo con ella los sábados por la noche pero no para diseccionarla en una buena serie como ‘El lado oeste de la Casa Blanca’ o incluso para tratarla con humor como en ‘Veep’. Hace unos meses se anunció que una productora española había comprado los derechos de la serie danesa ‘Borgen’ para hacer una versión por estos lares. ¿De verdad es mejor adaptar una serie que retrata (maravillosamente) la realidad de Dinamarca que inventar una que refleje la coyuntura y aristas de la política nacional?

La ficción española necesita casas que se parezcan a las españolas, calles que se parezcan a las españolas, personajes que parezcan españoles. La fantasía y las licencias están bien, pero cuando es sistemático resulta raro. Está muy bien que ‘Vis a Vis’ invente una cárcel para desarrollar su trama, pero estaría estupendo que una serie fuese valiente y mostrase una prisión de las que de verdad existen en este país.

En ese sentido hace treinta años las producciones eran mucho más arriesgadas y realistas. Sólo hay que asomarse a la web de rtve para revisar títulos como ‘Anillos de oro’, ‘Segunda enseñanza’ o ‘Chicas de hoy en día’, entre otros, que presentaban argumentos con los que los espectadores podían identificarse perfectamente y se atrevían con tramas adultas, algo casi vetado en la actualidad (‘Cuéntame’ fue una excepción la temporada pasada). Posiblemente los personajes que más se parecen más a los que nos cruzamos cada día sean los de ‘La que se avecina’ (pasados por un filtro grotesco, claro).

Hay industria, hay ganas, hay profesionales magníficos. Y hay público. Eso es importante. El público está receptivo. Ahora sólo falta que las cadenas se arriesguen más. Y que no se lancen las campanas al vuelo demasiado pronto. No vaya a ser que nos dé un campanazo en la cabeza.

 

 

Títulos de crédito: Para quejas, sugerencias y otras necesidades humanas mi correo es mlabastida@lasprovincias.es

Otro sitio más de Comunidad Blogs lasprovincias.es

Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


mayo 2015
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031