Pese a llevar 16 ediciones a sus espaldas, unas cuantas versiones VIP, reencuentros, revueltas y postvueltas ‘Gran Hermano’ sigue logrando excelentes audiencias y Telecinco lo exprime todo lo que puede, como al cerdo del que se aprovechan hasta los andares. Por eso ocupa horas y horas de su programación, obligando a sus guionistas a provocar todo tipo de situaciones para conseguir contenido que llenen esos programas larguísimos.
En lo que llevamos de edición nos hemos topado con una participante que no tardó ni un día en meterse en la cama del chico que le atraía, otra concursante que entraba en brote cuando no dormía o mientras recordaba en el jardín y frente al resto de sus compañeros las posturas que utiliza en la cama y no precisamente para descansar, varias historias de amor y de celos, y un villano reconvertido en héroe. Son algunos de los personajes en los que se han ido transformado los concursantes que entraron en la casa de Guadalix hace unas semanas.
¿Están siguiendo un guión para alimentar tramas? No. ¿Es fruto de la casualidad todas las conductas y actitudes que toman? Tampoco. Hay un guión, sí, que va sufriendo modificaciones sobre la marcha, pero del que los propios protagonistas no son conscientes y que van interpretando en función de directrices y estímulos que les llegan por parte del programa.
Pongamos el ejemplo de uno de los participantes más célebres de este año, Suso. Tiene 22 años, quiere ser asistente social penitenciario y colaborador de ‘Sálvame’, pasa dos horas al día en el gimnasio, siempre que sale “sale a cazar” –dice-, y pregunta si ‘aunque’ se escribe junto o separado. Ha sido triunfador, villano y héroe, todo en unas pocas semanas y según convenía a los argumentos del programa. Si lo querían cariñoso no dejaban de halagarlo, si pretendían alterarlo permitían que se colasen abucheos del público, si querían que perdiese los estribos llevaban a la casa a su peor enemiga para que lo escogiese para limpiar excrementos de oveja. Por ello a nadie le extrañaría cuando el concursante preso de la ira perdió los nervios y se envalentonó contra sus compañeros, propiciando horas y horas de contenido.
No hay que olvidar que las personas que finalmente entran a este concurso han superado un montón de entrevistas contando cada detalle de su vida y han realizado tests psicológicos que revelan bastantes datos sobre su forma de ser y sobre cómo reaccionarán ante determinadas situaciones. El programa, por tanto, conoce informaciones que va utilizando a su antojo y según las necesidades de su guión. Saben lo que les sacará de quicio, lo que les reconfortará, lo que les fastidiará… Al tal Suso en cuestión se le escapó una frase reveladora: “Mi redactora me dijo: Suso, la primera semana contrólate. Ya lo sabían todos, sabían que era una bestia y aquí me han metido por eso”.
¿Qué hay detrás de un reality? Para conocer los entresijos de este tipo de espacios conviene ver la que fue una de las revelaciones del verano, ‘UnReal’, serie producida por la cadena Lifetime (normalmente denostada) con tintes de culebrón pero cargada de crítica hacia un tipo de televisión y hacia una sociedad que es cómplice. La ficción retrata cómo se desarrolla un ‘reality’ llamado ‘Everlasting’, que guarda parecidos más que razonables con ‘The bachelor’ o con los nacionales ‘Un príncipe para Corina’ o ‘Quién quiere casarse con mi hijo’. Pero también sirve para conocer cómo se fabrica o se manipula un formato como ‘Gran Hermano’. Porque el interés de la serie radica más que en las chicas que aspiran a conquistar a un soltero de oro en ver cómo funciona el engranaje de detrás, lo que piden los grandes jefes, lo que idean los productores, lo que tergiversan y fuerzan los redactores, tratando a los participantes como conejillos de indias que manejan para lograr contenidos y más contenidos. “Dadme buena televisión”, suele bramar Quinn Rey, productora ejecutiva del reality en la serie. Y cuando dice “buena televisión” se refiere a peleas, broncas, polvos e insultos. Y si es todo junto, mejor.
Todo el mundo sabe lo que hace allí. Los escrúpulos quedan aparcados en casa. El estómago debe acudir vacío al trabajo, no sea que alguna acción que vayan a cometer les produzca vómitos. Los productores y psicólogos del concurso conocen el pasado de todas las concursantes (sus rupturas, sus fobias, sus complejos, sus miserias); saben a quién odian y a quién aman, quién les puede sacar de quicio o enamorar. Y juegan con ello. Esto último no sólo son golpes de efecto sacados de la ficción. De algunos de ellos ha echado mano, precisamente, el ‘Gran Hermano’ español.
El año pasado se metió en la casa de Guadalix a la ex de un concursante que había iniciado otra relación dentro de la casa, en ediciones anteriores se recurrió a antiguas parejas que habían tenido un comportamiento poco apropiado o familiares con los que escaseaba la afinidad. En ‘UnReal’ una de las participantes recibe la visita de su exmarido maltratador provocando fatales consecuencias, pero abasteciendo a las tramas del reality. Si se reconcilian, si se pelean, si discuten el público tendrá lo que desea. El público siempre es la excusa para llevar a cabo cualquier práctica, por inmoral que sea.
“Démosle lo que quieren: ponis, princesas, romance, amor. No sé, de igual modo todo es un montón de basura”, señala la productora ejecutiva en la serie cuando comienzan las grabaciones del formato. Gracias a ella aprenderemos algunas lecciones de televisión, aplicables a casi todos los realitys: La primera concursante que aparece en pantalla es la favorita y por lo tanto hay que poner a una joven apuesta e idílica, nada de personajes estrafalarios o que se alejen de los cánones de belleza; todos los cuentos necesitan príncipes, princesas y villanos para que funcionen y porque el espectador sigue necesitando referentes fáciles con los que identificarse, si un malvado es eliminado, rápidamente hay que buscar otro; la letra de los contratos cuenta, los concursantes con tal de estar entre los seleccionados firman compromisos asombrosos de los que luego son presos y cuando quieren saltárselos se enfrentan a juicios y represalias. Esto mismo le sucedió a la creadora de la serie, que tuvo que amenazar con suicidarse para que le dejaran abandonar ‘The bachelor’, donde trabajaba como redactora.
Los redactores de ‘UnReal’ cruzan la línea de la moralidad a menudo para conseguir lo que quieren de sus concursantes. ¿Pura ficción? No opinan así personas que de verdad han trabajado o trabajan en este tipo de espacios y saben la de mentiras y tretas que han usado para obtener de los participantes lo que quieren: lágrimas, declaraciones, confesiones, críticas, gritos… En la serie incluso se ofrecen bonus económicos a los que vayan obteniendo diferentes perfiles: una nueva mala, una víctima, una que sea el hazmerreír. Las concursantes guardan potencial para que estos redactores echen mano de sus secretos y conflictos y los pongan en el disparadero cuando se les antoje. Entre las participantes de ‘UnReal’ hay una mujer madura a la que le convencen de que tiene posibilidades de conquistar al jovencito. En realización la conocen como “la madre soltera, triste y marchita” y la dejan hacer el ridículo de cara a la audiencia. “Muestra señales de estrés post-traumático”, advierte la psicóloga. “Por eso la escogimos, por la locura. Sabía dónde se metía, cuanto más loca mejor”, espeta la productora ejecutiva. Lo saben todo, en la serie y en España. Nada sorprende al equipo, por mucho que luego hagan como que se escandalizan por comportamientos o comentarios.
En la serie hay una fanática religiosa y virgen, una abogada competitiva con desórdenes alimenticios, una diseñadora de bañadores facilona… Son perfiles a los que se echará mano en algún momento por sus peculiaridades. Nada es casualidad en la tele. No es casual por ejemplo que en esta edición de ‘Gran Hermano’ haya personajes tan singulares como una joven que ve espíritus alrededor de las personas u otra muchacha que cuida de bebés reborn. “Sólo sé un buen títere y haz lo que te digo”, pide una productora en ‘UnReal‘. “Yo creo las condiciones para que sucedan cosas y luego hago que sucedan de verdad”, advierte Rachel Goldberg, una productora tocada tras años cocinando realitys y que se debate entre el nauseabundo olor que le producen las trampas y manipulaciones a las que somete a los concursantes y su adicción por jugar con vidas ajenas a las que vigilan constantemente con cámaras. Los debates sobre qué límites morales se pueden traspasar y las peleas entre los propios redactores/productores para destacar frente a los jefes son uno de los ejes principales de la serie.
¿Y las dudas? ¿Y el sentimiento de culpa por lo que hacen? Apenas se ven, porque todos los que forman parte de estos programas se suelen poner excusas que les dejen dormir plácidamente por la noche: los concursantes saben lo que hacen, querían fama, les hacemos un favor…
“Todas ellas sabían lo que firmaban”, le recuerda en un capítulo Quinn a Rachel. “No, no lo sabían. No tienen ni idea de la mierda que metemos”, le responde la otra. “No es peor que lo que les sucede en la vida real”, zanja la productora ejecutiva.
‘UnReal’ sigue y describe los entresijos de un reality, descubre cómo se toman las decisiones y cómo se arrancan sentimientos para lograr un buen plano, muestra el modo en que se desenvuelven los que están detrás y delante de las cámaras para conseguir sus objetivos. En definitiva es una tesis sobre la televisión. A veces grotesca, a veces afilada. No se dejen engañar por el envoltorio. El espectador podrá valorar cuánto considera fidedigno o exagerado. Lo que es seguro es que quien la vea no se enfrentará jamás a un reality de la misma forma. Después de comprobar lo que sucede en ‘Everlasting’ entenderemos las claves y trampas de programas como ‘Gran Hermano’, que tiende anzuelos para que los participantes caigan y generen contenidos diversos que sirven para contentar a una audiencia ávida de contenidos.
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