De la nueva serie de Shonda Rhimes, ‘The Catch’, he aguantado un par de capítulos, los suficientes como para saber que me interesa aún menos que ‘Anatomía de Grey’ y ‘Scandal’, de las que al menos soporté una temporada completa. La nueva ficción de timadores y timados está planteada como una especie de versión catódica del juego del gato y el ratón. El minino es una detective que se encarga de investigar fraudes pero que no ve el que tiene en casa. El roedor es su prometido, un timador profesional, que consigue engañarla en sus propias narices. A partir de ahí mucha pantalla partida, mucha música psicodélica, mucho postureo y poca chicha. Porque la historia en sí tiene poco recorrido por más giros de guión que le den para llegar siempre al mismo sitio. A que, pese a todo, se gustan. Pues muy bien.
Pero si hay algo que me duele especialmente en esta serie es ver pululando por ahí a Mireille Enos y a Peter Kraus. Ella, enigmática detective de ‘The Killing’. Él, inmaduro hijo de ‘A dos metros bajo tierra’. Quién los ha visto y quién los ve. Ahí andan ambos entregándose a las persecuciones sin freno, a los juegos imposibles de miradas y muecas, a una de las tensiones sexuales más artificiales vistas en años en televisión. Ay Shonda, ¿por qué nos has hecho esto? Ellos lo intentan, tratan de defender con dignidad los papeles de sofisticada investigadora y de ladrón de guante blanco. Y a ratos hasta lo consiguen, pese a que se nota que ni ellos mismos se los creen y que posiblemente les sobren algunos años para tanta carrera y tanta pirueta.
La sombra de Nate Fisher y de Sarah Linden es muy alargada. Durante cinco años Krause dio vida al hijo pródigo que regresa al hogar materno tras la muerte del padre y se ve atrapado en un trabajo que nunca le interesó y en una relación tormentosa y destructiva. El mayor de los Fisher huía constantemente de cualquier clase de atadura y de cualquier decisión que le obligase a madurar. Huía de su familia, de su pareja, de un matrimonio en el que no creía, hasta de sí mismo. A Enos le tocó meterse en la piel de una atormentada detective incapaz de expresar sus sentimientos (ni siquiera con su hijo) ni de establecer una relación social medianamente sana. Volcada en su trabajo, utilizaba cada caso como método para aislarse de una realidad que le pesaba y le dolía demasiado como para asumirla. Así los recordábamos. Y así queríamos recordarlos.
Y no, no es cuestión de ponerse estupendos, y de pensar que cuando uno interpreta un papel tan notable como alguno de los citados ya no puede embarcarse en ningún otro proyecto que no esté a la altura. Más que nada porque eso es imposible. Hay que comer. No todos los días la tele pare títulos como ‘A dos metros bajo tierra’ o ‘The Killing’, eso está claro. En el caso de Krause nunca ha encontrado un personaje tan completo como el de Nate Fisher. Tanto el detective de ‘La habitación perdida’, o el padre de familia de ‘Parenthood’ como el abogado idealista de ‘Dirty sexy money’ resultaban demasiado planos. ¿O será que Krause no da más de sí? Tal vez. O que no tuvo buen ojo u ofertas a su altura. No le ocurrió como a sus compañeros Michael C. Hall, que dejó a David Fisher para encarnar a Dexter Morgan, o Frances Conroy, que de Ruth Fisher pasó a toparse con toda clase de roles en el loco universo de ‘American Horror Story’.
¿Se puede sobrevivir a un personaje célebre? Sí: acabamos de citar dos ejemplos dentro del reparto de ‘A dos metros bajo tierra’. Y podríamos añadir unos cuantos más. Sin ir más lejos Julianna Margulies acaba de finiquitar ‘The good wife’, donde ha brillado como Alicia Florrick, dejando atrás su etapa en ‘Urgencias’ como enfermera Carol Hathaway. Como ella Edie Falco se embarcó con tino en ‘Nurse Jackie’ tras ‘Los Soprano’, David Duchovny aprobó con nota en su cambio de registro en ‘Californication’ con respecto a ‘Expediente X’, y Ed O’Neill se reinventó con ‘Modern Family’ después de ‘Matrimonio con hijos’. A esta lista se podrían unir Marcia Cross (de ‘Melrose Place’ a ‘Mujeres desesperadas’) o Matthew Fox (de ‘Cinco en familia’ a ‘Perdidos’), entre otros. Un caso particular es el de Bryan Cranston, que consiguió que nos olvidásemos de ‘Malcolm in the middle’ y nos lo creyésemos (y mucho) en ‘Breaking Bad’. ¿Logrará algo similar con otra serie? ¿Le perdonaríamos si después de dar vida a Walter White se hiciese un ‘The Catch’? En ese mismo filo se halla Jon Hamm, al que le costará encontrar un papel como el de Don Draper. Otra cosa es que lo espere, lo espere…, y al ver que no llega le toca jugar al gato y al ratón…
En el limbo de actores que nunca encontraron un producto de la relevancia de sus primeras series está todo el elenco de ‘Friends’, cuyos trabajos posteriores jamás ha llegado a asentarse en la parrilla, o el de ‘Sexo en Nueva York’, que sigue viviendo de las rentas de aquella producción televisiva sin encontrar relevo. Esto no es algo que todo el mundo pueda permitirse.
Y antes de quedarse con los brazos cruzados o de autocondenarse al ostracismo siempre es preferible aceptar ficciones menores, incluso con papeles imposibles. ‘The Catch’ es un buen ejemplo de ello. Pero que seamos conscientes de las necesidades del mercado y del ser humano no merma esa tristeza que le invade a un fan incondicional de ‘A dos metros bajo tierra’ al ver su idolatrado Nate Fisher enfrascado en carreras y otros menesteres detectivescos.
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