“Al agua patos…”

Miriam Díaz Aroca

Si anteriormente media España estuvo pendiente de Kiko Rivera pasando hambre en una isla, de Belén Esteban bailando salsa o del rubio de los Pecos imitando a María Jesús y su acordeón, no es de extrañar que ahora esa media España no perdiese ripio de cómo salta Falete a una piscina. Todos son asuntos de prioridad nacional. No hay duda. Marzo ha comenzado con lluvias, vientos y frío y, sin embargo, anda en bañador todo el famoseo por las televisiones. Y es que a las cadenas privadas les ha dado por construirse piscinas e invitar a un chapuzón a personajes tan variopintos como Olvido Hormigos, Jesulín, Gervasio Deferr, El Bola (Juanjo Ballesta) o Lidia Lozano.

Y, por supuesto, a Falete. El cantante (entre otras cosas) lució michelines (ahí radicaba la gracia de tanta expectación) y bañador con volantes y se dio un chapuzón. Salió, se secó y fin de la historia. Ni se ahogó, ni se mareó, ni se le bajó el bañador. Pese a esto, ‘Splash’ logró el mejor estreno en Antena 3 de un programa de entretenimiento de los últimos 12 años.

Y así regresó a la pequeña pantalla la moda del chapuzón que tanto furor causó durante los noventa. La involución. El último grito ya era tendencia hace veinte años. No pasa nada, todas las modas son cíclicas. Yo ya estoy preparado para volver a escuchar cantar a las Cacao Maravillao y para ver a las chicas Chin Chin de ‘¡Ay, qué calor!’ sacarse una teta.

Ahora todo es más espectacular. Entre los primeros que lucieron michelín mojado en la tele estaba el que fue alcalde-capo de Marbella Jesús Gil y Gil. Qué crack. Telecinco lo contrató para presentar un programa metido en un jacuzzi rodeado de muchachas en biquini. ‘Las noches de tal y tal’ se llamaba el invento y alcanzó cuotas del 40% de ‘share’ que para sí quisieran ‘Splash!’ y otros sucedáneos. Gil presumía de lorzas y de cadenita de oro del niño Jesús en una bañera que servía de estudio para entrevistar a cantantes, actores y políticos. Jeannete Rodríguez (vamos, Cristal) era la copresentadora y Benny Hill hacía gracietas por allí. Nunca después se alcanzaron cuotas de bizarrismo más alto. Y no habrá sido por intentos. Es una pena que en los noventa los ‘realitys’ no existieran. Lo que se han perdido con Jesús Gil…

La que no entiendo cómo no ha aparecido aún en un ‘reality’ es Natalia Estrada. ¿Qué fue de Natalia Estrada? Para los que no lo sepan, Natalia Estrada fue a los 90 lo que Pilar Rubio ha sido a estos últimos años. Iba encadenando programas en Telecinco y, de repente, desapareció. Creo que emigró a lares italianos. Ella también se lanzó a la piscina. O se encargaba de que se lanzasen a otros. Lo hacía en compañía de Andoni Ferreño (que también presentaba antes todo en Telecinco envuelto en gomina). ‘Bellezas al agua’ era un concurso en el que los participantes debían mostrar su destreza bajo el agua desenredando nudos, sorteando muros o besándose (el gluglubeso). Entre otras presentadoras que se pusieron en bañador en este espacio estuvieron Normal Duval y Loreto Valverde.

A la estela de este nació poco tiempo después ‘Uno para todas’ en el que 200 mujeres elegían entre doce hombres al chico más guapo de la semana. ¿Y qué hacían con el resto? Tirarlos a la piscina. Y todo el mundo se descojonaba. Porque lo de ver caer a alguien a la piscina da mucha risa. En los 90 y ahora. Algunos éramos adolescentes en esa época y sobrevivimos a aquello. Otras en esa época fueron chicas glu-glu, como Raquel Meroño, y ahora son actrices. Pues eso, cada cual a lo suyo. Me pregunto qué habrá que pasado con Héctor, el hombre más fuerte del mundo…. “Soy Héctooooor”

Entre 1965 y 1999 TVE participó en una gran competición por países tipo Eurovisión en la que en lugar de cantar había que realizar pruebas deportivas y de habilidad. ¿Dónde? En una gran piscina, lo han adivinado. Se llamaba ‘Juego sin fronteras’ y, en su última etapa, lo condujeron Guillermo Summers e Ignacio Salas. Representantes de ciudades de toda España acudían para enfrentarse con otros de diferentes países.

Quienes también se mojaron en bastantes ocasiones fueron Ramón García y Ana Obregón, pero estos en versión ducha. En la de ‘¿Qué apostamos?’. Allí acababan ellos o los invitados de turno que hubiesen asistido al concurso. Si no se superaba una prueba una voz en off, a la que llamaban comisión, decidía quién debía terminar empapado. Y, lógicamente, bajo una ducha se canta. Así que todos terminaban entonando aquello de “si consigues alcanzar un campanario, subido en veinte sillas a la vez, si puedes navegar en un zapato, poniendo como vela un calcetín…”.

Ramontxu cambió la ducha por una piscina con troncos en el ‘Grand Prix’, las Virtudes también tenían la suya en un espacio en Antena 3 llamado ‘Burbujas’ y Esther Arroyo se refrescaba en ‘Mójate’.

Y entre aguadillas transcurrieron los noventa. Ahora una nueva ola nos ha traído las piscinas de nuevo al salón de casa. La excusa es ver lo bien o mal que saltan unos cuantos rostros populares. La piscina no está vacía ni plagada de pirañas. Quizá así tendría algo más de gracia. Pero, no sufran, si mi generación sobrevivió a las piscinas de los noventa, esta también lo hará. No hay peligro.

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