No dudo de la importancia de un atajo, sobre todo cuando conducimos o vamos andando con prisa a algún sitio. Sin embargo, los temas importantes de nuestras vida no deberían buscar ese tipo de atajos si los beneficios de usarlos impiden precisamente comprenderlos.
Pongamos por ejemplo la educación, nos fijamos en las best practices de otros países que inicialmente tienen una mejor educación según unos determinados indicadores. Y con esas prácticas que supuestamente nos van a sacar el caos que vivimos actualmente en educación se diseñan planes políticos para combatir unos partidos a otros. No voy a hablar de política, pues creo todo el mundo sabe mi opinión de que la educación debería estar en manos de los educadores en un gran pacto social, pero ese es otro tema.
Lo que quiero matizar es que en realidad intentamos obtener los mismos resultados que otros países sin haber pasado por el proceso de debate y maduración que debe pasar un país. Porque nuestra cultura y nuestra historia merece una reflexión idiosincrática y no un copia-pega que no es digno de la calidad que esperamos de los políticos. Merecemos reunirnos los educadores de todos los ciclos para comprender mejor por qué nuestra educación se ha convertido en algo tedioso que no interesa a una gran mayoría de alumnos, y que decimos de modo narcisista que las generaciones cambian y que los jóvenes no quieren ser educados.
Lo que no quieren los jóvenes es una educación digna del medievo. Lo que no quieren los jóvenes es una educación fragmentada, especializada como se hace en el mundo de la empresa y de los procesos productivos. Porque la vida bien merece una visión más integral y sistémica donde la historia, la geografía, la matemática, la física, la lengua o la filosofía encuentren su espacio de modo natural en su narrativa.
Pero como digo queremos ser como otros sin hacer lo que hacen otros, que es pensar y debatir entre especialistas sin partidos políticos por medio, porque la educación lo merece.