La verdad es que recibí la invitación con entusiasmo: “¡Una gran fiesta de carnaval con los Teleñecos!” Para mí, era todo un honor que The Muppets, que tantas alegrías y compañía me hicieron cuando pequeño, me invitaran ahora a una gran jarana aprovechando su visita a El País de las Gastrosofías. Pese a que en el fondo, lo que buscaban era promocionar su última peli. Eso sí, pusieron una condición: que nadie fuera vestido de humano. ¡Eso estaba chupado!
Llegó el gran día y busqué en mi baúl de disfraces alguno que me cuadrara. “Darth Vader”, pensé. Era lo más galáctico que tenía a mano y me camuflaba muy bien. Así que, sin darle más vueltas, cogí mi nave espacial y salí volando hacia el Alcachofa Theatre, que es como llamamos en Gastrosofías a nuestro centro cultural para que parezca más importante. Ya sabes, a los de la cocina nos mola eso del ‘Puturrú de Foie’.
Cuando llegué al gran salón donde se celebraba la fiesta, los Muppets y sus invitados ya estaban desbocados. La rana Gustavo tocaba emocionada el piano de cola, mientras su novia miss Piggy, convertida en una superstar, bailaba sobre él a lo Marylin. A su alrededor, una docena de galanes de Sesame Street, con traje de pingüino incluido, miraban entusiasmados sus jamones (nunca mejor dicho). “Mi añorada y querida miss Piggy“, pensé al verla.
Y mientras la pareja más famosa de los Teleñecos animaba el festival, Gonzo y Animal se dedicaban a aderezar el ponche que nos servían los camareros con un sinfín de licores irreconocibles. “¡Tira más, más… Esto va a ser la bomba!”, gritaba Gonzo presagiando lo que iba a ser una gran melopea colectiva. Al tiempo, bandejas repletas de comida rodaban por todas partes: grandes nubes de azúcar con sabor a palomitas, suflés de ‘caramelos chimos’ sobre jalea de Anís el Mono, pinchitos de Peta Zetas con regaliz ‘Cinco Jotas’…. Hasta el Grant Granzt envió globos de helio comestibles.
Todo era maravilloso. Tanto que el extraño ponche empezó a hacer efecto y se fue apoderando de la fiesta. Elmo y el loco cocinero acabaron en una gran bañera de palomitas durmiendo la mona; Frozzie, el oso simpaticón, recitaba poemas sin rima a dos jubilados que parecían petrificados, y Gustavo canturreaba debajo del piano, con un gran sombrero mexicano, “yo para ser feliz quiero un camión…”. Para que negarlo, hasta yo recuerdo todas aquellas imágenes de forma muuuy borrosa…
Sí que creo recordar que, en ese instante de delirio generalizado, salí al jardín a intentar recuperarme y se me acercó Piggy. Empezó a masajearme. Primero el cuello, luego la espalda… “Siempre me han gustado los hombres de otras galaxias”, me susurró al oído. Reaccioné con perplejidad, pero ella continuó y empezó a darme fresones rellenos de Bourbon, y a cantarme muy sensual Diamonds Are a Girl‘s Best Friends
“Piggy, no puedes hacerle esto a Gustavo…”, le interrumpí con un grito contenido. Ella me miró con espanto, se ofendió y dándome un contundente empujón me echó hacia atrás. “Eres como todos los humanos. Me rechazas porque… porque soy una cerdita. Una cerdita mimosa, más divina que la mismísima Marilyn y que Lady Gaga, pero una cerdita… “. Se puso a llorar de forma desesperada, me acerqué e intenté animarle. Entonces me confesó que por las noches tiene pesadillas y que se imagina que un carnicero llega hasta ella para secuestrarla y llevársela a una matanza. “Y me trocea, y tritura mis carnes ¡y hace conmigo morcillas de esas que tanto os gustan a los malditos humanos!”.
Le contesté que había bebido demasiado, que mañana será otro día y que olvidaría esas pesadillas. Y colocándole mi capa de Darth Vader, le abracé. Entonces, mirando hacia las estrellas, la pequeña Piggy me dijo: “Yo sólo quiero ser una superstar”. Me besó suave y se esfumó entre la penumbra de la borrachera.
Os confieso que la mañana del día después, sumido en la resaca, se me saltaban las lágrima mientras cocinaba un lomo a la manzanilla con regusto de romero. Un lomo que podría ser de la mismísima miss Piggy. Quizás por eso, por mis lágrimas, quedó algo salado.
Lomo al estilo “Alcachofa Theatre’
Ingredientes: Lomo de cerdo, alcachofas, patatas gallegas, ajos, manzanilla (vino), romero, tomillo, sal y pimienta.
Elaboración: En una cacerola, que después podamos introducir en el horno, freímos con un buen chorro de aceite las alcachofas cortadas en cuartos. Las apartamos e introducimos el lomo, que habrá macerado bien frotado con sal, pimienta, tomillo y romero fresco y algún ajo. Sellamos bien el lomo entero, junto a media cabeza de ajos. Después le lanzamos el chorro de vino (generoso). Cuando el vino evapore el alcohol, añadimos medio vaso de agua y lo introducimos al horno a unos 180 grados. A mitad cocción, incorporamos las alcachofas que habíamos apartado. En otra bandeja hacemos las patatas cortadas en gajos con mucho romero fresco y pimienta. Cuando veamos que el lomo ya está tierno, lo sacamos. Lo cortamos en lonchas, lo sumergimos en el caldo que queda de la cocción, ponemos sobre él las alcachofas y las patatas y dejamos todo en el horno a fuego lento unos minutos más. Sacamos los ajos y elaboramos con ellos una emulsión, para acompañar la carne y… a comérselo.
A mí, por las lágrimas, me salió algo salado. ¡Qué le vamos a hacer! Pero si le coges el punto al lomo, o sea que no te quede seco, está de muerte. Muy campestre.
Las fotos de los teleñecos son promocionales The Muppets, aunque retocadas, que ya sabes que tienen película nueva ¡Ah! Recuerda que puedes contactar conmigo en jtrelis@lasprovincias.es y que me encontrarás en twitter @JesusTrelis