No me quitaba de la cabeza la frase de Mafalda. Quizá porque los dardos de la pequeña de Quino llegan a ser tan certeros que el impacto sobre nuestra conciencia suele ser imborrable. “En todas partes cuecen habas, pero nadie se anima a estrangular al ‘maître’”, me dijo la niña de voluminosa melena y simpática mirada cuando estuve con ella en San Telmo.
Desde entonces no me quito de la cabeza esas habitas cociéndose a fuego lento e incluso, en algunos momentos, llego a pensar que se parecen mucho, pero que mucho, a los de a pie. Sí, a ese montón de habitas en que nos hemos convertido los ciudadanos de este planeta y que estamos en manos de los que mandan -o sea, los chefs y ‘maîtres’ del lugar- que han decidido darle más fuerza al fuego para cocinarnos bien. Para que estemos muy, pero que muy, rehogados. Al fin y al cabo, los de a pie sólo somos eso, habitas de paso, sencillas y simples, que nada tienen que ver con sus señorías Los Gourmets: Il Parmegiano, la reinona Trufa, su majestad el Raf, don Bellota y míster Foie.
Las habas, esas que nos levantamos cada mañana y si tenemos suerte vamos a nuestro puesto de trabajo y si no, a la cola del paro, nos dedicamos a sobrevivir en medio de este gran pastelón en el que han convertido, entre unos y otros, el planeta Tierra. O el Mundo. O lo que tú quieras porque todo está igual. Un lugar en el que hemos pasado a ser personajes o personajillos de un circo callejero en el que unas veces nos toca hacer equilibrios con la bicicleta para no caer al abismo; otras, convertirnos en simpáticos enanitos para intentar arrancar sonrisas en mitad del desánimo generalizado, y otras, actuar como ilusionistas y funambulistas capaces de jugar con los bolos de la miseria sin morir en el intento. Somos eso: habas con chistera en este circo de la vida en el que chefs y ‘maîtres’ deciden que hacer con nosotros, mientras nos cuecen a fuego lento.
Todo eso sale de mi cabecita cuando me pongo el delantal, me enfrento a un puñado de simples y sencillas habas y me dispongo a cocinarlas. Y me acuerdo de Mafalda, y de su frase, y pienso que algún día las habas nos pueden sorprender y hacer su pequeña revolución. Y acabar manteando a los Gourmets y -parafraseando a la peque de Quino- estrangulando al ‘maître’.
Y dicho esto, con el delantal puesto, me dispongo a cocinarte mi pequeño homenaje a las habas de este mundo. Una película que como ves me he montado bajo el título de REVOLUCIÓN HABA y que ha acabado en un plato delicioso con nombre de cuento: “Estirado Parmigiano manteado en lomo de orza por habitas revolucionadas al vino dulce”.
HABAS AL VINO CON LOMO DE ORZA Y PARMIGIANO
Ingredientes: Habitas, ajos, tomillo fresco, lomo de orza, parmigiano, vino dulce (tipo Pedro Ximenez), sal y pimienta.
Elaboración: Sobre una cacerola introducimos las habas a las que les hemos dado un hervor rápido con agua y sal. Las escurrimos y las reservamos. En una sartén ponemos un generoso chorro de aceite de oliva (del bueno) y un par de ajos machacados (que luego retiraremos). Introducimos las habas, las sofreímos, añadimos el chorro de vino (al gusto) y medio vaso de agua (según necesidades). Rectificamos de sal y pimienta y dejamos que se vayan cociendo a fuego lento. Unos minutos antes de concluir el proceso, lanzamos un par de ramitas de tomillo fresco y dejamos que acaben de hacerse.
Una vez están listas, colocamos una capa de habas en un plato que después puedas meter en el microondas o el horno. Sobre ellas se coloca unas lonchas de lomo de orza muy finitas. Y encima, el queso parmigiano. Gratinamos un poco para que el queso se reblandezca y a comer. Se sirve muy caliente.
Y un vino para culminar, un vino blanco con mucha personalidad. Albir, del Celler de la Muntanya.
De crianza, cuyas viñas se sitúan entre los términos municipales de: Beniarrés, Gaianes, Gorga y Teulada. Elaborado con un 40% Macabeo , 40% Malvasía, 15% Merseguera y 5% Moscatel de Alejandría.
LA RECOMENDACIÓN: Todo Mafalda. Quino. Editorial Lumen
Ya hemos dejado atrás el subidón del Día del Libro, lo sé, pero no me resisto a hacer llegar mi recomendación. Además, casi prefiero que sea así, porque esto más que un libro es una pequeña obra de arte que hay que tener por casa sí o sí. Porque poder tirar de las reflexiones de la pequeña de Quino de vez en cuando es uno de los grandes placeres que todo el mundo debería disfrutar. Aquí os dejo la portada.
Bueno, ya sabes, que puedes seguirme en twitter @JesusTrelis o contactar conmigo a través de jtrelis@lasprovincias.