QUIQUE DACOSTA, COCINERO DE FÁBULAS | Historias con Delantal - Blogs lasprovincias.es >

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Jesús Trelis

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QUIQUE DACOSTA, COCINERO DE FÁBULAS

NOTA DEL AUTOR: ESTA HISTORIA PUEDE HERIR SENSIBILIDADES Y PRODUCIR ATAQUES DE ANSIEDAD

Fotografías: ©Jesús Trelis. Todas menos la última, que no te has de perder porque es de la gente que hace posible esta locura 🙂 Para el video he utilizado dos imágenes del twitter de Quique.

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Te lo dije en mi última historia…                                                                                                                                                                           

Empecé a correr a la vera del mar pensando que siempre lo mejor está por venir… Y tras mucho correr, vi al fondo la casa del torreón blanco y tres estrellas brillar”.

*  *  *

Sobre él, sobre el torreón blanco, imaginé maravillas. Y de las maravillas salían sueños. Y vi poemas en verde y nudos marineros que hechizaban, sirenas ROMPECRAZONES y el corazón de Neptuno, el alma de la TIERRA y un conejo metido en una judía de garrofó…

 *  *  *

EL HOMBRE QUE REBOZA LOS SUEÑOS

Saqué dos pequeñas alas de mis zapatillas voladoras y, a lo Perseo,  ascendí hasta aquel templo de cristal y nube. Una casa que parecía hecha de espuma de mar. Por su jardín, revoloteaban duendes con delantal y con un gran sombrero de cocinero mariscal. Junto a ellos, magos con chaquetilla, que en la puerta del templo recibían a sus señorías Los Disfrutones –listillos del planeta Tierra que saben dónde habitan las maravillas-. En la cúpula, mirando al mar, estaba él. El hombre que cocina fábulas, reboza sueños  y hace del sabor una armonía y del comer, un verso. El chef que escribe en loza poemas, tiene visiones y canta canciones como Tomorrowland.

Quique Dacosta.

Me presenté como un Disfrutón más. Un tal Perseo del Condado de Imagina/Historias, un lugar donde los ilustrados y amantes de las letras juegan a hacer historias Pim-Pam-Pum y luego, se hartan a comer. (Como entenderás no podía presentarme como un espía en la casa de las TRES ESTRELLAS * * * / No  es lugar para bromitas).

Los duendecillos me invitaron a tomar asiento en mitad de la nube-jardín.  Me senté debajo de una olivera, diría yo que centenaria. Un mago de ojos pequeños y barba simpática llamado Didier –don Didier Fertilati- , me hizo una reverencia magistral y me impregnó con ella del perfume de las quimeras-.  “Que disfrute señor”, me dijo el pequeño maitre. “Luego vendré por usted”. Y entonces empezó a soplar brisa del Mediterráneo y algo se fue desencadenando en aquel jardín… La increíble Historia del Gran Fabulador había empezado.

 *  *  *

ROSAS Y PIEDRAS EN EL JARDÍN

De la nada, apareció una rosa que latía -con ese corazón rojo que sabía a manzana-; de la olivera, emanó una fuente de gin-tonic, de nuevo, de manzana; del suelo, brotaron raíces que sabían a setas, y del cielo caían hojas de hierbas en escabeche (que sabían a la pipirrada dulce) y de maíz tostado. Encontré piedras que estallaban en boca como pequeños globos de parmesano y tomates encurtidos y secos que explotaban en sabores tradicionales y terruños; y spaghettis de manteca que eran un guiño canalla a la Putanesca; y un liquen de setas que crujía a mi paso, y un discreto raïmet de pastor que te devolvía a la Tierra como queriéndote decir:

 “vas a flotar, a volar, a ver cosas imposibles, pero nunca olvides que después debes bajar de la nube, volver a la tierra. Volver a ser un humilde paseante por el mundo, tanto como lo es el divino raïmet de pastor“.

 *  *  *

EL BACO DEL MEDITERRÁNEO ENTRE CABEZAS PARLANTES

Didier, con su amabilidad extrema, me pidió que le siguiera al interior del templo. Me senté en una mesa con cinco patas. Sobre ella, levitaba una cabeza dorada repleta de fantasías inconfesables. Apareció un señor contundente, de esos de cara simpática. Era el Baco del Mediterráneo –José Antonio Navarrete El Grande, para los amigachos-. “Esperemos que el señor no pierda la cabeza con los vinos”, me dijo antes de empezar el maridaje (brutal). Quizá sea el momento de confesar que sí lo hice y que acabé abrazándome a todo aquel que se cruzaba conmigo por el templo. “Felicidad desbordada”, le diría  a mi madre. Pero eso es otro cantar…

La verdad es que con mi copa de La Bota de Manzanilla Nº46 (Equipo Navazos) no podía más que estar feliz. Era como un arlequín con lanza-corazón rodeado de cabezas parlantes. O quizá ese fuera Quique. No sé, a veces sus sueños se confunden con los míos… Fantasías a pinceladas.


Un pulpo seco se me acercó por la espalda: “¡Cuánto tiempo sin saborearte! ¡oh, divinidad mediterránea!”. Y con él, las huevas de mújol más ricas que jamás probé. Bien pagado con un simple pareado –“con el pulpo y el mújol, me sentí enamorado”-, se alzó ante mí un cómico plato: fuentecilla de las de antes con aceitunas y sus huesecillos que eran lo que parecían pero en verdad no lo eran. Vaya, un galimatías divertido que acabó reventando cuando salió un ajoblanco falso y delicioso. Acertijos emplatados.

Baco regresó con sus vinos para sacarme del laberinto. “Un txacolí magnífico”, me susurró. Itsa Mendi (2011). Olfateé, di un sorbo, levité y, al volver en mí, me vi rodeado por fábulas acechantes. Por el norte, navegando como en un barquito, llegó el toro (bendito rey de los atunes) sobre un barquillo de hoja de tabaco. Tremendo juego de suavidades, dulzura y a la vez matices salados. Por el sur, apareció un sueño de bacalao líquido encapsulado en un buñuelo que parecía un asteroide que estalla en la boca. Por el nordeste, entre la pata cinco y cuatro de la mesa, un cilindro con sabor a socarrat relleno de alioli con una gambeta enrollada y coronada con una hermosa florecilla…

Pero qué cosa más buena ¡Quiero dos docenas!, grité. Pero el cabezón dorado me mandó callar. “¿Tú eres de verdad el ilustrado Perseo?“, me preguntó. “Leñe, éste me pilla...”, pensé. Y me tranquilicé.

 *  *  *

EL GRAN FABULADOR SACA LA NAVAJA

Apareció entonces El Gran fabulador. “Éste me va a echar por gritar….“, pensé. “A sus pies”, murmuré. Quique Dacosta apareció con su vestido de mago –camisa blanco eterno, que es la envidia de los anunciantes de jabón-, me saludó con una cercanía linda y me dejó sobre la mesa un nudo marinero de navajas y un tartar del mismo. #The50best


No pude atender a sus explicaciones de la emoción. Él se marchó y yo quedé ante los platos. Entonces, de mi bolsillo saqué la escalera plegable y me fui a la gloria: “¡Qué dos maravillas, señor cocinero!”.  Debería probarlo todo el planeta para ser un poco más felices…Cítricos, explosiones de mar, texturas distintas, toque picante, el mar, la vida… el arte… ¿Te dije que estaba en la gloria? Quizás por eso estoy tan poeta…

“La mujer con sus bosques, lunas, flores, aguas,
y vigilantes dedos:
no podemos presumir de magia comparable a la suya.
En el mejor caso, poetas; en el peor, hechiceros”
Robert Graves

 (Para rematar episodio: un champán ahumado que merecía unas cuantas plegarias. Cómo se nota que venimos de la Semana Santa)

 

  *  *  *

EL CORAZÓN DE NEPTUNO

Cuando ya estaba totalmente conquistado, llegó por los reinos del Norte (muy Juego de Tronos)  una tremenda piedra. Sobre ella, brillantes falsos erizos que escondían, en verdad, el corazón de Neptuno y que te llenaban el brillo de los ojos de agua de mar. O de lágrimas 🙂 Y tras él, unas zamburiñas que huelen a brasa, un tronco de Jerusalén que está tan rico que sólo puede ser de Tierra Santa y, para conquistarte hasta el último resquicio de tu alma, un moshi de torta de la serena y trufa negra que era un viaje a lo más profundo de la Tierra. A su alma. Una Tapa Julio Verne que merecería por si sola una historia

 

(Con los vinos me fui perdiendo. Amablemente, un mago con chaquetilla me propuso pasarme la lista al final de la visita; sólo debía recordárselo… Pero claro, ya sabes que me fui flotando, volando… “Esperemos que el señor no pierda la cabeza con los vinos”, me dijo Navarrete, el Baco del Mediterráneo… Creo que no lo hice caso).

 *  *  *

Y COOKING ENMUDECIÓ

A esas alturas ya estaba maravillado. Lo que no podía sospechar es que, una vez más, lo mejor aún estaba por venir. Lo que a partir de ahora voy a intentar contar será totalmente insuficiente e injusto. Tengo un problema: me falta vocabulario. Palabras. Gritos. Romper la pantalla para saltar a tu lado y bociferar: ¡esto es, esto es… la bomba!. Haré lo que pueda. Aunque estoy nervioso. Y míster Cooking nervioso es un puro desastre. Empieza la diversión…

  • Primera atracción. El Dragón Khan del templo de Dacosta: Berberechos con kéfir de apio, eneldo y vodka. Imagínate que te metes dentro de un berberecho. Allí, al ladito de esa mollita tierna, rechonchita, donde se refugian los sabores más dulces y tiernos del mar. Ahora imagina que empieza a granizar de manera suave, como si cayera hielo de seda y ese hielo cubriera el berberecho y luego un mago lo reinventara y lo rodeara de un mundo de sabor y aromas sutiles y vas tú y te lo comes y un frío cálido anida en tu interior y de tu boca empiezan a salir mariposas: Verdes, azules, amarillas… Pues eso.

  • Segunda atracción. 3, 2, 1… Chapuzón!: Ostras fritas. Un poema de Alberti. La ostra como jamás la hubieses soñado.  Te comes su concha (o no) y cruje el cuerpo molusco y tu paladar empieza a bucear no sé por qué mares. Lo dicho, un poema de Alberti:
“¡Quién cabalgará el caballo
de espuma azul de la mar!
De un salto
¡quién cabalgará la mar!
…continuará….
 
 
  • Tercera atracción. La Sirena Rompecorazones. Gamba hervida-té de bledas. De nuevo, como un poema de Alberti.
¡Viento, arráncame la ropa!
¡Tírala, viento, a la mar!
…continuará….

La Sirena llegó como siempre vestida de rojo. Rojo profundo, como el color de su piel. La desnudé. Sentí su corazón latir. La besé.  Apasionado. Loco. Poseido. Cuanto más fuerte le besaba, más la necesitaba.

¡Amárrame a los cabellos,
crin de los vientos del mar! 
De un salto,
quiero ganarme la mar!”
“Playeras”. Alberti

 

La gamba roja de Dénia by Quique Dacosta  -junto al jugo de té de bledes que esconde esencia de gambas- es una sirena rompecorazones.

 
 

 

  • Cuarta atracción: El Ave Fénix. Arroz de guisantes y huevos de sepia. En lo más alto de aquel éxtasis, volando sobre el templo de cristal gracias a los ángeles de Dacosta, un mago con chaquetilla de esos que llenan de vida el resturante de Les Marines llegó con una hermosa corona más resplandeciente y bella que la de la mismísima Reina de Inglaterra. Oro verde,  esmeraldas de clorofila, diamantes guisantes y destellos de arte y platino de genialidad. Una de las cosas más buenas que ha probado (y probará) el espía más famoso del País de las Gastrosofías. Y como una pluma fui cayendo de la gloria hasta mi mesa de cinco patas, intentando grabar en mi memoria para siempre el sabor indecentemente maravilloso de este arroz de guisantes.

 

(La princesa de Parov Stelar debería lucir  la corona de diamantes guisantes y platino de genialidad)

 

 *  *  *

LOS VALLES  DE FÁBULA

Estaba tan fascinado que sentí entonces estar en mitad de un puente, camino de transición. Como si un Caronte de la felicidad viniera a transportarme en su barca. En este caso una barcaza de un esturión sobre una tabla crujiente que fue un nuevo bofetón de sabor. Y tras él, un taco mediterráneo para resucitarme… Con ellos el mar y sus maravillas se fueron esfumando. Y empezaron a elevarse ante mí los Valles de Fábula.

→Sobre un esturión y un taco…

…. llegué a las montañas.

 

  • El monte de los Tendones con horchata y trufa. La trufa como arma letal y los tendones como provocación al paladar. Bonita manera de asomarse al valle y devolverte al mundo de los sueños. Sublimes sabores, divertidas texturas.

  • El huerto del garrofó. Fábula caprichosa, ingeniosa, sabrosa e inquietante. Quique hechiza al conejo y lo mete en la chistera de su alteza real el garrofó. Te lo comes y notas hasta el toque de pebrella que el animal degustó en su último banquete por los montes de El Montgó. Me gustó muchísimo.

  • A lomos del pichón. O mejor dicho, pechuga de pichón con raíz de malta. Era el último vuelo, el final de la travesía. Una carne divina para asentar todo el mar tragado y tan larga travesía. Se deshacía en la boca mientras una red trenzada con la raíz de malta te atrapaba. Todo desvanecía como el pichón entre los labios.

 

 *  *  *

DULCE, TRISTE E IRREMEDIABLE FINAL

Ya daba todo igual. El viaje brutal a Tomorrowland inevitablemente empezaba a difuminarse con sus dulces despedidas. Un mojito de pepino y algas sacó brillo a mis quimeras. Una brutal Selva Negra se asomó a mis morros y me engulló el corazón. Y  un guiño irónico de canela en rama (recreada) y ciruelas pasas me devolvieron a la Tierra. Sin grandes algarabías, sin grandes sorpresas. Mis sentidos no tenían capacidad para más….

Me levanté. Repartí abrazos. A Navarrete le di las gracias, casi arrodillado. Y le pregunté por sus colegas Alberto Redrado y David Rabassa. Él me miró pensando que, definitivamente, había perdido la cabeza y que su maridaje había hecho su papel. A Didier le cogí por los hombros y le felicité. Y a la gente que hace aún más grande a Quique le fui saludando y contándoles que era un espía del País de las Gastrosofías.  Ellos reían: “Allá va otro Disfrutón que se cree un superagente.

Y dejando mis botas voladoras de falso Perseo junto al jardín de las florecillas hechizantes, emprendí la vuelta a casa pensando que había estado en el mejor restaurante del mundo.

O al menos, en el mejor restaurante del Mundo de las Fábulas.

Todavía no he asimilado el sueño.

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LA FACTURA. Menú Tomorrowland: 165 euros. El maridaje: 90 euros.

NOTA PERSONAL: En Quique Dacosta la felicidad está servida, pero sólo se disfruta de verdad cuando descubres que estás metido en un sueño. El hermoso sueño de Quique Dacosta…. Por cierto, saludos a JORDAN. ¡Que grande!

Suerte con #The50best y que nunca te abandone la magia. Ni a los TUYOS.

  *  *  *

Cuentos con patatas, recetas al tutún y otras gastrosofías

Sobre el autor

Soy un contador de historias. Un cocinero de palabras que vengo a cocer pasiones, aliñar emociones y desvelarte los secretos de los magos de nuestra cocina. Bajo la piel del superagente Cooking, un espía atolondrado y afincado en el País de las Gastrosofías, te invito a subirte a este delantal para sobrevolar fábulas culinarias y descubrir que la esencia de los días se esconde en la sal de la vida.


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