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Jesús Trelis

Historias con Delantal

El momento dulce de Miguel Barrera

Se llama Miguel, es un tipo que transmite bondad y, claramente, un apasionado silencioso por el mundo de la cocina. Hace un par de años, los señores de la guía roja le concedieron una estrella Michelin ( 🙄 ) y eso le puso en el mapa. Desde entonces, anda por el mundo de los fogones con el foco sobre él. Y lo hace con tanto acierto que se ha ganado el respeto de este  siempre efervescente planeta de las cucharas. La mejor muestra de ello, el último acto en el que coincidí con él (yo bajo mi piel de espía #MrCookingInAction). Un evento junto a otros compañeros, todos ellos con estrella Michelin, y en el que llenó el restaurante que hace cuatro meses abrió en el Hotel Mindoro de Castellón hasta la bandera. Cooking visitó ReLevante y ésta es la secuela.

Los cocineros en el evento de ReLevante. Foto Efe/Domenech Castelló.


De ella, de la secuela, te vengo a hablar: del chico que quería ser cocinero pero su madre le hizo estudiar Magisterio, del bar que sus padres pusieron en marcha en 1973 y se convirtió en su actual casa, y del conejo de ojos negros que me atrapó el alma. Te vengo a hablar de Miguel Barrera, a pinceladas, a grandes trazos, siempre a la espera de un día volar hasta la Vall d’Alba y desgranarte lo que ahora va haciendo en su restaurante laureado, Cal Paradis.

Esta es una historia serena, un Cooking relajado sobre un hombre y una mujer que aman su tierra.

Una historia de revivir. Como un Haikú de Benedetti,

mientras revivo,
acuden primaveras
 a mi memoria

 

 

 

PINCELADAS
y un menú

Se podría decir que ha ido ganando terreno paso a paso. Que ha ido haciendo camino, casi de manera silenciosa, hasta que, tras una travesía muy particular y personal, allí en su casa llamada Cal Paradís (“la casa madre”, como él me diría), ha conseguido coger altura y dejarse ver. Oír. Dejarse comer. Hoy te acerco, un poquito, a Miguel Barrera. El chico que su madre quería que fuera profesor… “Mi madre no quería que estuviera en el bar, quería que fuera maestro. Y le hice caso, pero cuando terminé, hice lo que realmente quería”. Y lo que quería era cocinar. Soñó con cocinar cosas como éstas…

Como este tomate de penjar que ya forma parte de su cocina

Y lo consiguió en aquel bar de carretera que en 1973 abrieron sus padres en un lugar con unas vistas privilegiadas. Se llamaba El Paraíso y lo fue en buena parte para él. Porque allí lo aprendió todo y allí pasó su vida, incluso su noviazgo con su actual esposa, que acabó trabajando junto a él en aquella casa de comidas que les marcó las vidas. “Después, cuando nos pusieron a nosotros con él, mi mujer y yo, decidimos llamarle Cal Paradís, para mantener la esencia de casa”, me confesó Miguel. Y con esas raíces, sobre todo, con ese amor hacia su tierra y sus productos, Miguel y Ángeles empezaron a alzar el vuelo.

De hecho, Miguel Barrera, junto a su esposa Ángela Ribes, han logrado que esa semilla que plantaron en su restaurante de Vall d’Alba haya empezado a fructificar. Y que ese bonito sueño de dar de comer en su casa, con productos del terreno e intentando transmitir lo que sus platos le susurraban, se ha convertido en realidad.  Una realidad muy palpable. Tan palpable como estos platos que atrapan a sus clientes…

Confirmé el otro día que Miguel se había convertido en alguien muy respetado en el mundo de la gastronomía. Fue en la cita gastronómica del año en Castellón. O al menos, una de las más importantes. Miguel Barrera reunió en su nuevo restaurante ReLevante en el Hotel Mindoro a otros cuatro estrellas Michelin  para juntos ofrecer una comida que, seguro, pasa a formar parte de su historia personal como uno de los momentos más emotivos como cocinero. No le faltan motivos para ello. Ya que cocinar en Castellón  junto a buenos amigos como Ricard, Kiko Moya, Jorge Andrés y Manuel Alonso, es algo para no olvidar. “En verdad todo esto nació en la reunión de Eurotoques”, me dijo Miguel. “Empezó medio en broma y al final salió”. Y salió, y tan bien, que las plazas para acudir a la comida se agotaron en cuestión de horas. Cerca de 90 personas. Una comida entre amigos con estrella Michelin que acudían a respaldar el último proyecto que había emprendido Miguel.

Domenech Castelló.

Es el último hito de los muchos que viene viviendo Miguel y Ángela. Toda esa efervescencia que van viviendo desde que la Michelin le puso en el punto de mira. Aunque él me confiesa, en medio de  este momento dulce, que lo que realmente quiere hacer ahora es centrarse en la cocina de su casa, de Cal Paradís. Para seguir creciendo, seguir ofreciendo nuevas propuestas a sus clientes que hablen de su entorno. “Me he propuesto, además, abrir las puertas, innovar, aunque siempre manteniendo la esencia de los orígenes”, me aseguró.

Cualquier día de estos, hablaremos más tranquilos de Miguel y Ángela, que se entrega a la sala de Cal Paradís. Pero me apetecía serviros este Cooking Aperitivo. Porque  sé que ahora, a puertas del verano, su casa puede ser un hermoso destino para volar con un buen delantal y descubrir su particular mundo culinario.  Allí, en ese restaurante que empezó como una casa de comidas de carretera y ahora luce, feliz, una estrella Michelin

 

 
 
 ESTE FUE EL MENÚ DE LA COMIDA 
ENTRE ESTRELLAS
 en ReLevante
 
1. T0maca de penjar, sardina de bota y ajos a la brasa
(Miguel Barrera)
Uno de los clásicos de Miguel Barrera.  Y un claro ejemplo de cocina conectada con su tierra
 
2. Ortiguilla de mar, codium y clotxina
(Miguel Barrera)
La propuesta más marinera de Miguel, con la ortiguilla como protagonista en paralelo con la clotxina
 
 
3. Ostra valenciana, aguacate y horchata de galanga
(Ricard Camarena)
La aportación de Ricard Camarena al encuentro. Uno de los clásicos con más reconocimiento
 
 
4. Primavera en flor, sabayón de azafrán y polen fresco
(Kiko Moya)
Una de las maravillas de Kiko Moya, muy floral y vital. Me gusta este sabayón… y sus profundos matices de azafrán.
 
 
5. ‘Suquet’ de barca, yema de huevo y cangrejo
(Jorge de Andrés)
Un chapuzón reconfortante con la yema dando juego a todos sus matices. Sabroso.
 
 
6. Rodaballo con su jugo de espinas, alcaparras y albedo de Cidra
(Manuel Alonso)
Manuel Alonso llevó hasta Castellón la energía de su cocina, mimada por las olas del Mediterráneo. Sobresaliente su rodaballo.
 
  
 
7. Lomo de conejo de ojos negros, con langostino y setas de Sant Jordi
(Miguel Barrera)
Una obra maestra, sabrosa e intensa, del chef de Cal Paradís. Otro homenaje a su tierra en la que mar y  montaña se dan la mano en un plato con un resultado excepcional.
 
 
8 y 9. Los postres
 Cítric y Texturas de leche, cacao y avellas
(Miguel Barrera)
 
Y hasta aquí una nueva aventura. El espía que vuela con delantal volverá pronto. Con más historias, a lo hormiga atómica, supervitaminadas, sabroseadas y alborotadamente aliñadas. Ya sabes.. Mister Cooking en acción.

Cuentos con patatas, recetas al tutún y otras gastrosofías

Sobre el autor

Soy un contador de historias. Un cocinero de palabras que vengo a cocer pasiones, aliñar emociones y desvelarte los secretos de los magos de nuestra cocina. Bajo la piel del superagente Cooking, un espía atolondrado y afincado en el País de las Gastrosofías, te invito a subirte a este delantal para sobrevolar fábulas culinarias y descubrir que la esencia de los días se esconde en la sal de la vida.


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