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Juan Sanchis

La película de la semana

Once finales de películas míticos

Ricardo Darín y Soledad Villamil en 'El secreto de sus ojos'./ Ricardo Darín y Soledad Villamil en 'El secreto de sus ojos'.

 

Ricardo Darín y Soledad Villamil en 'El secreto de sus ojos'.

Ricardo Darín y Soledad Villamil en 'El secreto de sus ojos'.

Un mal final puede destrozar una película. Más difícil es lo contrario. ¿Cuáles son los mejores finales? No es fácil responder. Hay quienes critican el final de Ciudadano Kane. Personalmente no me trago como acaba El gran dictadorMe parece tedioso, aburrido, largo y un tanto ‘pastelón’, aunque nadie duda de que estamos ante dos obras maestras.

Parece claro que una buena película puede tener puntos débiles, pero no puede permitirse que el final haga aguas. A Steven Spielberg, uno de los grandes, le ha pasado en varias ocasiones y algunas de sus películas (como El imperio del solInteligencia Artificial o La guerra de los mundos) han pasado sin pena ni gloria. 

A continuación hay una selección de algunos finales míticos.

 

Casablanca (1942), un principio más que un final

“Este puede ser el comienzo de una gran amistad”, le dice Bogart a Claude Rains (el cínico capitán Renault) mientras abandonan el aeropuerto en el que ha partido Ilse (una Ingrid Bergman en todo su esplendor) con su marido. Nadie ha tenido el atrevimiento de hacer una segunda parte, pero la frase bien puede ser el comienzo de otra gran película.

 

 

El Padrino (1972), el final del principio

Una imagen vale más que mil palabras. Kay, la esposa de Michael Corleone, entra en el despacho de su marido tras la ola de asesinatos y le pregunta si él ha tenido algo que ver. Michael rompe por única vez la regla de no hablar de negocios y le dice que no. Los planos finales, casi sin palabras, muestran cómo ella descubre que hay una parte de su marido a la que nunca podrá acceder.

 

 

El secreto de sus ojos (2009), una puerta se cierra y otra se abre

Juan José Campanella consigue con esta película, difícil de encuadrar en un género concreto, uno de sus mejores trabajos. Tanto Ricardo Darín como  Soledad Villamil están sensacionales y logran que sus ojos hablen. La magnífica escena final, donde varias historias se cierran pero a la vez abren paso a otras, lo demuestra

 

 

Sospechosos habituales (1995), siempre una vuelta de tuerca más

Bryan Singer filma uno de los thrillers más originales de las últimas décadas gracias a un guión lleno de ambigüedades y sorpresas. La escena final sorprendente, casi sin diálogos, desvela todos los misterios. Kevin Spacey compone una actuación de las difíciles de olvidar.

 

 

Con faldas y a lo loco (1959), simplemente Billy Wilder

Una de las mejores de la historia del cine se cierra con una escena llena de ironía y con tintes surrealistas. El dúo Wilder y Diamond vuelven a dar una lección en una de sus mejores colaboraciones.

 

 

Cinema Paradiso (1988), emociones a flor de piel

Un final que no sería el mismo sin la espléndida banda sonora de Ennio Morricone. La escena, todo un homenaje al cine y un cántico al amor, cierra una magnífica película cargada de nostalgia y melancolía. Años más tarde, Los chicos del coro termina con una escena similar, pero sin la emoción ni fuerza de la italiana.

 

 

Seven (1995), los pecados capitales de Fincher

Espléndida película policiaca, ópera prima de David Fincher, en la que el director muestra ya algunas de las características que definen su obra; desde el pesimismo existencial a la hábil creación de ambientes opresivos y asfixiantes que enfatizan el alma de los personajes. Fincher culmina la película con un final totalmente inesperado en una escena llena de tensión y dramatismo que no el espectador no olvidará.

 

 

El tercer hombre (1949), cuando el amor pasa de largo

Otra escena en la que la banda sonora juega un papel fundamental. La música de Anton Karas acompaña la salida de Anna Schmidt (interpretado por Alida Valli) del cementerio de Viena ante la impotente mirada de enamorado de Holly Martins (un gran Joseph Cotten) que espera que se detenga pero es castigado con la más absoluta indiferencia. Uno de los finales más conocidos de la historia del cine.

 

 

Chinatown (1974), la impotencia del antihéroe

“Olvídalo Jake, es Chinatown”. Con esta frase se cierra una de las grandes obras de Roman Polanski y una auténtica joya del cine negro. Un final desgarrador en el que Jake (espléndido Jack Nicholson) ve cómo se les escapa la mujer a la que ama (Faye Dunaway, ambigua mujer fatal)  y no puede descubrir la verdad, mientras que el villano (John Houston) es el que sale vencedor aunque sea una victoria pírrica.

 

 

Con la muerte en los talones (1959), cuando Hitchcock tuvo prisa

A Alfred Hitchcok le sobra tiempo. Apenas 45 segundos le bastan para que el malo muera, el microfilm (el mcguffin de la película) quede en manos seguras, salvar a la chica e irse de vacaciones con ella. Sin duda, la obra de un maestro.

 

 

Grupo Salvaje (1969), se acabaron las balas

Sam Peckinpah cierra de la mejor forma posible el que quizá sea su mejor trabajo. El tiroteo final, donde el montaje se convierte en un elemento básico, escandalizó en su momento por su inusitada violencia. El director norteamericano sella con este película el periodo del western clásico y marca algunas de las características del western crepuscular. 

 

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Sobre el autor

"¿Usted ha visto caminar a Henry Fonda? Pues eso es el cine”. Así definía John Ford el Séptimo Arte y creo que no hay una mejor. El cine es lo que cada uno quiere que sea. Otro maestro, Billy Wilder, afirmó que "Si el cine consigue que un individuo olvide por dos segundos que ha aparcado mal el coche, no ha pagado la factura del gas o ha tenido una discusión con su jefe, entonces el cine ha alcanzado su objetivo". No hay más que añadir.


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