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Fernando Mulas

Mi hijo me llama

EL “SEISCIENTOS”

     Algunas situaciones, personajes y objetos generan espontáneamente empatía, proximidad y agrado en su entorno, incluso en las personas que no han tenido apenas relación con tales circunstancias. Esto tiene especial evidencia en el caso de los niños pues su actitud no está referida a sus vivencias previas sobre algo que no conocieron, como es el caso del mítico coche Seat 600 que se fabricó en España desde 1957 a 1973.

     Newton (1642) estableció la ciencia moderna de la dinámica formulando las tres leyes del movimiento, siendo el primero en diseñar un vehículo que teóricamente se podía desplazar a vapor. No fue hasta 1896 cuando Lenoir patentó el motor de explosión, comenzado entonces a desarrollarse el concepto de vehículo como hoy lo concebimos. Desde entonces la evolución del coche ha desarrollado un incremento exponencial de gran impacto y repercusión en el mundo social y en el trabajo, artilugio solo superado hoy día, en cuanto a su uso, por el teléfono móvil, inmersos en la tecnología digital de límites impredecibles.

     Para generaciones de españoles el “seiscientos” fue el coche de referencia indiscutible, suponiendo para la mayoría de sus contemporáneos su primer coche, y familias enteras cabían en aquel cochecito con todos sus enseres camino de sus vacaciones.  Posteriormente su uso fue extendiéndose entre los jóvenes y también entre las señoras como segundo coche utilitario familiar. El 600 supuso en sus comienzos una auténtica popularización del vehículo a motor en España y muchas familias giraban alrededor de tan deseado automóvil.

Se hicieron múltiples versiones, ahora difíciles de recordar, como si era el modelo “D” o el “E”, o si sus dos puertas se abrían hacia  adelante o hacia atrás. El ruido del motor era tan inconfundible que aún hoy día es reconocible para los que tuvimos la fortuna de usar un 600. Las sensaciones de satisfacción y buenos recuerdos las compartimos todos sus antiguos usuarios y son rememoradas al instante de ponerse de nuevo al volante de aquellos bólidos añejos, cuyo mayor problema era el de la refrigeración del motor.

     Hoy día es apreciable el grado de aceptación que despierta la visión del seiscientos por la ciudadanía. He comprobado, como comentaba al comienzo, que los niños sienten una enorme una curiosidad espontánea por este cochecito como si les pareciera de juguete, y celebran divertidos introducirse en el asiento posterior para dar una vueltecita, más aún si la comparten con otros de su edad.  Si quiere ver felices a unos niños móntelos en un 600, pues unido a la sensación de moverse en un vehículo a motor, siempre les llama la atención la singularidad de su pequeño tamaño y peculiaridades, aparte del sano orgullo que muestra su conductor.

     Es evidente que la tecnología de los coches actuales está a años luz de nuestro protagonista, pues ahora los automóviles te hablan, te ayudan a aparcar o te avisan si por despiste pisas la raya discontinua de la calzada, pero la visión del 600 por los mayores también hace que a su paso vuelvan la mirada con agrado, provocando una irresistible atención y comentarios entrañables, incluso entre los que no vivieron la época de su apogeo popular en España.

Seguro que muchos lectores habrán montado en un 600 pero si no ha sido así no lo dude, pregunte a ver quién tiene alguno, que seguro lo encuentra, y podrá tener la curiosa sensación de sentirse dentro del coche del que tanto ha oído hablar a los mayores. Si alguna vez ya tuvo un seiscientos y lo prueba de nuevo sentirá algo especial, pudiendo percibir mejor cómo ha cambiado la vida y los conceptos cotidianos que nos atañen. Tal vez entonces se deje llevar por la nostalgia y le venga a la cabeza la elegía de Jorge Manrique a la muerte de su padre, a mediados del siglo XV, cuando decía .. cualquier tiempo pasado fue mejor.

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Blog sobre los retos del desarrollo neuronal de los niños en una sociedad cada vez más exigente

Sobre el autor

Neuropediatra, Doctor en Medicina y Cirugía. Fundador y Director del Instituto Valenciano Neurología Pediátrica (INVANEP). Ex Jefe del Servicio de Neuropediatría del Hospital Universitario La Fe de Valencia (desde 1978 hasta 2013). Ver CV completo


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