La bonanza no va a volver de repente. No vamos a tener crecimiento imparable y a olvidar la crisis que nos azota. Todo va a seguir igual. Dejad de soñar.

El Banco de España ha presentado el banco malo. Ya es oficial el descuento del 63% y sé que hay algún promotor que empieza a frotarse las manos como si ahora fuera a llegar un cambio radical en el panorama económico deprimente en el que nos hemos instalado.

Hace ya demasiados años, el economista Fernando Giner dijo que una cuestión necesaria para solucionar esta crisis era la creación de un banco malo. Esta entidad consiste en apartar los activos inmobiliarios tóxicos (viviendas pero sobre todo suelos) y aplicarles una gestión a largo plazo. El banco malo va a empezar a actuar en breve y durante los próximos 15 años irá desprendiéndose de sus activos poco a poco.

Los promotores y constructores, en especial los más insensatos, piensan que esto va a suponer el resurgir del ladrillo. El efecto en precios será real. Mientras que los suelos sobre los que se especuló durante el boom tenían un precio que obligaba a elevar el precio de las viviendas hasta un nivel que los consumidores no querían, estos insensatos ven que ahora el suelo va a ser barato. “¡A construir como locos!”, piensan.

La cuestión es que ni aún teniendo suelo a precio de cero euros se puede construir hoy en gran parte de España ya que no hay compradores y aún queda mucho stock que es más barato que los pisos que se puedan hacer nuevos.

El banco malo va a vender suelos. Eso sin duda. Los primeros serán campos de naranjos. Conozco ya algún interesado. No se trata de especuladores de esos que querían 30.000 euros por hanegada sino agricultores que ampliarían su zona de cultivo si los precios estuvieran en línea con lo que hoy se puede ganar en el campo. Es, bajo la visión de un promotor, el mundo al revés. En la bonanza se pensó que lo mejor que se podía plantar en un campo eran ladrillos. Ahora, donde los constructores soñaron que pondrían ladrillos sólo se puede plantear volver a cultivar.

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