“Es un puro espanto,
ver su crecimiento.
Se hacen gigantescas
en unos momentos”

Plantas de interior, La Morgue (1983)

Carlos Luna es un tipo valiente y, además, hiperactivo. Este viernes se sube a las tablas de la Sala Russafa, en compañía de un buen puñado de amigos y colaboradores, para abrir una puerta a través de la cual se vislumbra una amalgama de sensaciones dispuesta para el goce de las mentes abiertas. TODOLOPOSIBLE es el espectáculo que Luna y panorama de los insectos lleva cincelando durante un tiempo. Un proyecto global que va mucho más allá del de un montaje musical al uso ejecutado por una banda al uso. Su puesta en escena, como apuntaron levemente, en formato reducido, el pasado 1 de febrero en la Sala Opal de Castellón, teloneando a Juan Perro, traspasa el universo de la sonoridad, para ayudarse de sensaciones escénicas que son capaces de transmitir la carga creativa del invento.

Disponiendo los sentidos

La actual aventura musical de Carlos podría considerarse una continuación de Manos de mujer rota, aunque, para ser sinceros, tratar de delimitar la actividad de nuestro protagonista puede llegar a resultar un ejercicio de atrevimiento mundano. Junto a su inseparable Clara Carbonell y su Colectivo Piel, ha venido desarrollando la fantasía Carrusel de los niños perdidos, una combinación de poesía y cuentos de esencia infantil, servidos a ritmo de danza, música y circo. Ensoñación, piel de gallina, lirismo imaginativo… a estas alturas de la película ya sabrán por dónde van los tiros de la esencia “lunera”, la misma que desemboca, este viernes, en una de las propuestas más particulares del trimestre cultural valenciano, anunciada desde hace meses y esperada con curiosidad e inquietud por buena parte del respetable habitual a la agenda autóctona.

En palabras del propio Carlos, TODOLOPOSIBLE “es un viaje musical y escénico por el mundo de Luna y panorama de los insectos, y por el mundo emocional de los humanos, un intento de estimular todos los sentidos del espectador y de la misma banda creando una catarsis escénica, musical y visual, un formato distinto de concierto en el que el concepto se aproxima al de una ópera o representación teatral, sin cortes, sin descanso para que la experiencia musical y el viaje sean completos”. Con estos mimbres, comprenderán que consideremos esta cita, una de las más atractivas de las últimas semanas. Adivinamos que habrá sorpresas, muchas sorpresas. Sabemos que habrá música en directo (faltaría más), pero también muchísimos impulsos visuales (fotografía y vídeo), poesía, circo… emoción al fin y al cabo. “La música se verá representada en una variedad de estilos y sonoridades no habituales en los grupos y conciertos al uso, y se pondrá al servicio de este TODOLOPOSIBLE, que pretende un viaje al interior de tus propios zapatos, sin prejuicios, sin grandes explicaciones, liberado de sentido o interpretación única; es más, de libre interpretación absoluta. A través  de los distintos actos del espectáculo todo irá tomando forma”, sentencia un maestro de ceremonias que se verá arropado por su banda, pero también por artistas multimedia, actores-acróbatas, escenógrafos, iluminadores…

Puesta en escena

Luna y panorama de los insectos (acompañados irremediablemente de sus reminiscencias lorquianas) se dieron a conocer definitivamente hace poco más de un año, cuando alumbraron las veneradas paredes de La Caverna valenciana y se alzaron con aquella edición del Troglogló. Además, también lograron convertirse en semifinalistas de otro concurso local, Vinilo Valencia. El año pasado se metieron en Pares o Nones Records para grabar su primera referencia sonora con solera, de título homónimo, que incluye media docena de eslabones producidos por el propio Carlos Luna (compositor, guitarra y voz) junto a Luzz Vegas (piano, acordeón y percusiones). Les acompañaron Clara (bajo eléctrico, guitarra, xilófono y voces), Exequiel González (violonchelo) y Fredy Plata (batería y percusiones). Todos ellos decidieron sumergirse en una aventura autoproducida que huele a demasiadas influencias (evidentes y no tanto; previsibles, e inesperadas) como para enmarañarse en descifrarlas: que si Tom Waits, que si Bowie, que si PJ Harvey, que si Nick Cave, que si Kurt Weill, que si la música clásica en su más amplio horizonte…

Enfrentarse a Luna y panorama de los insectos, a priori, no es sencillo. Hay que ir preparado. Demasiadas avalanchas de pulsiones en tan solo seis cortes que pululan entre destellos oníricos y fiero surrealismo. Toda la tristeza te recibe de manera áspera pero acogedora, a base de sección rítmica electrificante, punzantes cuerdas y unos teclados líquidos en los que las voces encuentran el tobogán perfecto en el que desahogarse. A partir de aquí, Agua bailada en el agua se antoja una tenebrosa nana que da paso a la desconcertante Lobo Poema Perro, un emotivo duelo entre percusión y violonchelo, pacificado a base de evocadores coros. La recta final se inicia con una letanía llamada La vida es más pequeña, que camina lenta y resignadamente hasta desembocar en un torbellino abrupto que abraza al clásico Pequeño vals vienés de Lorca, ya rememorado, en las últimas décadas, por artistas tan dispares como Enrique Morente, Leonard Cohen o la propia Ana Belén. Cierra la compleja criatura una pieza que sentencia, No volver, cuyo vídeo-clip ha creado, para la ocasión, David Linuesa.

Un disco, al fin y al cabo, y teniendo en cuenta todo lo apuntado, que no es posible comprender y asimilar en su totalidad si no se digiere a partir de la puesta en escena y el directo. Un disco que no es un disco en sí, sino la invitación color sepia que, prácticamente, nos obliga a asistir a la ceremonia iluminada de este viernes en la Sala Russafa. Una ceremonia que contará con el concurso de Carlos, Clara, Fredy, Vegas (que también ejerce de director técnico y músico en el Circo Gran Fele) y Exequiel, pero también de Harold Zúñigan a las luces, Linuesa en las proyecciones, Sergi Palau con las imágenes… Todos ellos caminarán en el filo, porque sobre ellos pesa la dulce responsabilidad de concretar, en unas horas, todo un universo que apunta directamente al inconsciente, y sobre cuyo desarrollo final existe tanta expectación, como misterio. Porque convendremos en que, a estas citas hay que acudir con la información justa, ¿no creen?

Si todo sale como está previsto, seguro que podremos seguir afirmando con orgullo aquello de que vale la pena consumir cultura y, si es cercana y de calidad, mejor que mejor. Por regla general, no se arrepentirán.